THE OBJECTIVE
Alejandro Cao de Benos

El primer mundo

Para mí son dos caras de la misma moneda: El que fuera ‘machismo franquista’ (público, socialmente aceptado y con riesgo de lesión) y el actual ‘machismo progre’ (privado, mal visto y con riesgo de muerte).

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Para mí son dos caras de la misma moneda: El que fuera ‘machismo franquista’ (público, socialmente aceptado y con riesgo de lesión) y el actual ‘machismo progre’ (privado, mal visto y con riesgo de muerte).

Cuanto progre hay en España, dicen que es un país demócrata y con tantas libertades que ‘se puede decir lo que se quiera’, bueno, según el Ministerio de Sanidad, el 25% de las mujeres sólo lo podrán hacer encerradas en el lavabo y  confesándose frente a una carátula de casete del Fary. Al fin y al cabo fue ese semidiós de la copla quien dijo que las mujeres son ‘pícaras y granujillas’ y que ‘detestaba al hombre blandengue que lleva las bolsas de la compra o el carrito de su hijo’.

Y es que igual que los escaparates de Cartier, donde todos babean pero sólo los elegidos puede comprar, en el primer mundo se supone que hay muchos derechos pero en la realidad tras ellos se oculta un comportamiento talibán.

Todos sabemos que sucede y regularmente las noticias informan de asesinatos, agresiones y violaciones. Y para mí son dos caras de la misma moneda: El que fuera ‘machismo franquista’ (público, socialmente aceptado y con riesgo de lesión) y el actual ‘machismo progre’ (privado, mal visto y con riesgo de muerte).

Me parece inconcebible que una persona quiera a otra y se le mantenga como periquito enjaulado, encerrando su belleza y canto a cadena perpetua. Sin confianza ni respeto no hay espacio para el amor.

Hay estrés, desempleo, facturas que pagar, pero si se desespera y no puede controlarse, sepárese. Nunca puede justificarse la violencia doméstica, ni psicológica ni física.

Mi abuelo Antonio me solía decir: En la pareja siempre hay discusiones pero ¿sabes cómo hemos estado juntos tu abuela y yo de por vida, cómo nos hemos querido hasta el final? Tras discutir no hay que dejar pasar una sola noche con el rencor en el corazón, hay que hablar del problema y reconciliarse. Si te vas a dormir sin solucionarlo, el dolor aumentará.

A mí siempre me ha funcionado. Prueben, y si no se convencen abran la puerta de la prisión y dejen al periquito en paz.

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