THE OBJECTIVE
Cristian Campos

Poddetrop y LePentov

No es que hicieran falta muchas pruebas más. Pero por si alguien aún tenía dudas de en qué bando de la historia se mueve la izquierda reaccionaria que en España encabeza Podemos, Mélenchon se encargó de despejarlas todas de una patada cuando el domingo por la noche rechazó pedir el voto para el centrista Macron o a negárselo a Le Pen, que eran las dos únicas opciones adultas que le quedaban tras su derrota.

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Poddetrop y LePentov

Reuters

No es que hicieran falta muchas pruebas más. Pero por si alguien aún tenía dudas de en qué bando de la historia se mueve la izquierda reaccionaria que en España encabeza Podemos, Mélenchon se encargó de despejarlas todas de una patada cuando el domingo por la noche rechazó pedir el voto para el centrista Macron o a negárselo a Le Pen, que eran las dos únicas opciones adultas que le quedaban tras su derrota.

Macron tiene ganada la segunda vuelta de las elecciones francesas independientemente de lo que diga Mélenchon porque el comunismo no tiene apenas influencia intelectual y política más allá de las redes sociales y su techo electoral ronda el 15-20%. Pero si Le Pen es realmente la peligrosa ultraderechista de la que habla el Pablo Iglesias francés, resulta difícil de entender su negativa a pedir el voto para Macron. ¿Alguien se imagina al líder de un partido comunista asistiendo impasible al desfile de las tropas nazis por los Campos Elíseos de París o dando libertad de voto a sus afiliados para que voten “en conciencia” respecto a la ocupación? ¿En conciencia con qué y respecto a qué?

Vaya por delante que Le Pen, como es obvio para cualquiera al que no le coman los prejuicios por los pies, no es ni una nazi ni una fascista, y ni siquiera una peligrosa ultraderechista como sí lo era el antisemita de su padre. Lo decía el domingo Jorge Dioni en Twitter: “Trump no es fascismo, Wilders o Le Pen, tampoco. Convendría no banalizar con algo tan concreto y que le costó la vida a tanta gente”. De hecho, el programa electoral de Le Pen se corresponde punto por punto con el de Podemos, excepción hecha de su “los franceses primero”. De ahí que el único reproche que Podemos le ha hecho a Le Pen haya sido su supuesta xenofobia.

Le Pen, una anticapitalista, antiliberal, aislacionista y antieuropea de manual (es decir todo aquello que define a Podemos), no es la rival de Mélenchon sino su competencia, que es algo muy diferente. El 40% de los obreros franceses ha votado a Le Pen y es el voto de aquellos que ganan más de 3.000 euros al mes el que le ha dado la victoria a Macron. Pero entiendo que eso duela a aquellos que se han arrogado la representación de los obreros sin preguntarle antes a los obreros.

Cuando hace unos días la revista CXTX tituló impecablemente uno de sus artículos “Marine, la candidata de los obreros” sus lectores se indignaron por lo que consideraron un insulto. “¿Estáis llamando nazis a los obreros?”. “De los obreros alienados, es el pequeño matiz”. “Que el FN sea el único que se muestra discursivamente anticapitalista no basta para considerarlo obrero”. “Le Pen es una fascista. Los obreros están huérfanos en esas elecciones”.

El error de los votantes de Podemos es pensar que los obreros votan a Le Pen a pesar de que ella es una fascista. Andan los pobres convirtiendo la anécdota (la postura de Le Pen respecto a la inmigración) en categoría cuando Podemos tendría ganadas las elecciones en España con mayoría casi absoluta si defendiera el cierre de fronteras. Porque los obreros no votan a Podemos por su oposición a un supuesto fascismo que ya no existe en la Europa de 2017 sino precisamente porque el viejo fascismo obrerista de los años 20 y 30 del siglo pasado ha sido perfectamente reciclado y empaquetado para los obreros del siglo XXI con la etiqueta de “izquierdismo” por partidos como Podemos.

Le Pen y Podemos/Mélenchon, en definitiva, son los Ribbentrop-Mólotov de hoy. El viejo totalitarismo antiliberal que discute por un quítame allá esas pajas mientras se reparte Europa entre sus distintas facciones. Lástima que Europa, con buen criterio, le haya dado la patada tanto a los unos como a los hunos. Parece que no saben tanto de marketing político como se pensaban.

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