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Ricardo Dudda

Echenique y Escrivá

«El verdadero logro es de José Luis Escrivá, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que desde el principio fue consciente de la necesidad de que la medida aguantara, que no fuera exclusivamente una medida de propaganda y una carta de presentación del Gobierno»

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Echenique y Escrivá

Fernando Alvarado | EFE

La aprobación en el Congreso del Ingreso Mínimo Vital, sin ningún voto en contra y con la abstención de Vox, es un logro casi impensable hace apenas unos meses. Es también impensable hoy. La polarización ha crecido con la pandemia. El PP ha exigido matices y ha señalado que “la renta básica para proteger a los más vulnerables es un invento del PP”. El debate ha sido agrio y polarizado. Pero la mayor parte de los partidos ha votado a favor.

El verdadero logro es de José Luis Escrivá, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que desde el principio fue consciente de la necesidad de que la medida aguantara, que no fuera exclusivamente una medida de propaganda y una carta de presentación del Gobierno, acostumbrado a chapuzas jurídicas. La medida es barata (3.000 millones de euros al año) y mucho más efectiva para reducir la pobreza que una subida del salario mínimo (una medida que a menudo es más simbólica que práctica). Sin el trabajo de Escrivá, los más fundamentalistas se habrían apropiado de la medida y por lo tanto la habrían vuelto impracticable.

El 1 de junio, cuando el Partido Popular planteó que quizá votaría a favor, el portavoz parlamentario de Unidas Podemos, Pablo Echenique, tuiteó: “Muchas gracias al Partido Popular por votar a favor de la paguita bolivariana. Os damos la bienvenida al socialcomunismo, camaradas ☭”. Echenique es alguien atrapado en su propio sarcasmo. Encaja con la definición que hizo Lewis Hyde de la ironía: “Si se usa a lo largo del tiempo, se convierte en la voz del atrapado que empieza a disfrutar de su jaula.” La ironía de Echenique no es la ironía liberal que defiende el filósofo Santiago Gerchunoff en Ironía ON, ni encaja con el ironista melancólico rortiano. La ironía de Echenique es un sarcasmo dogmático y sectario. Provoca lástima y traslada una imagen de alguien atrapado en meme eterno, sin capacidad de ir más allá.

Con ese tuit, Echenique demuestra que no le interesa que le den la razón. No busca convencer sino evangelizar. Considera que una negociación solo es aceptable si implica la rendición del otro y la sustitución de su moral por la mía. Por eso, incluso cuando “gana” no se queda satisfecho: si gana ya no puede seguir peleando, que es para lo que ha venido a la política.

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