THE OBJECTIVE
Víctor de la Serna

Los profesionales vuelven a Washington

«Lo que desde la Unión Europea podemos desear es ser socios y aliados auténticos de nuevo, sin guerra de aranceles, y podamos enfrentar juntos los planes de rusos, chinos –e incordios como los turcos-, que han avanzado mucho sus posiciones»

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Los profesionales vuelven a Washington

JOSHUA ROBERTS | Reuters

Llegan los profesionales a la Casa Blanca, y entre eso y la proximidad de la vacuna del covid las Bolsas han dado un respingo un tanto excesivo después de tantos meses de recesión y pesimismo. Pero es cierto que Joe Biden es un estadista, no un arribista, con decenios de experiencia y contactos, y basta ver cómo se ha rodeado. Ni se rechista cuando nombra ministro a un inmigrante cubano, y no comparemos a Janet Yellen con los responsables económicos de Trump…

Lo que nos interesa en primer lugar, desde esta esquina de Europa, es la política exterior de Washington tras cuatro años erráticos. Y la elección de Antony Blinken, colaborador directo de Biden desde hace 18 años, como secretario de Estado ha aliviado y animado a los sufridos aliados europeos, entre otros, que creen que se restablecerán lazos que Trump despreciaba.

El experto James Traub apuntaba esta semana en ‘Foreign Policy’: “El equipo de Biden promete una restauración, no una transformación. Van a sentirse decepcionados los que esperen cambios bruscos, desde los izquierdistas veteranos como Bernie Sanders que aborrecen cualquier señal de poderío, a los neoconservadores irredentos cansados de ‘dirigir desde atrás’, pasando por los realistas astringentes que piensan que EEUU ha perdido todo autocontrol desde la caída del muro de Berlin”. Cita a diplomáticos veteranos que afirman que una política exterior prudente rechazará tanto la recuperación de la hegemonía como el aislacionismo. Y eso es lo que Biden buscará.

Como insiste con razón Traub, la restauración no puede significar volver al mundo como era en 2016, porque todo ha cambiado radicalmente desde entonces. China y Rusia están decididas a ser potencias mundiales y habrá que evitar sus abusos, recuperar la importancia central de la democracia dentro del orden mundial, coordinar la respuesta mundial a la pandemia[contexto id=»460724″] y crear un orden económico internacional más equitativo con cambios en las reglas del comercio, los impuestos y las reglamentaciones.

En un desorden como el que sufre este mundo pandémico, la tarea es enorme. Además, salvo el caso rarísimo de que los demócratas ganasen los dos escaños en el Senado que faltan por proveer, seguirán los republicanos con mayoría en la Cámara alta y su dirigente, Mitch McConnell, frenará todo intento legislativo importante de los demócratas, sobre todo si Trump[contexto id=»381723″] se sale con la suya de seguir dominando su partido desde fuera y montar una operación generalizada de acoso a Biden que contribuya a su fracaso y le abra esa segunda oportunidad –en la que pocos creen, pero sí que los hay- en 2024. Habría que esperar a la renovación parcial del Senado en 2022 para ver si entonces hay más suerte.

Veremos si gana Trump esa vergonzosa batalla subterránea o le ganan a él los varios acosos judiciales que amenazan con mandarle a la cárcel. Lo que desde la Unión Europea podemos desear es ser socios y aliados auténticos de nuevo, sin guerra de aranceles, y podamos enfrentar juntos los planes de rusos, chinos –e incordios como los turcos-, que han avanzado mucho sus posiciones ante el errático comportamiento del actual presidente y creado redes de libre comercio muy poderosas en las que nosotros no estamos y que creíamos imposibles en esas zonas del mundo. Hay que recuperar mucho terreno, y con Biden puede ser posible.

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