THE OBJECTIVE
Pablo de Lora

¡Quiero votar!

«El que pregunta en un referéndum consultivo sobre una eventual secesión ya ha determinado la nación política y, por tanto, ha ganado la partida»

Opinión
6 comentarios
¡Quiero votar!

Manifestantes independentistas. | THE OBJECTIVE

Es muy sencillo. Cataluña, ese territorio accidentalmente integrante de esa mayor superficie geológicamente accidental y nada esencial que llamamos España, también es mía, nuestra, o sea, de todos los españoles. Y yo no quiero que mi hijo tenga que atravesar una frontera para darle un abrazo a su amigo Pablo que vive en Barcelona. Sus padres no tenemos derecho a privarles del legado de un bien común, que a su vez nosotros hemos heredado, sin que la inmensa mayoría de los legatarios, sí, los ciudadanos españoles, podamos decir siquiera esta boca es mía. No, yo no tengo derecho a privar a ningún gerundense de poder decidir si vendrán a Madrid como extranjeros, si necesitarán permiso de residencia y de trabajo para ser profesores de universidad o cirujanos o aspirantes al desconsuelo por un chulapo o chulapa que del piropo retrechero pasó al ya no te quiero. En el límite, en ese horizonte utópico al que cualquiera que se tome en serio los derechos humanos debe aspirar, todo el orbe debería ser de todos para movernos e instalarnos allí donde anhelemos o pensemos que nuestra vida será mejor. El nacionalismo de izquierdas, además de repugnante oxímoron, es perfectamente irreconciliable con el noble ideal cosmopolita. 

«Poner fronteras donde no las hay tiene siempre una presunción de exclusión, de xenofobia apenas disimulada»

Las fronteras existentes son moralmente arbitrarias: so far so good. Pero ponerlas donde no las hay tiene siempre una presunción de ilegitimidad, de exclusión, de apropiación artera, de racismo o xenofobia apenas disimulada, que sólo por poderosísísímas razones – el común acuerdo de todos los comuneros, o que la separación sea el único remedio para que cese una violación masiva y significativa de los derechos humanos de los que habitan ese territorio- cabría justificar esa secesión. Y no: no vale el expediente de «es sólo preguntar para ver si ya si eso…» o preguntar elípticamente «estaría usted de acuerdo en la secesión aunque prefiera galletas Chiquilín a María Fontaneda», o algo semejante. Así como el que da primero da dos veces, el que pregunta en un referéndum consultivo sobre una eventual secesión ya ha determinado el demos relevante, la nación política, y por tanto ha ganado la partida. Lo expresó con su habitual finura y perspicacia Francisco Laporta allá por 2014 en un artículo en El País (¡qué tiempos aquellos!) de elocuente título («Las trampas de la consulta»): no se trata de votar porque ya se es (una nación política), sino de votar para así ya ser; ya sea que vote el 90% de los catalanes o el 8% y de esos sean favorables a iniciar, continuar o concluir el proceso el 15%, el 80% o el porcentaje que a Junqueras o cualquiera de sus palmeros le salga de sus algoritmos montenegrinos o de su intuición quebequés.

Así que ni 55% del 50% ni la resultante de aplicar el 67% al número que salió como gordo de la lotería de Navidad de 1952. ¡Quiero votar! 

Yo y todos mis compatriotas.  

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D