THE OBJECTIVE
Javier Benegas

Milei y la cuadratura del círculo antifascista

«Los peronistas tratarán de movilizar el voto clamando que viene el lobo ultraderechista. Al PSOE le funcionó. Veremos si le funciona al peronismo»

Opinión
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Milei y la cuadratura del círculo antifascista

Javier Milei.

Javier Milei ha resultado ser el candidato más votado en las elecciones primarias celebradas este domingo en Argentina. Sin embargo, lo que para muchos es una sorpresa en realidad no lo es tanto, si se tiene en cuenta el contexto; esto es, la dramática situación de los argentinos.

Argentina era un país que hasta la década de 1940 era rico y pujante como pocos. Sin embargo, primero el peronismo y después el conformismo del centroderecha han acabado arruinándolo por completo. La puntilla: una inflación que alcanza los tres dígitos y un Banco Central convertido en una máquina de imprimir billetes con la que financiar disparates y clientelas políticas, a costa, claro está, de empujar a la pobreza a millones de argentinos.

Estos ha llevado a los argentinos a una situación límite. Y parece que por fin la extrema necesidad ha desactivado en parte, al menos el 30% que otorga esta primera victoria a Milei, los artefactos ideológicos de la izquierda y ese compadreo canalla del centroderecha, ambos tan imbricados en lo público que resulta casi imposible distinguir dónde empieza el Estado argentino y dónde terminan sus negocios.

Así que, en efecto, lo de Milei en Argentina es una sorpresa relativa. De hecho, diría que, visto el estado de postración de ese país, la sorpresa hubiera sido que la mayoría de los electores argentinos hubiera renovado la confianza a alguna de las facciones responsables del desastre; es decir, que votaran mayoritariamente por seguir empobreciéndose sin tasa.

«En España evitar seguir empobreciéndonos está lejos de ser una prioridad mayoritaria»

Pero el shock de los analistas españoles es hasta cierto punto comprensible. Después de todo, en España evitar seguir empobreciéndonos está lejos de ser una prioridad mayoritaria. Lo nuestro es, o bien votar a los predicadores de la justicia social, o bien a quienes prometen colindar con ellos. Para todo lo demás, que Dios nos asista. Aún tenemos que recorrer un largo camino de dolor y sufrimiento hasta alcanzar la profundidad de la crisis de Argentina. Pero estamos entrenando muy duro para lograrlo en el menor tiempo posible.

Imagínese, querido lector, que usted hubiera empezado el año en España con unos ingresos de 2.000 euros mensuales y sin haber perdido su empleo o dejado de trabajar en ningún caso, ocho meses más tarde esos ingresos se hubieran reducido en la práctica a menos de 900. Y que, para colmo, el pronóstico fuera la continuidad por tiempo indefinido de esta merma acelerada de su poder adquisitivo. Aquí nos lamentamos de la inflación, y con razón, pero es que Argentina juega en otra liga. Añada a esto una criminalidad disparada, la corrupción galopante y el colapso de las administraciones y tendrá una idea aproximada del desastre.

Sin embargo, para la prensa española el peligro de Argentina es el ascenso de la extrema derecha. Y no sólo para los diarios nominalmente de izquierdas. Dos señaladas cabeceras, cuya filiación supuestamente es de centro derecha, han activado la alerta antifascista antes incluso que sus colegas progresistas. Es más, una de ellas, rizando el rizo, ha llegado a calificar al economista Javier Milei de ultraderechista y libertario… Habrá quien piense que una combinación de términos tan disparatada es consecuencia de la ignorancia que asuela a la profesión periodística. Pero me temo que no es sólo ignorancia.

Incluso en el periodismo la ignorancia tiene sus límites. Aunque sólo sea por intuición y una vaga compresión del español, salta a la vista que ultraderechista y libertario no pueden combinarse en la misma frase. Unir ambos tiene que ser intencionado. De entrada, mezclar cualquier término relacionado con la libertad con lo ultra no apunta a nada bueno.

Así que no, me temo que no se trata tanto de ignorancia como de la enésima manifestación de ese cordón sanitario que envuelve a cualquiera que discuta que la democracia ha de ser socialista, o en su versión más aseada, socialdemócrata. ¡Cuidado que viene el lobo a devorar tus derechos y libertades!

«La derecha española más marginal y la izquierda radical van juntas de la mano a la hora de descalificar a Milei»

Quien dice socialista o socialdemócrata, dice estatista. Y casi es más certero esto segundo. Porque sospecho que eso es lo que más temen los partidos mayoritarios y sus correas de transmisión periodísticos, que el común desvíe la mirada hacia un Estado fuera de control desde el que mandan o aspiran a mandar unos y otros y, claro está, ordeñarnos sin límite.

Para demostrar lo disparado de la alerta de la prensa basta advertir que la derecha española más marginal y la izquierda radical van juntas de la mano a la hora de descalificar a Javier Milei, pues su condición de liberal y algunas excentricidades personales lo hacen incompatible con sus inmarcesibles postulados: Milei es, para ambos, un monstruo transhumanista. Tampoco los liberales puros tienen una opinión demasiado elevada de este economista argentino. Al contrario. Milei es para ellos peor que un traidor: es un engendro, una malformación nacida del sagrado vientre del liberalismo.

Pero esto, creo, se debe a que unos pocos personajes han convertido el liberalismo español en su marca personal. Y si bien a ellos les va muy bien, para el resto es un desastre porque han reducido el liberalismo a una utopía propia de idiotas, en el sentido en el que lo entendían los antiguos griegos, que era para indicar a una persona que no se preocupaba por los asuntos políticos. Y es que el purismo liberal, en la práctica, obra ese efecto, alejar al liberal de la política. Porque abordar los problemas comunes requiere de un cierto realismo y, a su vez, ese realismo exige bajarse de la nube.

Lo advertía en un artículo publicado en este mismo medio, en demasiados lugares la democracia sigue siendo un sistema de alternancia del poder, pero hace tiempo que no lo es de las ideas. Todo lo que desafíe esta inercia es tachado de extremo. Pero no deben desesperar quienes consideran que la democracia es mucho más estupenda cuando se le priva de uno de sus pilares más importantes, el pluralismo, porque esta historia electoral aún no ha acabado. Tal y como hizo Pedro Sánchez, los peronistas tratarán de movilizar y aglutinar el voto clamando, precisamente, que viene el lobo ultraderechista y libertario. Al PSOE le funcionó. Veremos si le funciona al peronismo.

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