THE OBJECTIVE
José García Domínguez

La subordinación ideológica del PSOE

«Nuestro presidente desconoce que una nación no es más que un relato sobre el pasado compartido por una comunidad humana, como el que acaba de rasgar»

Opinión
9 comentarios
La subordinación ideológica del PSOE

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez. | Alejandra Svriz

Un presidente en ejercicio del Gobierno del Reino de España acaba de otorgar su visto bueno oficial a un documento redactado íntegramente en suelo extranjero donde se afirma que Cataluña y el resto del país que él mismo preside mantienen abierto un conflicto político permanente; una disputa de identidades nacionales contrapuestas que, según ese papel, remonta su origen al año 1714, esto es, al siglo XVIII. La asonada insurreccional contra el vigente orden jurídico que, en octubre de 2017, alentó, organizó, dirigió y consumó Carles Puigdemont, el prófugo de la justicia cuya firma figura al pie del documento en cuestión, no habría constituido, en consecuencia, más que otro episodio añadido a ese crónico enfrentamiento ancestral que, a juicio de Pedro Sánchez Castejón, opone a Cataluña frente a España. 

Uno de los grandes dramas de nuestro tiempo presente, y no sólo aquí, remite a que personas de tan escaso bagaje formativo y libresco, gentes tan decididamente huérfanas de una mínima formación histórica y humanística que les permita acceder a una visión de la realidad que trascienda los estrechos límites de la coyuntura inmediata, lleguen ahora a los más altos puestos de responsabilidad política, incluso a la cumbre misma el poder. No creo que Pedro Sánchez, igual que Rodríguez Zapatero antes que él, sepa gran cosa de la génesis y trayectoria del nacionalismo catalán, ni tampoco de lo que implicó en la práctica la aprobación de los decretos de Nueva Planta tras la derrota del bando austracista en la Guerra de Sucesión. Pero lo que sí debería saber, al menos, es que corroborar de modo íntegro la versión sesgada de la narración del pasado que han construido a conciencia los publicistas académicos al servicio del secesionismo, que no es otra cosa lo que acaba de hacer, constituye una manera implícita de considerar ilegítimo al propio Estado español que aspira a seguir dirigiendo. 

«No creo que Pedro Sánchez, igual que Rodríguez Zapatero antes que él, sepa gran cosa de la génesis y trayectoria del nacionalismo catalán»

Para una persona que solo piensa en la próxima encuesta del CIS, huelga decir que tales cuestiones suponen meras bagatelas retóricas y carecen de la más mínima trascendencia en el plano de lo tangible. En cambio, a ojos de un estadista, representarían cesiones inadmisibles, toda vez que aceptarlas, tal como acaba de hacer Sánchez con alegre irresponsabilidad, llevará asociado el que fuera de nuestras fronteras, y de modo muy particular en los centros de decisión política de la Unión Europea, quede inutilizado y desmantelado para siempre el argumento de que solo los partidos separatistas – Junts, Esquerra y la CUP- son los causantes del desencuentro político en Cataluña. Porque, a estas horas, ya saben en todas las cancillerías del mundo que, bien al contrario, el problema se remonta a la Nueva Planta de Felipe V, el primer monarca de la dinastía borbónica que accedió al trono de España. Casi nada.

Aunque lo peor no reside en que nos enfrentemos a una simple combinación de oportunismo miope y torpeza estratégica, todo ello sazonado con generosas dosis de mediocridad intelectual y anemia lectora. No, ese cóctel explosivo todavía no alcanza a ser lo peor. Porque lo peor, y con diferencia, es algo que Marcelo Gullo, uno de los más lúcidos analistas sociales con que contamos en el mundo hispánico, ha designado como subordinación ideológica; esto es, la completa colonización cultural que la paciente labor de zapa llevada a cabo durante décadas por los intelectuales orgánicos del secesionismo ha logrado implantar dentro de las mentes rectoras – igual que en las no rectoras- de la izquierda peninsular. Porque no se trata sólo de la persona de Pedro Sánchez, es la casi totalidad de la izquierda española la que, y desde hace muchos años, ha asumido de grado el papel de esclava voluntaria del discurso a propósito de la nación española que elaboran los mismos que ansían destruirla. Resulta muy probable, yo así lo creo, que el presidente Sánchez carezca de la menor conciencia personal acerca de la trascendencia de esos papeles que acaba de firmar por delegación. Seguro que ni tan siquiera es consciente. Porque nuestro presidente desconoce que una nación no es más que un relato sobre el pasado compartido por una comunidad humana; un relato como el que ahora acaba de rasgar.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D