Decálogo para 'baby boomers'
«¿Qué podemos hacer para mantener nuestra plenitud profesional en los años laborales que todavía tenemos por delante? Diez actitudes para seguir en forma»
Tenemos entre 50 y 60 años, nos sentimos bien, con ganas de vivir y trabajar. Somos hijos del baby-boom español, nacidos en los sesenta y los primeros setenta del siglo pasado. Estamos en la plenitud de nuestra vida profesional, pero sabedores de que la jubilación comienza a enseñar su patita en el horizonte. Tenemos amplia experiencia y hemos conocido y vivido los grandes cambios políticos, económicos, sociales y tecnológicos experimentados por nuestro país y en nuestros empleos.
Probablemente, ninguna otra generación anterior tuvo que asimilar unos cambios de tamaña magnitud. Conocimos la llegada de la televisión a color, del fax, de la calculadora digital, de los primeros ordenadores y procesadores de texto, de internet y un sinfín de transformadoras innovaciones tecnológicas hasta llegar al asombro de la IA que ahora nos ocupa. Supimos adaptarnos a todos ellos y somos conscientes que tendremos que continuar haciéndolo para no perder ritmo ni descabalgarnos de la espectacular transformación digital que experimentamos.
A lo largo de los ochenta y noventa nos incorporarnos activamente al mercado laboral, a principios de los dos mil ya estábamos en plenitud y hoy, en gran medida, mandamos en empresas y administración. También en la política europea y en gran medida española. Hemos influido de manera notable en la España y en la economía que hoy somos. Dejamos, por ello, algunas preguntas en el aire. ¿Hemos conseguido mejorar la herencia que generaciones anteriores nos legaron? ¿Dejaremos una mejor España que la que recogimos décadas atrás en esta interminable carrera de relevos que es la historia? Que cada cual responda según su criterio, opinión, experiencia y discernimiento, pero sin venirse arriba ni amargarse, que no es plan en ningún caso.
Nuestros padres, nacidos en los treinta y cuarenta del siglo pasado, educados en años de carencia, vivieron la década prodigiosa de los sesenta, la de los seiscientos, la nevera, la televisión a plazos y el apartamento, que consagró una clase media que construiría, al finalizar el franquismo, la España de las libertades y del bienestar. Nuestra quinta no ganó la democracia, nos hicimos mayores de edad ya en ella. Participamos, eso sí, de nuestra entrada en Europa y la OTAN, adscribiéndonos inequívocamente en el bloque occidental.
En este periodo, nos abrimos al mundo, internacionalizamos nuestras empresas y economía. Y el tiempo pasó rápido, rápido. Que un día te acuestas como joven promesa y al día siguiente te levantas como vieja gloria, escuché el otro día decir, con sorna y razón, en la presentación del estupendo libro El factor edad, de Ana Matarranz y Enrique Arce. Pues no somos viejas glorias todavía, pero casi, casi. En todo caso, lo de joven promesa ya lo dejamos atrás, por lo que debemos preguntarnos, ¿qué podemos hacer para mantener nuestra lozanía y plenitud profesional en los años laborales que todavía tenemos por delante?
«Reflexionemos y tratemos de comprender los tiempos que vivimos»
Pues más allá de las fundamentales cuestiones personales —salud, vida familiar y sentimental, cuidados personales, deporte, dieta, alimentación—, que no son objeto de estas líneas, vamos a tratar de resumir en un decálogo algunas de las actitudes que sin duda alguna nos ayudarán a mantenernos en forma profesional, que es lo que nos ocupa. Pues vamos allá:
1.- Mantengamos la curiosidad por el mundo que habitamos, inmerso en una acelerada y profunda dinámica de cambio, que a diario nos reta vital e intelectualmente. Leamos, escuchemos y acudamos a libros, noticias, documentales, películas, podcasts, conferencias, debates y, en general, cualquier fuente fidedigna y actualizada de información y conocimiento. Reflexionemos y tratemos de comprender los tiempos que vivimos. Que sintamos en el rostro los vientos acelerados de la historia con la cara alta y el brillo de interés en los ojos. No hagamos caso a esos cantos de sirena que proclaman aquello tan peligroso de que «se pare el tren, que yo me bajo». No, no nos bajaremos del tren de nuestra sociedad, viviremos con intensidad su pulso y devenir.
2.- No dejemos de aprender, de estudiar, de investigar. No es cierto aquello tan necio de que ya lo sepamos todo ni que a estas alturas no merezca la pena el esfuerzo del estudio y aprendizaje. Nuevas tecnologías, formas de trabajar y de comunicarnos, nos retan con insolencia. Debemos aspirar a comprenderlas y a desarrollarnos con ellas. El día que renunciemos a aprender, comenzaremos a morir, profesionalmente, al menos. Nos jubilaremos con más de 67 años, debemos estar al día en técnicas, procesos y conocimientos hasta la última jornada de trabajo. La actitud de aprendizaje permanente nos rejuvenece y motiva, ¿quién dijo miedo a los nuevos conocimientos?
3.- Sacudamos la capa de cinismo que los años, los desengaños y sinsabores tiende sobre nuestro ánimo. No caigamos en la melancólica trampa de creer aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. No es cierto, cada época tiene sus luces y sus sombras y nos tocan vivir tiempos apasionantes. Reforcemos nuestro entusiasmo, con la convicción de que aún nos queda mucho partido trepidante por delante. No idealicemos, pero tampoco renunciemos a la ilusión.
«No nos desconectemos de los modos de comunicación de nuestros días»
4.- Participemos en las redes sociales, la plaza del pueblo del XXI. Mostremos lo que hacemos, el valor que aportamos. Sigamos aquello que nos gusta e interesa. Las RRSS muestran las dinámicas actuales de la sociedad, con sus grandezas y miserias. No nos desconectemos de los modos de comunicación de nuestros días. Hacerlo, significaría aislarnos de los tiempos, que son los que son y en los que debemos habitar, progresar y tratar de ser felices. Si no nos comunicamos como lo hacen las nuevas generaciones, nos descolgaremos del tam-tam de la sociedad actual, con riesgo cierto que quedar orillados en la cuneta de la melancolía.
5.- Al tiempo que nos esforzamos en nuestro desempeño profesional, debemos prepararnos para nuestra jubilación futura. Y debemos hacerlo con tiempo, financiera y mentalmente. Para algunos será posible una segunda carrera, aportando conocimiento y experiencia a través de consejos de administración y consejos asesores, o como consultores freelance, seniors advisers, of counsels, u otras formas profesionales de apoyo a empresas y organizaciones desde la sabiduría y no desde el cotidiano vértigo ejecutivo. Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos para esta segunda carrera, que no se improvisa, sino que hay que trabajarla durante años en forma de prestigio, marca personal, contactos y reconocimiento profesional. Reflexionemos sobre nuestra visión futura y actuemos en consecuencia, ahora que todavía tenemos tiempo por delante.
6.- Aprendamos a convivir y cooperar con las generaciones más jóvenes, en una relación simbiótica de beneficio mutuo. Nosotros aportamos sabiduría y experiencia, y ellos, empuje y mejor adaptación al ecosistema digital. La adecuada gestión de la diversidad generacional es todo un reto en el que nos jugamos nuestro futuro. Realicemos un esfuerzo individual y colectivo para conseguirlo, ganaremos como profesionales y como sociedad.
7.- Cultivemos hobbies y aficiones, que nos alegran y motivan hoy, y que puede ser motivo de ilusión y dedicación el día de mañana. Cuántas empresas y negocios nacieron al calor de una afición, cuántos contactos adquiridos, cuánto podemos aprender y mejorar con ella.
«Debemos socializar, más allá de nuestro ambiente familiar y de amistades»
8.- No nos aislemos. Debemos socializar, más allá de nuestro ambiente familiar y de amistades. Hay que asistir a conferencias, eventos, presentaciones, congresos. Escuchar lo último, aprender de los mejores. Ver y ser vistos. Cultivar nuestra red de conocidos y de contactos, siendo conscientes de que nuestra agenda supone un patrimonio personal tanto para el hoy como para el mañana.
9.- Trabajemos con propósito. Saber el porqué y el para qué nos esforzamos y trabajamos cada día nos motiva e impulsa a ser mejores. Debemos aspirar a la excelencia profesional, huyendo de adocenamientos y escaqueos. Mejoremos nuestro liderazgo, trabajemos en equipo, fomentemos una sana cultura de empresa, participemos en la visión del mañana, militemos en el compromiso. Ten proyectos, plantéate nuevos retos y metas.
10.- Y, lo más importante, tengamos visión estratégica para nuestro propio futuro. Y para ello, nada mejor que respondernos la pregunta esencial. ¿Qué queremos hacer de mayores? Sorprendentemente, poca gente lo hace. Visualicemos lo que nos motiva y pongámonos a prepararlo, ahora que todavía tenemos tiempo y ganas.