El BNG concentra el voto de la izquierda pero se queda sin premio en una noche histórica
Pontón logra dulcificar la imagen del nacionalismo, pero lamenta no haber conseguido desbancar al PP
Noche de meigas para el BNG. Los nacionalistas gallegos obtienen los mejores resultados de su historia, 25 escaños, pero se quedan a las puertas del gobierno tras una nueva mayoría absoluta del PP. El desplome de los socialistas aúpa a Ana Pontón, que se afianza como jefa de la oposición y consigue dulcificar la imagen del nacionalismo. Las expectativas que apuntaban los sondeos se han cumplido, en buena medida porque los votos de la izquierda son vasos comunicantes. El Bloque se ha beneficiado de la debacle del PSOE y la falta de entendimiento entre Sumar y Podemos para articular una candidatura común.
El BNG ha conseguido el apoyo de 467.000 gallegos, casi el 32% de los votos emitidos. Seis escaños y 150.000 papeletas más que hace cuatro años, aunque insuficientes para gobernar la Xunta. Lo impedirá una nueva mayoría absoluta del PP, esta vez liderado por Alfonso Rueda. Aún así, la sede de los nacionalistas gallegos se convirtió este domingo en una fiesta. No en vano, triplican en escaños y votos al PSOE, lastrado por una interminable crisis interna y la tramitación de la ley de amnistía.
La formación que lidera Pontón ha recibido un trasvase de votos de Sumar y Podemos, que obtiene 45.000 apoyos menos que en las últimas autonómicas, que se celebraron en julio de 2020, en plena pandemia. Otra de las grandes damnificadas de la jornada es Yolanda Díaz, que continúa sin ser profeta en su tierra. En un escenario de profunda división de la izquierda, los votantes progresistas han optado en masa por la ilusión que ha despertado el BNG durante la campaña.
«Insuficiente» para el BNG
«Este resultado nos parece insuficiente porque nuestro objetivo era abrir un tiempo nuevo, un gobierno liderado por el BNG. Entiendo y comprendo la decepción que sienten muchas personas. Había muchas esperanzas depositadas en esta campaña», ha reconocido Pontón en su comparecencia, poco antes de las 23.00 horas. No obstante, ha asegurado que hay «un antes y un después de este día» ya que este resultado indica que «este país ya cambió y que no hay marcha atrás» porque «hay una ciudadanía que no se resigna».
Los éxitos de la campaña del BNG han pilotado sobre dos ejes: mostrar una cara amable del nacionalismo y conectar con el voto joven y urbano, a sabiendas de que el apoyo rural estaba controlado por el PP. En su carta de principios políticos, de los años setenta, el Bloque proclama que el nacionalismo gallego es «la respuesta democrática de nuestro pueblo ante una situación de dependencia económica, opresión cultural y política que imposibilita el progreso y bienestar de la sociedad gallega».
Medio siglo después, el mundo ha cambiado y ese discurso se antojaba desactualizado. Pontón ha imprimido un nuevo aire ideológico en su tercera comparecencia ante las urnas. Uno de los puntos de inflexión en ese lavado de cara tuvo lugar en octubre de 2022, cuando la líder del BNG visitó la sede de Inditex y comenzó a hacer una defensa cerrada del sector productivo gallego. La formación ha pasado de un nacionalismo que abraza la autodeterminación a uno más sentimental, hasta ahora nicho electoral de los populares.
A pesar de que casi todas las encuestas arrojaban una mayoría absoluta del PP, la formación que lidera Pontón no tiró la toalla. El crecimiento del BNG a medida que pasaban las semanas incrementó el nerviosismo de sus adversarios. Rueda incluso sacó a pasear el fantasma de ETA durante el primer debate (no asistió al segundo). Su intención era vincular al nacionalismo gallego con el terrorismo, ya que el Bloque se presenta a las elecciones europeas (ya lo hizo hace cinco años) en coalición estratégica con ERC y Bildu.
El éxito del nacionalismo
La única eurodiputada con la que cuenta, Ana Miranda Paz, iba de número cuatro en la candidatura de Las Repúblicas, que obtuvo tres escaños. Paz tomó el acta en septiembre de 2022, después de que renunciara el representante de Bildu Pernardo Barrena, que ha sido investigado por 108 delitos. Las víctimas del terrorismo lanzaron duros comunicados contra el BNG por ir de la mano con antiguos miembros de la banda terrorista. Pontón rechazó la relación, que limitó a una cuestión estratégica para tener voz en Europa.
Otra de las claves del éxito del BNG es el apoyo de los jóvenes. 79.072 gallegos han cumplido la mayoría de edad desde las últimas autonómicas, lo que representa el 3% del censo. En la formación están convencidos de que muchos de ellos les han apoyado. Un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) tras los últimos comicios reveló que el 39,2% de los nuevos votantes depositaron la papeleta del Bloque en la urna, muy por encima del 14,1% del PSOE y el 9% del PP. En la franja de edad siguiente, de 25 a 34 años, los apoyos eran aún mayores: casi el 41%.
La campaña electoral también ha sido el final de un largo camino de reconciliación interna en el BNG que culminó con un icónico abrazo entre Xosé Manuel Beiras y su sucesor, Anxo Quintana. El histórico dirigente abandonó la formación en 2012 para fundar Anova junto a Podemos y la IU de Díaz. Su eclosión sirvió como laboratorio de ideas para los morados, pero también restó protagonismo al Bloque, ya que se consolidó durante ocho años como la alternativa nacionalista. Una década después no queda rastro de Anova y Beiras y sus afines han vuelto a la casa madre.
La candidata del BNG no se ha librado en esta campaña de la polémica. Sus adversarios políticos han recuperado la hemeroteca y han recordado que, en el pasado, lanzó mensajes antimonárquicos y respaldó el procés tras el 1-O. En junio de 2014, poco antes de la abdicación del rey emérito Juan Carlos I, Pontón apeló a «instaurar la República gallega» y a «suprimir la monarquía». Antes había defendido la «soberanía de Galicia» y el legado de Fidel Castro y Hugo Chávez.
Reconciliación con la política
La nacionalista gallega fue la más madrugadora en depositar el voto este domingo. Lo hizo muy optimista, convencida de que Galicia podía hacer «historia». Les ha faltado el último empujón, aunque fuentes de la formación consideran que han puesto los cimientos para el futuro. Especialmente, porque han conseguido erigirse como la fuerza prominente de la izquierda.
Pontón lleva 20 años en política activa. Tras cuatro legislatura en el Parlamento gallego, su nombre trascendió a la esfera nacional hace apenas unos meses, tras una estrategia de maquillaje político que ha llevado a su partido desde la defensa de postulados nacionalistas radicales a una opción más pragmática basada en un nacionalismo sentimental. No obstante, su programa electoral no regatea en cuestiones identitarias e incluye impulsar el uso del gallego «para usarlo en todo momento, en todas las instituciones».
Entre las 11 grandes líneas de actuación de su programa destaca la defensa de los servicios públicos, prioritarios para el BNG. La formación nacionalista apostaba por un rescate de la Atención Primaria, reducir la lista de espera e incluir psicólogos clínicos. «Desde 2009 Galicia acumula un recorte presupuestario de Atención Primaria de 2.193 millones de euros y 375.000 personas actualmente esperan una operación». En materia educativa, ofrecían la gratuidad de los libros, el transporte y el comedor escolar.
El BNG tendrá que esperar otros cuatro años para lograr las 35 competencias que siguen pendientes de ser transferidas, algunas de ellas pactadas en el acuerdo de investidura de Pedro Sánchez. En su programa electoral destaca el interés por hacerse con la gestión del Ingreso Mínimo Vital, los activos de la Sareb o la competencia exclusiva de la policía. El Bloque también demanda «la asunción de todas las competencias esenciales», el incremento en la participación de los tributos, un nuevo estatus políticos para «gobernar sin pedir permiso» y un nuevo sistema de financiación.