Hoy jueves se ha cumplido el plazo de 48 horas que la Junta Electoral Central dio el lunes al Gobierno de la Generalitat de Cataluña para retirar los lazos amarillos y las esteladas de todos los edificios públicos de Cataluña porque son “símbolos partidistas”. Dólares contra galletas a que, concluido el plazo, no habrán retirado ni uno. Es una apuesta fácil. Ni una estelada ni un lazo. Y no pasa nada. ¿Qué podía pasar? Que la portavoz Elsa Artadi se haya atrevido a compararse con Anna Frank mientras amenazaba con una “respuesta combativa”… una muestra más de las contorsiones del victimismo matón. Se nos ha olvidado, pero nada más estrenarse en el Gobierno, el pasado verano, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, reclamó a su homólogo en la Generalitat que recuperara la “neutralidad” del espacio público. Nadie ha hecho nada, ¿verdad? No, todo en orden.