«Esta es la lección que debemos aprender: la fe democrática en la libertad se defiende calle a calle, tribuna a tribuna, cátedra a cátedra, día tras día»
«He comprobado que lo anómalo de la situación había formado dos grupos distintos: en uno se escribía sin parar; en otro, no»
María Jesús Espinosa de los Monteros
Elegir qué juguete comprar se está convirtiendo casi en una decisión moral. ¿Y si aplicamos la dieta Benjamin estas fiestas? ¿Y si nuestros niños apenas se las ingeniaran con una muñeca, una pelota o un barrilete?
Ha vuelto a suceder. Ahora en Brasil. Casi medio país, en unas elecciones polarizadas y broncas, se echa en brazos de un líder demagogo, de retórica antiestablishment y con escaso apego a las normas y formas de la democracia liberal. Jair Bolsonaro tiene una hemeroteca realmente nutrida.
“Ya nadie sueña con la flor azul –anotó Walter Benjamin en 1925-. Si alguien hoy se despierta siendo Enrique de Ofterdingen, ha de ser sin duda porque se quedó dormido hace mucho tiempo”. Acudo estos días a los oficios de Semana Santa y se diría, en efecto, que el color sustantivo del pasado se ha ido tornando pálido y gris. Los símbolos religiosos permanecen en pie desprovistos de sentido, como iconos de un dios muerto. Es la tentación de la estrella matutina frente a la luz gastada de los días.