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Cultura

Berta Vias Mahou: "Vivian Maier quizás fue más dura consigo misma que con los demás"

Una vida prestada es el nuevo libro de la autora que narra la vida de la fotógrafa Vivian Maier

Berta Vias Mahou: «Vivian Maier quizás fue más dura consigo misma que con los demás»

Berta Vias Mahou | Cedida por la editorial

¿Por qué nos llaman la atención las fotos de Vivian Maier? Maier no buscaba ser artista, no era su modus vivendi, era una niñera a quien le gustaba sacar fotos. No hay una búsqueda específica en sus imágenes, solo captar el instante per se. ¿O acaso había otra motivación? En este misterio se ha adentrado Berta Vias Mahou para narrar el enigma.

Una vida prestada (Lumen, 2018) de Berta Vias Mahou, profundiza no solo en la fotógrafa, sino en esa niñera llamada Vivian Maier, a través de la investigación del archivo fotográfico que dejó este enigmático personaje de la historia fotográfica estadounidense. La nueva novela de esta autora nos acerca a la cotidianidad de un ser humano que vivía para sus adentros.

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Portada de «Una vida prestada» | Imagen: Lumen

¿Por qué elegiste a Vivian Maier como personaje?

Lo primero fue una razón externa. La editora de Lumen, Silvia Querini, es muy aficionada a la fotografía y desde el principio vio que había una buena historia y no fue la única, porque Núñez Molina también escribió un artículo diciendo que en la novela de la vida de Vivian Maier todas las páginas estaban en blanco. Entonces, pensé que se estaba pidiendo a gritos una novela sobre ella. Fue así que Silvia se reunió conmigo, lo hablamos y me dio la libertad de hacerlo. Yo enseguida vi el  potencial del personaje, no solo para los lectores sino también para mí y para continuar con una trayectoria que ya había comenzado antes con el personaje del torero en Yo, soy el otro. En Vivian Maier vi que era la cara opuesta del torero, era una mujer que tenía mucho talento que podía haberse promocionado, haberse movido en diferentes círculos artísticos y, sin embargo, prefirió vivir en el anonimato, seguir creando en entera libertad. Con eso yo me identifico plenamente encontré un potencial para mí misma, para seguir investigando sobre el éxito y el fracaso, la vida y el arte.

Hay una crítica al éxito en la novela e, igualmente, a cómo se maneja el artista en el mundo del arte…

Sí, efectivamente, el ámbito ya sea artístico o intelectual, da un poco lo mismo. Se refiere sobre todo a lo que es la salida hacia el exterior, la exposición al público, cómo influye cada vez más la opinión pública. Vivian Maier para mi era como un caramelo, una persona que lo único que quiso fue crear, fue como Emily Dickinson o como otra que me ha inspirado muchísimo, la prima de Walter Benjamin, Gertrud Kolmar, a la que la llevaron a Auschwitz y desapareció; no se sabe si murió en el camino. Ella escribía poesía y dicen que hoy en día es una de las poetas más importantes de Alemania y nunca quiso publicar. Fue su padre quien dio a conocer su obra a escondidas, porque ella era muy reticente a mostrarse y no tenía ninguna aspiración de fama o económica, lo único que quería era crear para la posteridad, si eso llegaba a ocurrir. Al final ocurrió como en el caso de Vivian Maier.

Con eso cierras el libro, con el tema del legado, con eso que podemos dejar y seguir transformando el mundo sin haber tenido éxito en vida. ¿Es el tema del legado de estos personajes una forma de mantenerlos vivos?

Sí, todo el mundo se pregunta si habría querido o no publicar, porque hasta qué punto sabemos sus intenciones, porque no las dejó por escrito o tuvo un confidente a quien le dijera lo que pensaba de todo esto; así que yo he intentado meterme en su pellejo. Pero sí me encontré en sus películas o en artículos una cosa que me molestaba: que por ser niñera era tonta. Yo creo que la niñera es tan importante como la fotógrafa. No se sabe qué quería ella, pero a mi me gustaba la idea de que ella cuando iba acumulando todas esas fotos, cuando lo guardaba tan celosamente, tan ordenado, tenía una intención. Ella valoraba ese trabajo. Quizás pensaba “algún día lo encontrarán”. Ese es el sueño de cualquier artista tímido o reservado, no tener que hacer nada con el público.

En la actualidad, en mundo lleno de egos exhibidos en las redes sociales, ¿Vivian Maier sería una outsider?

Sí, en cierto modo ella lo era, por otro lado era una mujer que a los 18 años se separa de su familia, se vuelve completamente independiente y se gana ella la vida mejor o peor, pero lo hace hasta último momento.

¿Cuál fue el proceso de búsqueda para pedir prestada la vida de Vivian Maier?

Sobre ella lo más importante son las películas para poder recrear su vida. Finding Vivian Maier es una y la otra es el documental Imagine Vivian Maierː who took nanny’s pictures? Son dos películas distintas. Posiblemente sea más emocionante Finding Vivian Maier, que muestra lo contradictoria que era, así como los testimonios de los que la conocieron: “era alta, no, no era tan alta”, “era reservada, no, no era tan reservada”. En esas películas te metes muy bien en lo que es el personaje y luego todos los artículos que se han escrito. También en los libros de fotografía que se hicieron sobre ella, hay dos que tienen textos nuevos, hay otros que no llevan casi ni pies de fotos. Contemplar una y mil veces sus fotografías para sacar personajes que luego han pasado a la novela.

No solo es meterse en la piel de Vivian Maier, es meterse en la piel y en los tecnicismos de un fotógrafo. ¿Tienes alguna inclinación hacia la fotografía o has sido fotógrafa?

Yo no sé gran cosa de fotografía, pero me identifico por otras razones. Yo camino muchísimo como ella, me encantan los niños, me encantan los cementerios, hay muchas cosas en común que me hacen pensar por qué usaba un sombrero en vez de un paraguas. Un sombrero es más práctico que un paraguas para cubrirse del sol y la lluvia y sacar fotos.

Hablas mucho de captar el momento preciso, de ese juego que tiene que ver con la creación fotográfica. ¿Es el libro un juego de representación fotográfica para hablar de identidad?

Sí, cuando le comentaba a alguien que estaba escribiendo sobre Vivian, siempre veía una dicotomía entre la niñera y la fotógrafa, como si fueran dos personas distintas que no tuvieran nada que ver, pero yo en la novela siempre he querido que esas dos personas convivieran, creo que es importante tanto la una como la otra. Hay capítulos en los que prima más su intrusión en una casa ajena, el juego con los niños y el trato con ellos y otros capítulos en los que he procurado buscar episodios en fotografías de aquel entonces en las que ella mostrara sus ideas.

Obviamente hablamos de mirada interior de Vivian Maier en el libro, que es lo que más domina, mucho autorretrato ¿Cómo llegaste a ser objetiva con lo que sabemos de ella?

El personaje he intentado crearlo en parte por lo que ella piensa y dice, en esa segunda persona, que es un diálogo, entre el autor, el personaje, el personaje consigo mismo, con el lector. Esa segunda persona me daba intimidad y al mismo tiempo distancia. Yo me identifico bastante con ella pero, al mismo tiempo, he querido que sea una descripción total, es verla desde afuera. De hecho, el primer título que barajé fue “Desde ese yo ahí fuera”, porque era una especie de idea de los autorretratos. Ella se autorretrata muchísimo, pero se nota que se ve como si fuera un objeto o casi. No se maquillaba, no se peinaba, se sacaba con la cara hinchada o con un ojo morado, quizás fue más dura consigo misma que con los demás.

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Autorretrato, 1954 © Vivian Maier/Maloof Collection

¿Realmente crees que hay misterio alrededor de Vivian?

Misterio hay todo, como en la vida de cualquier persona. Yo creo que todas las personas somos de misterios, otra cosa es que unos guarden más o menos, y esta mujer guardaba muchísimo porque tenía una vida interior muy rica.

De hecho usas un recurso para el inicio y el final de la novela, que la describe: “Una espía sin sueldo. Una artista sin público. Una mujer sin hijos”… ¿Es una descripción de una mujer pesimista?

Más que pesimismo, es realismo, se está muriendo, se está muriendo sola y es completamente consciente. Por lo que he leído, Vivian Maier no estaba completamente consciente en sus últimos momentos porque se golpeó la cabeza y perdió cierta lucidez. Decían que hablaba y no contestaba, pero quién sabe si ella estaba metida en su mundo interior y no quería contestar. Es difícil saberlo.

Ese juego narrativo de narrar en segunda persona ¿por qué lo tienes como una fórmula para escribir tus novelas?

No es que sea una fórmula, pero como la literatura es una mezcla de inconsciente y de trabajo reflexivo salió así. En el libro se va combinando un poco, porque ella a veces se ve desde afuera en tercera persona o en segunda persona y, otra veces, llega a usar la primera persona, pero predomina la segunda. Es esa manera de autoanalizarse a uno mismo. Yo en mis novelas intento siempre dejar algo de incertidumbre, de duda. Yo no creo que la novela sea una búsqueda o encuentro de soluciones, sino una exposición de lo que puede ser la vida, de las posibilidades que tiene la vida. Entonces no se puede dar una solución, tiene que estar todo abierto y el tú tiene que ver con eso. Yo tengo un diario y es como si me contara cosas a mí misma, y yo fuera otro yo. Esa mirada desde fuera es muy importante, no solo está mirando a los demás, sino que también se mira a sí misma.

¿Es un libro feminista?

Bueno relativamente, yo no he hecho una lectura en ese sentido. En un libro, un personaje masculino que lucha por hacer lo que quiere no se dice que es un libro “masculinista”.

Claro, sin embargo, en esta época donde se habla tanto de feminismo, Vivian Maier es un ejemplo de una mujer que hizo lo que quiso sin importarle lo que dijera el resto de las mujeres de su época.

Sí, yo creo que es una reivindicación personal, individual como lo hicieron muchas mujeres en esa época que trabajaron como fotógrafas. Muchas de ellas estuvieron como asesoras del MOMA; Margaret Bourke-White, llevaba la revista LIFE; es decir, que tenían una posición privilegiada en el mundo de la fotografía. Cada mujer fotógrafa de la época la puedes ir estudiando y puedes ver unas diferencias brutales, igual que cada hombre fotógrafo, los había muy bien posicionados y otros que no. Es igual que cuando dicen que la mujer en la literatura no está bien reconocida, es un terreno que se lleva a la generalización y yo prefiero pensar en casos individuales. También creo que la manera de demostrar que somos iguales, es haciendo las cosas y no protestando.

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Autorretrato a color sin fecha © Vivian Maier/Maloof Collection

¿Te consideras feminista?

Yo soy humanista o quiero serlo, como eran los grandes pensadores del siglo XVI, no tengo por qué identificarme con una parte de la humanidad, me parece muy bien luchar por nuestros derechos, pero yo lo voy hacer también con hombres, no solo con mujeres, y mejorar el mundo es mejorarlo para todos.

Volviendo al libro… ¿Vivian Maier sería entonces un ejemplo de lo que puede ser una mujer en la actualidad?

Exacto, pienso que a muchas mujeres no le gustará, porque ella no triunfó en vida, es por eso que hay que meterse en el carácter de cada persona y ella no quiso ni el éxito ni el reconocimiento. Lo que no sabemos son los motivos personales que haya podido tener en la infancia. Por ejemplo, en una biografía buenísima de Kafka, de Reiner Stach, recuerdo que él tenía la sensación de no querer meterse en los círculos literarios porque no podía fiarse de nada; con Vivian Maier quizás es igual.

¿Estás complacida con este libro?

Cuando lo veo así como objeto me da miedo, luego lo vuelvo a ver y digo no está mal. A mi me parece difícil y creo que es muy importante en la literatura -y se está perdiendo- que los protagonistas interactúen con otros personajes y se les conozcan por lo que hacen, porque hoy en día se tiende mucho al relato autobiográfico y se nos olvida que la literatura es el juego, ser capaz de crear otros personajes alrededor de ella, que te los sacas de la chistera, es lo que más me sorprende de esta novela. Y en este relato he tenido que sacar personajes de dos cositas de nada, y eso sí que me parece un milagro: ¡ay yo he sido capaz de hacer eso! Te sorprende un poco.

***

Uno de los valores tanto de la obra fotográfica de Maier como de la novela de Vias Mahou  es permitirnos volver a contemplar y sentir, sin tener que traducir en conceptos la experiencia estética y sensorial. Una vida prestada que nos reclama la búsqueda de nuestro yo más íntimo en una actualidad plagada por la inmediatez y el afuera.

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