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Adrian Bridge, CEO de World of Wine: «La gente querrá aprender y enriquecerse cuando viaje, por el riesgo que supone»

Hablamos con Adrian Bridge acerca de World of Wine, un nuevo distrito turístico, gastronómico y cultural en Oporto con el que dará a conocer el patrimonio de la ciudad

Adrian Bridge, CEO de World of Wine: «La gente querrá aprender y enriquecerse cuando viaje, por el riesgo que supone»

World of Wine | Cedida

Hace ya mucho tiempo que el sol, la arena y la pulsera del ‘todo incluído’ no son suficientes. Viajamos buscando descubrir, conocer un poco más allá, regresar con nuevos matices para colorear nuestro mapamundi mental. Adrian Bridge era consciente de ello, y también de que en Oporto –a la que se refiere como ‘su ciudad’ a pesar de su origen británico– faltaba ese algo más. A orillas del Duero, pasó de los romanos a los pueblos germánicos; después, a los visigodos y a los moros. Por Oporto pasaron reyes, exploradores, comerciantes… y su historia se escribió fundamentada en dos pilares: el puerto y los viñedos. 

Por eso Bridge, que se mudó a Portugal hace 26 años para asumir la dirección de los negocios vinícolas familiares, decidió hacer del vino de Oporto un hilo conductor con el que mostrar la historia de la ciudad a sus visitantes. De este modo nació World of Wine (WOW), un distrito turístico, gastronómico y cultural a través del que descubrir, además de la historia detrás del vino –el proyecto lleva el sello del grupo The Fladgate Partnership, propietario de algunas de las bodegas más importantes de vino de Oporto– el patrimonio histórico de una región singular.

World of Wine abrió sus puertas el pasado 31 de julio. Preguntamos a Bridge acerca de la hazaña que supone lanzar un proyecto turístico de este calibre en mitad de una pandemia mundial, siendo este uno de los sectores más afectados. Admite que ha sido un desafío ponerlo a punto, pero que contaban con la ventaja de que lleva puesto en marcha ya mucho tiempo. Bridge ha dedicado su carrera a los viñedos y a impulsar el enoturismo en la región. WOW, en sus palabras «un centro cultural, un cúmulo de experiencias», es el resultado de ello. «La mayoría de las ofertas están pensadas para que quienes lo visiten conozcan la ciudad desde distintas perspectivas. Su historia, su vino, la relación del vino con el chocolate –que es mucho más que un dulce–, su industria de la moda. Es divertido y a la vez es una forma de conocer realmente una ciudad», nos cuenta.

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Vista de Oporto desde uno de los restaurantes de World of Wine. | Foto: Cedida

Aquí podremos aprender, por ejemplo, que el chocolate –particularmente el chocolate negro– es similar al vino en el sentido de que el origen de su sabor está en las diferentes variedades de semilla de cacao. De hecho, el chocolate tiene que fermentar para liberar todo su sabor. Dependiendo del proceso de secado, de la fermentación y de su lugar de origen, podrá desarrollar infinitos matices de sabores. Todo esto nos cuenta Bridge, y añade que «también es una forma de aproximarse a la historia, ya que los españoles y los portugueses tuvieron un papel muy importante en el desarrollo del chocolate». Prosigue narrando tal historia: «Fue Cortés quien lo descubrió en México, donde los indígenas lo bebían. Lo llevó consigo de vuelta a España y durante mucho tiempo fue una bebida secreta, que sólo tomaban los miembros de la Corte. Después fueron los portugueses quienes llevaron la planta a África, que en este momento es productor del 70% del cacao mundial», concluye.

Hablamos también, como no podía de ser de otra forma, del batacazo que la pandemia ha supuesto para el turismo, de lo que viene, de nuevos paradigmas hacia los que caminamos. «Fundamentalmente, la industria del turismo ha ido cambiando desde los años 70 y 80, cuando los viajeros eran simplemente ‘turistas’. Entonces era muy común que un grupo de británicos viajase a la Costa del Sol a un hotel británico, a comer comida británica, relacionarse con otros ingleses e ir a la playa. Entonces, volvían a casa y podrían haber estado en España, Grecia o Turquía», recuerda Bridge, y continúa advirtiendo una vuelta a lo esencial del viajar: «Si nos remontamos a antes de la época del turismo de masas, la gente quería explorar, entender, descubrir culturas. Ahora más que nunca, viajar por viajar perderá su interés por el riesgo que supone. La gente quiere aprender, enriquecerse, explorar cuando viaja. Por eso aquí intentamos educar a los turistas en la cultura y la historia del lugar. Abrir los ojos de los que vienen», afirma.

Bridge nos cuenta también que, curiosamente, Oporto nunca ha sido una ciudad con una gran oferta turística que mostrase su patrimonio. Lo compara con Madrid, que «tiene un montón de museos, de monumentos, de calles y restaurantes que cuentan su historia», observa. «Oporto no tiene nada de eso. No lo tenía hasta World of Wine. Por eso cambia el destino, porque le añade algo que nunca había existido para quienes visitan la ciudad».

Una ausencia con un porqué: Oporto siempre ha sido una ciudad de negocios y, a la vez, muy controlada por la Iglesia. «Históricamente, el arzobispo siempre ha sido la persona con más poder en Oporto. La realeza siempre ha vivido en Lisboa, de modo que los palacios están allí. Los edificios emblemáticos que tenemos aquí son en su mayoría Iglesias y lo siguen usando. No tenemos edificios que poder convertir en museos, como puede hacerse con los viejos palacios», nos explica.

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