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¿Y si el modelo híbrido fuera el futuro de la universidad?

Se ha dado respuesta a una situación de alarma de forma rápida. Pero esto no significa que se haya realizado una enseñanza online.

¿Y si el modelo híbrido fuera el futuro de la universidad?

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El confinamiento derivado de la pandemia de la COVID-19 ha supuesto una imprevista y drástica adaptación sobre la marcha de los procesos de enseñanza-aprendizaje establecidos en la universidad. De un día para otro, el profesorado se vio en la necesidad impuesta de impartir toda su docencia de forma no presencial, y el alumnado tuvo que seguir con sus estudios sin salir de casa.

Un nuevo escenario que ha supuesto un gran reto para todos los agentes implicados. Más allá de los y las docentes y el alumnado, equipos directivos (decanos/as, directores/as de departamentos, vicerrectores/as y rectores/as), departamentos de atención técnico-digital y servicios de asesoramiento educativo de las universidades han tenido que trabajar contra reloj para dar respuesta, con requisitos de calidad y equidad a una situación sobrevenida.

Retos silenciados

Este escenario ha supuesto responder a preguntas y retos que, a pesar de estar presentes en la sociedad, venían más o menos silenciándose en los diversos contextos de formación universitaria.

Nos referimos a aspectos relacionados con el uso de la tecnología para la gestión educativa y, más concretamente, con el uso de lo digital para los procesos de enseñanza-aprendizaje en la educación superior.

En resumen, ha aflorado la necesidad de cimentar las bases necesarias para el desarrollo de la competencia digital de todo el alumnado universitario, curse el grado o posgrado que curse, y para la profundización de la competencia digital docente del profesorado universitario de todas las áreas del saber.

Lo hemos conseguido, pero en remoto

Parece que los expertos están de acuerdo en señalar que el profesorado ha sabido dar respuesta a una situación de alarma de forma rápida. Pero esto no significa que se haya realizado una enseñanza online. Muchos de nosotros/as hemos volcado nuestra enseñanza presencial a un formato virtual.

Por lo tanto, hemos realizado una enseñanza remota de emergencia, que dista de las características y criterios de calidad que supone una enseñanza online o semipresencial, a pesar de que ha sido una respuesta que, a la espera de evaluaciones e investigaciones, puede calificarse como suficiente ante la situación que hemos vivido y que nadie esperábamos.

Lo virtual no es una réplica de lo presencial

En estos tiempos, todos los agentes implicados se han concienciado de que lo online no significa realizar una réplica de lo presencial en entornos virtuales. Lo que ha llevado a los gobiernos y a agencias que garantizan la calidad de la oferta universitaria a diseñar nuevas estrategias para el aseguramiento de la calidad en la enseñanza virtual.

El curso 2019-20 llega a su fin pero, según señalan los expertos y los dirigentes políticos, la existencia del virus sigue, por lo que en el futuro próximo, tendremos que aprender a convivir con él. Esto supondrá mantener bastantes medidas de seguridad sanitaria en nuestras aulas presenciales y no poder volver al mismo escenario que dejamos el 15 de marzo de 2020.

El mejor escenario

Algunos medios de comunicación ya han publicado que los rectores parecen no contemplar en ningún caso la enseñanza 100 % presencial, por lo que nos enfrentaremos a un nuevo reto: lo híbrido, semipresencial o la forma de enseñanza-aprendizaje conocida como blended learning.

Esta segunda nueva situación, que parece convertirse en la herencia que nos dejará el confinamiento, requiere repensar todos los estudios de grado y posgrado y las asignaturas que los componen desde su planificación hasta su evaluación.

Además, tendremos que recalar en el papel del docente, sus funciones y sus roles dentro de una forma de enseñanza híbrida en la que las competencias de autorregulación y trabajo autónomo del alumnado toman especial relevancia. Sin olvidar la inclusión de metodologías activas para el desarrollo de las competencias básicas y transversales necesarias (trabajo en equipo, iniciativa, competencia comunicativa y capacidad crítica) para formar profesionales preparados para insertase en un mercado laboral cambiante y contribuir a una sociedad con necesidad de mentes críticas y personas con iniciativa para construir un mundo más justo y sostenible.

Necesitamos profundizar de forma sistemática en la distribución de las tareas del alumnado en el aula y fuera de ella basándonos en el diseño de implantación del sistema ECTS (European Credit Transfer System) del Espacio Europeo de Educación Superior. En la utilización de la tecnología para la creación de materiales didácticos adecuados a nuevos entornos de aprendizaje con características propias como son los entornos de aprendizaje digital y en un sistema de evaluación centrado en un feedback más continuado y/o personalizado, que nos abriría las puertas a la implantación de una evaluación continua que involucre al alumnado en su propio aprendizaje y lo haga de forma consciente y responsable.

El big data aflora

Pero también es importante planificar el aspecto de la utilización segura de los datos que de todos estos escenarios educativos afloran. El big data educativo toma especial relevancia desde la perspectiva del análisis para la mejora educativa y la utilización responsable de la tecnología para aprender.

Consideramos que la relevancia de la inclusión de la tecnología para canalizar un aprendizaje híbrido nos sitúa en un camino donde el/la estudiante se podrá convertir en agente consciente de la propia construcción de su entorno personal de aprendizaje (PLE) en la universidad, que le servirá para poder seguir aprendiendo a lo largo de la vida y futuro profesional.

Por lo tanto, nos encontramos ante una de las encrucijadas más profundas que haya vivido la universidad en los últimos tiempos. Debemos reflexionar sobre lo que queremos ser y hacer. Estamos en una época clave para decidir entre realizar una adaptación parcial y temporal o la conversión presente y futura de nuestro modelo de enseñanza-aprendizaje universitario.The Conversation


 

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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