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Sociedad

«A Samuel lo mataron por maricón»: las manifestaciones cubren España de indignación

Las calles de España se tiñen de colores para protestar por la muerte de Samuel Luiz, pidiendo justicia contra los agresores y reivindicando los derechos y libertades del colectivo LGTBI+

«A Samuel lo mataron por maricón»: las manifestaciones cubren España de indignación

Javier López | EFE

«A Samuel lo mataron por maricón», gritaron con la voz desgarrada a través del megáfono Ángel, Abraham y Charlie, del Movimiento Marika de Madrid. Así lo defendieron frente a las 4.000 personas que se congregaron en la manifestación convocada en la capital este lunes por la mortal agresión del joven gallego de 24 años. Con ánimo inquebrantable, apelaron a los protestantes congregados, todos ellos armados con banderas, letreros y consignas, a la sombra de los edificios de la Puerta del Sol.

Y no era solo miedo lo que sentían, tal como expresaron. Era rabia, impotencia. Era la realidad tras la capa de indefensión y rebeldía, la llamada ante algo superior a todo ello: la justicia. Esa justicia que cada uno de los manifestantes pedían a gritos a lo largo y ancho del país por Samuel, quien murió la madrugada del pasado sábado tras ser golpeado por un grupo de atacantes frente a una discoteca al grito de «maricón», según aseguraron las fuentes más cercanas.

Así, no solo en el corazón de Madrid, sino en muchas otras ciudades, las banderas arcoíris ondeaban al viento, rindiendo homenaje a Samuel, enmarcando lágrimas y simbolizando la lucha que el colectivo LGTBI+ emprende «con la pluma, con la purpurina, con la fiesta, con el grito y los aullidos, con las garras, con los puños, con todo nuestro cuerpo, okupando bien el espacio, haciéndolo nuestro», según testimonió el manifiesto.

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Imagen: Javier López | EFE

Sobre la miríada de emociones que afloraban por doquier, Shankara Coello Escobar, compañero de clase de la víctima en A Coruña, según ha contado a The Objective, lo recordaba «desolado» entre los gritos indignados de Madrid, como «un chico muy amable, muy agradable y muy simpático».

Por su parte, Laura, una de las asistentes a la concentración, contó bajo la sombra del Oso y el Madroño que «es importante que la sociedad sepa, en su conjunto, que está ocurriendo un problema en relación con los delitos de odio, que todavía hay muchas personas que no podemos ser libres de ser como somos».

En este sentido, entre la amalgama de colores, donde confluían voces agudas y graves, miradas enfadadas y tristes y algunos puños que despuntaban sobre otros, un sentimiento común aterrizaba sobre la plaza: «No tenemos miedo, tenemos rabia y salimos a las calles para decir que aquí estamos, que no nos van a amedrentar», resumía Adrián, portavoz del Movimiento Marika de Madrid.

Hasta el momento de la finalización del manifiesto no hubo mayores incidentes, pero una vez que el colectivo comenzó a marchar hacia el Ministerio de Justicia tuvieron lugar una serie de revueltas que arrojaron en redes sociales diversos vídeos de presuntas agresiones perpetradas por agentes de Policía.

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Imagen: Javier López | EFE

Aunque las increpaciones directas al cuerpo nacional no han obtenido respuesta en plataformas como Twitter, la Jefatura de la Policía Nacional ha indicado directamente a este medio que «alrededor de la calle Alberto Aguilera se realizó una sentada en la carretera y se les comunicó que deberían retirarse, ya que estaban impidiendo la circulación». A continuación, un grupo de unas 30 personas comenzó a arrojar objetos y mobiliario urbano, «lo que provocó algunas contusiones an agentes y daños en vehículos, por lo que se tuvo que realizar una carga policial para defenderse de los ataques». Como consecuencia, un joven de 25 años ha sido detenido por el suceso, según esta misma fuente.

Samuel, «un delito de odio de libro»

Samuel Luiz murió por los numerosos golpes asestados por un grupo de atacantes a las puertas de una discoteca en la que estaba de fiesta con sus amigos, en A Coruña. Mientras sufría la agresión, aquellos que la cometían le gritaban «maricón», según los testigos que se encontraban con él durante los hechos.

Carmen Santiago Reyes, abogada especializada en delitos de odio, cuenta a The Objective que el caso de Samuel es «un delito de odio de libro» y que, aunque para muchas personas esté muy claro la consideración de lo sucedido, en realidad no es tan sencillo. Así, ella explica que es muy frecuente que los delitos de odio no se detecten «porque no se acredita el elemento subjetivo: la motivación que da lugar al hecho delictivo y entonces se juzga como un delito de menos gravedad o se archiva». Por otra parte, se calcula que solo se denuncian un 10% de este tipo de delitos, según la Agencia Europa de Derechos Fundamentales (FRA).

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Imagen: J.M.GARCIA | EFE

Prueba de ello es el Ministerio de Interior, que en su informe anual sobre la evolución de los delitos de odio en España, recogió en 2019 que los hechos conocidos registrados y perpetrados por la orientación sexual y la identidad de género ha crecido un 8,6% en tan solo un año, hasta llegar a 278 casos. En contraste, el Observatorio de Redes Contra el Odio, en su documento análogo al mencionado, dio cuenta de 971 en el transcurso de 2018.

En esta misma línea, Charo Alises, abogada y activista LGTBI afirma a este diario que «hay una tendencia a considerar como delitos leves infracciones que realmente son delitos de odio y eso sucede cuando no se indaga en la motivación discriminatoria del delito».

Esto quiere decir, asimismo, que muchos de los casos similares a los de Samuel se pierden en ese elemento de subjetividad, en la imposibilidad de reconocer los «indicadores de polarización», tales como la percepción de la víctima, la pertenencia a un colectivo vulnerable, las frases con las que se le increpara durante la agresión, la indumentaria de los agresores… entre otras cosas.

En este caso concreto, la discusión que terminaría con la vida del joven se inició supuestamente por un malentendido respecto a una videollamada en la que uno de los agresores, según las primeras versiones, creyó estar siendo grabado. La violencia inicial de un solo individuo acabó convirtiéndose en una brutal paliza en grupo, en la que algunas de las fuentes relacionadas han asegurado que se extendió a lo largo de 150 metros. En cualquier caso, tras la detención de tres jóvenes de entre 20 y 25 años como presuntos autores del crimen, la investigación todavía está en curso y toda España llora por la muerte de Samuel.

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