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Viento nuevo

Mariola Guevara y cinco mil yonquis zumbados

Yonquilandia ocurre en Murcia y a nadie le importa, porque estos ángeles infernales consumen, y pagan las multas

Mariola Guevara y cinco mil yonquis zumbados

Asistentes a la macrofiesta de Nochevieja en Fuente Álamo (Murcia). | Europa Press

Cinco mil tíos, junto a dos mil vehículos, bailan el chundachunda en la rave ilegal de temporada. Fuente Álamo, Murcia, es la cita. La delegada del Gobierno, Mariola Guevara, cuenta por antena que no se puede disolver, desactivar, destruir; la operación es denominada de «no-retorno», y así Guardia Civil y Policía, entendemos, controlan entradas y salidas pero, salvo una pequeña élite infiltrada en el cotarro, la movida sigue a todo trapo. Mariola Guevara está muy contenta porque los fiesteros «pagan las multas inmediatamente y no dejan deudas en los comercios de cercanías». El negocio está en la papela o multa a yonquis. Controles precarios de droga y ninguna medida sanitaria en época de covid y gripe A. ¡Dabuten!

Mariola cuida de su rave donde todo el personal va «finísimo». Los periodistas infiltrados, hacen migas con los picoletos y los fiesteros, y ninguno quiere salir al raso, por lo calentito del nido y el vértigo en las alturas. Los vecinos felices dicen que por fin Fuente Álamo sale en el mapa nacional y levantan sus copazos para el brindis.  La concentración empezó clandestina, amenazó hasta la misma noche de Reyes, lleva entre tres y cuatro días, es lo más. Veinticuatro horas de fiesta sin descanso hasta que el cuerpo aguante, con peña venida del norte, de Madrid y Barcelona, de todos los arrabales conocidos, de todos los cementerios disponibles, de los hospitales cercanos, de las cárceles más a mano. Fuente Álamo es un western del tatuaje y los saltos. Los alrededores son desérticos, el frío nocturno lo superan con las baterías de los coches, muchas y muchos andan desnudos, los más radicales y molones son los recién llegados de Montseny, entre Barcelona y Gerona, ya digo, unos fenómenos. 

Al cuarto día algunos coches ya no arrancaban, tal vez porque también chupaban gasofa por pajita, vete a saber, y el personal andaba escandalizado por si los aceitunos (Guardia Civil) andaba con el test a la entrada o salida del cortijo. Fuente Álamo iba por lo secreto, pero las redes sociales les trajeron cómplices, donde el personal flipaba con el rollo, ocho escenarios y ocho pistas llenas de gente bailando, vacilando, famosos DJ que aquí pinchan gratis porque cobran en especies, entorno apocalíptico, espacio en blanco con drogas y sin leyes, paréntesis nacional, dicen que si uno se pasa de la raya se le reduce y ya está, la tribu vela por todos, la jungla protege a sus mejores fieras, incluso lo más granado de Europa tiene aquí su acomodo: nórdicos, franceses, alemanes, etc. Fuente Álamo es un desierto caliente donde, como en las mejores discotecas de electrónica, empiezan a cobrar por el agua, las pastis dan sed, la picota pide agua.   

Yonquilandia ocurre en Murcia y a nadie le importa, porque lo mejor es el no-retorno de Mariola Guevara, que señala lo propio como pillarlos a la salida o entrada, levantando la verja de los controles, pero dejándolos en el hipódromo a su bola, vaya, felices en el calimochódromo, porque estos ángeles infernales consumen, y pagan las multas, claro, que es de lo que se trata, y en los comercios les piden justo lo contrario que las autoridades regionales, retorno, mucho retorno, la vuelta lo antes posible, porque los billetes son nuevos, son buenos chicas y chicos, la rave une mucho, lo compartes todo, babas y fluidos, duchas y sacos de dormir, coches que no van y asientos rajados. El prólogo fue una movida similar, casi idéntica, en La Peza, Granada, donde hasta los perros tomaban cubalibres y copazos, menuda leyenda, vaya historia, el descojono, querían invitar a Marlaska, un grupo muy divertido de Chueca, porque aquí de lo que se trata es de conocer gente, mucha peña nueva, dabuten, tron, dabuten, ey.

La delgada del Gobierno murciano, Mariola Guevara pasapalabra, el recinto cuenta con doble valla, la montaña destinada a excrementos vivos y humeantes supera el Everest, pero son buenos chicos, y estamos en fiestas, y los Magos de Oriente también hacían alguna que otra paradita en lo suyo, es lo que toca, son los tiempos, para que vamos a deshacer el entuerto, levantar el campamento, si todos traen guita fresca, los desiertos necesitan mucho riego, es lo que hay. Hordas de camiones estupefactos ya vieron los atascos por carretera. Mariola dice que están muy bien organizados: no tienen retretes pero, de vez en cuando, pasa una furgo con escoba dura y gruesa.

La estrella de los Reyes Magos ilumina Fuente Álamo por entero. Los colmados del villorrio empiezan a ver llover cerveza y charcos de JB por las esquinas menos iluminadas. Nunca vendieron tanto tabaco a franceses, venidos de Toulouse, todos menores de edad, expertos en seguir con el chundachunda sin música, duchos en hablar español bajo el amparo del chundachunda, porque todo se entiende por mímica y haciendo una uve con los dedos en señal de OK. Mariola Guevara, contundente, mantiene que no habrá desalojo hasta el 6 de enero. Son buena gente. Vienen a colocarse y hasta luego, Lucas. Son vampiros y pronto se darán el piro. Nunca Fuente Álamo vendió tanto avituallamiento. El pueblo, para ediciones futuras, quiere contar con satélites en canteras vecinas. Los franceses explican cómo en su tierra esto forma parte nata del PIB. Todo el mundo trae provisiones caseras pero los food trucks (camiones con venta de comida) funcionan a las mil maravillas. Burguers a cinco pavos, ey. Menudos magos. Vaya noche. Puto descojono. 

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