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La gran pregunta sobre Ana de Armas

¿Por qué triunfa en Hollywood y no en España?

La gran pregunta sobre Ana de Armas

No hay tantas formas de triunfar, y desde luego una muy extraña consiste en tocar fondo. Ana de Armas es ahora una estrella del cine únicamente porque en España se le hizo el favor de ignorarla. Todo lo que tiene esta actriz nacida en Cuba, y de nacionalidad española a todos los efectos del escarnio, se lo debe a una industria, la del cine español, para la que no llegó a merecer ni un papel en un cortometraje rodado con el i-phone en Semana Santa por estudiantes. Es el suyo un éxito como se han visto pocos: el éxito del desahuciado.

Si no lo entiendo mal, normalmente las actrices extranjeras que recalan en Hollywood con mayor o menor fortuna lo hacen después de granjearse una posición privilegiada en su cine local. Al contrario que Ana de Armas, tocan techo, ganan Goyas, suenan por los festivales y Hollywood se fija en ellas y les deja besar a Keanu Reeves. Lo mismo pasa con los actores, a los que dejan que les mate Keanu Reeves.

Así, el camino natural a Hollywood es progresivo, ascendente, simbólico en gran medida (se hacen una o dos películas en Los Ángeles y poco más), y siempre de vuelta. Es el círculo de reconocimiento que podemos encontrar en Marion Cotillard o Lea Seadux.

Sin embargo, como decimos, Ana de Armas lo hizo al revés. Fracasó en España y luego se fue a Hollywood a fracasar. Por lo que sea, triunfó.

Hay que insistir y detenerse en ese día, ese año (2014), en que Ana de Armas cogió las maletas. Su última película en España fue Anabel (2015, Antonio Trashorras), filme de bajo presupuesto donde nadie parece pensar mucho en Hollywood, sino en si estará abierto el Metro cuando acaben de rodar. Ana de Armas venía de un cameo en Faraday (Norberto Ramos del Val, 2013) de doce segundos de duración, disfrazada de princesa Leia. En Filmin puede aprecirase cómo su carrera se iba destiñendo. Yo la conocí, vamos, me quedé con su nombre, en Mentiras y gordas, una increíble payasada machista escrita por la ministra de Cultura del PSOE Ángeles González-Sinde, que ya son credenciales. Entre medias, poca cosa, desnudos sobre todo, primeros planos de su rostro candoroso.

Cuando Ana de Armas viaja a Los Ángeles, según he leído en alguna web de curiosidades de cine, no sabe una sola palabra de inglés. Esto pueden habérselo inventado porque queda más mítico, pero creámonoslo. Ana no sabe inglés, llega a a Los Ángeles y qué hace. Me admira como pocas cosas imaginarme a esta pequeña mujer llegando a la rabiosa y luciferina ciudad de Los Ángeles y siendo capaz siquiera de encontrar la parada del autobús. Yo no podría. Pero Ana encontró la parada del autobús y un lugar donde bajarse del autobús, y, de alguna manera, le dieron la oportunidad de besar a Keanu Reeves en la película Knock, knock (Eli Roth, 2015).

De nuevo, hay que templar el relato, dar espacio al contexto. En Hollywood Ana de Armas, que ahora nos parece la mujer más sexy del mundo y una actriz de talento y una evidencia en sí misma, en Hollywood, digo, Ana de Armas no es nadie, ni siquiera es la que está más buena y ni siquiera es la más guapa. En este lugar se juntan las aspiraciones de acabar interpretando a Marilyn Monroe de las mujeres más bellas del planeta Tierra. Hablamos, en rigor, de miles y miles de chicas perfectas, preciosas, talentosas, ambiciosas, dispuestas a todo, con contactos, sin contactos, con la cara justa que pide el mundo en su inclinación modal-facial, con el cuerpo o la raza o la identidad que, casualmente, toque en HBO o Netflix. Y, en medio de esos juegos olímpicos masivos del hambre de éxito a cualquier precio, donde sólo puede ganar una (como se ve en Mulholland Drive), gana ella. Es impresionante.

Quiero decir que lo que ha conseguido Ana de Armas es tan increíble como que España consiguiera un Mundial de fútbol. De hecho, más increíble.

Así, uno tiene que preguntarse qué hizo en Los Ángeles Ana de Armas para lograr siquiera un papel en una película, y no digamos para convertirse en una estrella. Y qué no hizo en España. Es prácticamente imposible pensar que Ana de Armas, una vez puso el pie en suelo arcangélico, sufrió una epifanía y aprendió de pronto cómo moverse en el mundo del cine. Quiere decirse que el único motivo por el que Ana de Armas fue ignorada en el cine español es que algo no funciona bien en el cine español.

Porque no estamos hablando de que Ana de Armas haya conseguido salir en una escena eliminada de Sharknado 15 o en un anuncio de crema de cacahuete. Estamos hablando de Puñales por la espalda (una interpretación, la suya, maravillosa) y de Blade Runner 2049; de ser chica Bond y de ser chica Blonde, de varias superproducciones más (The gray man). Por recurrir al fácil símil futbolístico: es como si un tipo pasa de jugar en Segunda a jugar en Regional y, de ahí, a la calle, y luego se va a la liga italiana y ese tipo se llama Messi.

La actriz ha declarado el otro día en San Sebastián, muy elegantemente: «Aún tengo esperanzas de trabajar en España, pero no he recibido ninguna oportunidad, si no ha pasado no es porque no haya querido, no he querido vengarme de nadie, al contrario, me encantaría». Y así explicó la inopia del cine español: «Creo que fue más un efecto de estar en una serie de televisión donde empecé tan joven y con uniforme de colegio, es el personaje en el que te ven y es difícil salir de ahí».

Ana de Armas, por tanto, estaba demasiado buena para el cine español donde, como saben, sólo se contrata a actrices talentosas sin el menor atractivo físico. Lo cierto es que en toda su carrera en Los Ángeles no hay película donde Ana no salga desnuda o muy sexy, lo cual quiere decir que lo que veían en España («con uniforme de colegio») es casi lo mismo que ven en Hollywood, sólo que aquí tanta fotogenia debe de ser que les abrumaba. ¡A ver si iba a venir la gente a ver tu película sólo porque salía Ana de Armas, hombre!, con lo que te has currado la peluquería y el vestuario.

Hay, en fin, algo aquí que no me encaja, y más si nos fijamos en que hoy Ana de Armas sigue sin tener «ninguna oportunidad» en una película española.

¿Qué os ha hecho Ana de Armas, amigos? ¿Toma el café con la cuchara dentro? ¿Os ha quitado un novio? ¿No os devuelve un libro desde 2008?

¿Le pone mayonesa a la hamburguesa?

¿Qué?

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