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¿Jaque a los jeques del fútbol?

El nuevo control financiera de la UEFA llega justo cuando el Manchester City alcanza el liderato de la Deloitte Money League

¿Jaque a los jeques del fútbol?

europa press

¿Ha dicho el fútbol basta (por fin) a los clubes-estado? La UEFA parece, al menos, haber dado un paso más en esa dirección con la aprobación de una interesante reforma de la norma del Fair Play Financiero, que ahora se llamará de Sostenibilidad Financiera. Aquí ya hemos dado cuenta de los detalles de la noticia, pero el análisis de ciertos movimientos de fondo que han coincidido con ella puede ayudar a entender el por qué, el cómo y el hacia dónde. 

En otros artículos ya comentamos el concepto del fondo soberano como herramienta de creación de clubes-estados. Básicamente, países como Catar, los Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí compran clubes y lo dopan con sus petrodólares. En realidad, además, en estos países el Estado es patrimonio de una familia, sin disimulos de control parlamentario, judicial o de cualquier tipo. Arabia Saudí se llama así, por ejemplo, por la familia Saúd, y se declara oficialmente, sin complejos, como una monarquía absoluta. Uno de sus últimos antojos ha sido comprar el Newcastle, de la Premier League, a través de su fondo soberano, cuyo presidente es su hijo. Y así todo. Pero el ejemplo más espectacular de club-estado probablemente sea el PSG. Qatar Investment Authority compró el 70% del club en 2011 y el resto el año siguiente, para abrir una caja de pandora financiera con fichajes como los de Neymar, Mbappé o Messi. Sus excesos han sido la gota que ha colmado el vado del resto de clubes, atados a la realidad de los balances contables, pero el caudal de esta tendencia viene de más atrás.

En 2008, el Manchester City, el hermano pobre de la ciudad, andaba a la deriva. Ahogado por las deudas, había caído en las manos de un ex primer ministro de Tailandia, pero este cayó en desgracia en su país, acusado de corrupción. Entonces llegó el Abu Dhabi United Group for Development and Investment, un grupo inversor de Emiratos Árabes Unidos. Su máximo accionista era Mansour bin Zayed Al-Nahyan, miembro de la familia real de Abu Dabi, cuya genética, como hemos visto más arriba, hace bastante improbables desventuras como la del pobre amigo tailandés. Soltó 250 millones de euros y se quedó el club blue.

Los aficionados al fútbol conocerán la evolución futbolista del Manchester City desde la mediocridad (había ganado una liga inglesa en los años 30 y otra en los 60 del siglo pasado) al primerísimo plano (cinco ligas en la última década y tienen toda la pinta de ganar la presente). El año pasado ya llegaron a la final de la Champions, el escalón definitivo, pero antes ya se han hecho, por primera vez en su historia, con otro título incluso más significativo a los efectos que aquí nos importan: la Football Money League que elabora la consultora Deloitte según los ingresos generados por los clubes. Con 644.9 millones de euros, el City supera al Real Madrid (640,7), Bayern de Múnich (611,4), Barcelona (582,1) y Manchester United (558). El PSG es sexto con «solo» 556,2 millones… en una liga tan poco competitiva como la francesa: ningún otro club galo se asoma a esta liga, de 20 plazas. 

Esta clasificación ha sido, por supuesto, muy especial. Aunque acaba de publicarse, sus datos se refieren a la temporada 2020-21, que los clubes «jugaron» con ingresos lastrados por el coronavirus. El City no tuvo muchos problemas entre otras cosas porque buena parte de sus patrocinadores también pertenecen al Estado de Abu Dabi, o sea, a la familia del dueño del City… Entre ellos están las líneas aéreas Etihad Airways, el ministerio de Turismo bajo el nombre comercial de Visit Abu Dhabi o la telefónica Etisalat, envuelta por cierto en agrias polémicas por la censura que aplica a su servicio de Internet.  

El informe de Deloitte que analiza la clasificación aporta información muy significativa. Divide los ingresos en tres apartados: el cada vez menor, ya casi simbólico, de las entradas; el de los derechos audiovisuales, la parte del león, y un tercer apartado, englobado en el término ‘Commercial’, que incluye conceptos como patrocinios y merchandising  y ha ido escalando hasta situarse a la altura de la televisión. En los gráficos históricos, Deloitte traza una línea en 2020 que dice «Covid». A partir de esa frontera, los ingresos del Manchester City subieron de 285 a 308 millones de euros, un saldo positivo de 23 millones en el peor momento… Los del Real Madrid, en cambio, bajaron de 360 millones a 322 (-38); los de Bayern de Munich descendieron 16 y los del otro club de Manchester, el United, decrecieron 60 dolorosos millones. Se podría argumentar que el United lleva años destrozando en los terrenos de juego su imagen de marca, pero otro equipo inglés, el Chelsea, ganador de la Champions, también bajó un poco, de 199 a 176 millones. Para encontrar a otro equipo que haya aumentado sus ingresos comerciales bajo la tormenta del coronavirus hay que llegar a la sexta plaza. ¿Se imagina quién puede ser? Efectivamente, el PSG vio sus arcas milagrosamente surtidas con 38 millones más que el año anterior.  

Esto días de penuria energética vuelve a estar de moda el tema de la fusión nuclear. Una fuente inagotable que, a diferencia de su hermana la fisión, es además limpia y segura. De momento, sin embargo, no se puede comercializar. Los científicos están en ello, de hecho, ya se crea energía con este método, pero de momento hay un pequeño problema: se necesita más energía para poner en marcha un reactor de fusión que la que este finalmente produce. Merece la pena por la ciencia en sí y por las posibilidades (tremendas) que supone el desarrollo de la tecnología en esta dirección. El Manchester City y el PSG crean cada vez más dinero a través de algo tan bonito como el fútbol… aunque les cueste más dinero. ¿Qué pretenden conseguir sus dueños? ¿Qué desarrollo esperan del fútbol? ¿Un cambio de imagen? Quizá les venga bien que un tipo tan cool como Guardiola (y sus lazos amarillos) le saque lustro al logo de Etisalat, o a lo mejor se están preparando para cuando cosas como la fusión nuclear comiencen a carburar de verdad y el petróleo quedo obsoleto. O las dos cosas. O, lo más probable: esas dos cosas y, sobre todo, otras cuantas más, la mayoría fuera de nuestros radares.  

Bueno, pero con su dinero pueden hacer lo que quieran… O no. Los estadounidenses ya se inventaron aquello de las leyes antitrust para que sus magnates industriales no se convirtieran en oligarcas (esa palabra hoy tan de moda) capaces de alterar las reglas del juego a su antojo, con cosas como el dumping. El fútbol debería mirar ese precedente con atención. La noticia de la norma de Sostenibilidad Financiera de la UEFA va por ahí, por ejemplo. Pero la UEFA no es precisamente una hermanita de la caridad. Permitió que llegaran los clubes-estados y seguiría permitiéndoles todo tipo de tropelías si no fuera porque quienes le dan de comer, la inmensa mayoría de clubes que no tiene fondos soberanos detrás, presionan por el otro lado.  

Las Ligas nacionales llevan tiempo señalando la injusticia. En España, por ejemplo, Javier Tebas no ha tenido problemas en acusar explícitamente al City y al PSG de adulterar la competición (tanto en la variante futbolística como en la financiera). La clave reside en la coordinación internacional. De momento, la UEFA solo reconoce oficialmente una asociación trasnacional europea de ligas profesionales, la European Club Association (ECA). Nacida en 2008 como una especie de patronal de patronales, la UEFA los mira con recelo, probablemente temerosa de que terminen de ver que no la necesitan (o, más bien, que se terminen de atrever a constatarlo). De eso iba, de hecho, todo el jaleo de la Superliga. Ante el peligro más que inminente de que Floretino Pérez y compañía los mandaran a hacer quesos en su (fiscalmente) paradisiaca sede suiza, la ECA les parece un mal menor muy promocionable. Y la ECA quería, exigía, más contundencia contra los clubes dopados. Aunque yo diría que esto no ha acabado aquí. Veremos.

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