THE OBJECTIVE
Laura Fàbregas

Humanismo

Las grandes civilizaciones han eclosionado siempre en lugares con mucho sol. Desde los egipcios, la antigua Grecia –cuna de la democracia– o el Imperio Romano, el buen clima ha propiciado el fomento de las relaciones sociales, convirtiendo estas sociedades en referencia durante mucho tiempo de la religión, la filosofía, el derecho o la política. Del humanismo, en fin.

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Humanismo

Las grandes civilizaciones han eclosionado siempre en lugares con mucho sol. Desde los egipcios, la antigua Grecia –cuna de la democracia– o el Imperio Romano, el buen clima ha propiciado el fomento de las relaciones sociales, convirtiendo estas sociedades en referencia durante mucho tiempo de la religión, la filosofía, el derecho o la política. Del humanismo, en fin.

Los países del norte de Europa, en cambio, mucho más expuestos a las inclemencias del tiempo, han desarrollado históricamente un vínculo con la naturaleza más estrecho, que se observa en sus grandes zonas verdes, en su cultura medioambientalista o en la extensa producción de leyendas sobre seres que viven en el bosque.

El grupo de música catalán Manel tiene una canción sobre una chica extranjera –supuestamente del norte– que vive en Barcelona y le explica al protagonista de la canción un cuento que le cantaban de pequeña para ir a dormir, sobre un “hombre que vive aislado entre olmos y flores y se protege de los malos humanos con un ejército animal”.

Esa nostalgia del buen salvaje, el culto a la naturaleza y a los animales a menudo me hace pensar que hay una falta de compromiso con los otros seres humanos. Leonardo DiCaprio es la estrella mediática que defiende la lucha contra el cambio climático, con discurso ante las autoridades de la ONU incluido. Un millonario actor de 42 años, sin hijos y con una extensa lista de novias –casi todas modelos– a quienes dobla en edad es uno de los que encarna a día de hoy el nuevo modelo de compromiso progresista.

Esto me recuerda la historia de una amiga mía que vivía en un piso compartido con unas compañeras y un día decidieron echarla de casa para sustituirla por otra amiga más cercana. Sin preaviso ni motivo objetivo. Eso sí, en la entrada de casa había un cartel que declaraba: Welcome Refugees.

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