THE OBJECTIVE
Jose Maria Inigo

Estamos locos

Los que no tienen problemas hacen lo posible por complicarse la vida y los que los tienen sin querer tenerlos no saben cómo salir de su desgracia. Este mundo es un coctel de incongruencias donde el sentido común no parece existir.

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Estamos locos

Los que no tienen problemas hacen lo posible por complicarse la vida y los que los tienen sin querer tenerlos no saben cómo salir de su desgracia. Este mundo es un coctel de incongruencias donde el sentido común no parece existir.

A veces dudo de que la Tierra sea una y no media docena de mundos diferentes con seres diferentes con cerebros diferentes. Solo así se entenderían la cantidad de bobadas que se hace en un hemisferio mientras en otro se están matando a diario y en otro se muere de hambre y sed. Es como una enorme y trágica obra de teatro con diferentes funciones, a cual más trágica.

Leo que en China, en la galería de arte Beijing Bow, la ciudadana Zhoe Jing pasará 36 días tumbada en una cama de alambres formando parte un «cuadro» experimental. En Bruselas, un funambulista se juega la vida haciendo equilibrios entre las nueve gigantescas esferas que componen la figura de un cristal de hierro ampliado ciento sesenta y cinco millones de veces. En Argentina, en pleno invierno austral, una cincuentena de bañistas entre 50 y 73 años, compiten en las aguas gélidas en las proximidades del glaciar Perito Moreno en una carrera sin sentido a ver quien aguanta más. Es más que probable que alguno muera por congelación. En Noruega, otro equilibrista, Erik Ronninghbakken hace de las suyas poniendo en peligro su vida para conseguir otro de esos títulos inútiles que no sirven para nada.

En otra parte del mundo, miles de ciudadanos mueren destrozados por el ébola, virus al que todos dábamos por muerto, pero que parece haber regresado de los infiernos para matar a los más pobres y desamparados. En Irak, las revueltas yihadistas dejan un reguero de muertes, crucifixiones y decapitaciones por donde pasan. La guerra en Siria no cesa. Las pateras llegan con mayor intensidad que nunca a nuestras costas. Y el conflicto palestino-
israelí continúa sin solución.

Los que no tienen problemas hacen lo posible por complicarse la vida y los que los tienen sin querer tenerlos no saben cómo salir de su desgracia. Este mundo es un coctel de incongruencias donde el sentido común no parece existir. Estamos locos.

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