THE OBJECTIVE
Jose Balsa Barreiro

Siniestralidad aeronáutica: cuestión de probabilidades

Los datos de siniestralidad aeronáutica demuestran que el avión es uno de los medios de transporte más seguros que existen. De hecho, según las estadísticas oficiales, cada año mueren 1.000 veces menos personas en avión que en carretera.

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Siniestralidad aeronáutica: cuestión de probabilidades

Los datos de siniestralidad aeronáutica demuestran que el avión es uno de los medios de transporte más seguros que existen. De hecho, según las estadísticas oficiales, cada año mueren 1.000 veces menos personas en avión que en carretera.

El accidente del vuelo (GWI9525) de Germanwings de esta misma semana en la región de los Alpes de Alta Provenza (Francia) ha devuelto a la actualidad el tema de la seguridad aérea: ¿es un medio de transporte poco seguro? ¿hay más accidentes ahora? Se estima que una de cada cuatro personas que vuelan en aerolíneas comerciales padece aerofobia o miedo a volar, lo que supone, cuando menos, la existencia de muy altos niveles de reticencia dentro de unas sociedades cada vez más móviles.

Los datos de siniestralidad aeronáutica demuestran que el avión es uno de los medios de transporte más seguros que existen. De hecho, según las estadísticas oficiales, cada año mueren 1.000 veces menos personas en avión que en carretera (aprox. 1,2 millones de personas/año). Si analizamos los datos de los últimos años se observa como existe una tendencia clara a la reducción de la siniestralidad aérea. A mediados de la década de los noventa se logró reducir el número de victimas por debajo de las 2.000/año y sólo unos años más tarde, a principios de la década del 2000, por debajo de las 1.500/año. Sí es cierto que el año pasado, a pesar de ser buen año respecto al número de accidentes (mínimo histórico con 120), fue un año realmente trágico en cuanto al número de víctimas (1.328), ligeramente inferior si sólo tenemos en cuenta las aerolíneas comerciales (986 víctimas en 21 accidentes). Por tanto, en el último año se revirtió la tendencia positiva de los años anteriores, siendo contabilizadas unas tres veces más víctimas que en el año 2013 (Bureau of Aircraft Accidents Archives).

Sin embargo, siendo un medio tan seguro, ¿cómo se justifica un miedo tan extendido a volar? La respuesta está en la capacidad selectiva de la mente humana ante ciertos riesgos, que no son coincidentes con la realidad. Prácticamente todos podemos recordar, pasados los años, algunas de las grandes catástrofes aéreas más recientes (los vuelos MH730 y MH17 de Malaysia Airlines en 2014 y/o el vuelo AF447 de Air France en 2009, entre otros) y, sin embargo, tengamos problemas para recordar ciertos acontecimientos más recientes de nuestras propias vidas.

El riesgo real de morir en un vuelo elegido de manera aleatoria (denominado Q-risk en seguridad aérea) es muy bajo en la realidad. De hecho, si cruzamos los datos de siniestralidad del año 2014 (986 víctimas en aerolíneas comerciales) con los flujos reales de comunicación (aprox. 27 millones de vuelos y 3.300 millones de pasajeros) entenderemos estos bajos niveles de riesgo. El profesor Arnold Barnett, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), cuantifica que el Q-risk actual en vuelos nacionales de EEUU es de sólo uno entre 60 millones, unas siete veces inferior a si lo hacemos en coche (uno entre 9 millones). El profesor Jeff Rosenthal, de la Universidad de Toronto, enfoca este estudio desde un punto de vista opuesto y estima que las probabilidades de sobrevivir a nuestro próximo vuelo son de 99,9999815%.

Los datos estadísticos demuestran como muchos de nosotros padecemos una visión distorsionada de la realidad, basada en un filtro mental por el que asociamos niveles de riesgo con aquellos acontecimientos que mejor recordamos, lo que suele coincidir con aquellos acontecimientos que, de alguna forma, nos impactan. Y en esto tienen mucho que ver los medios de comunicación y el tratamiento que hacen de la información.

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