THE OBJECTIVE
Víctor Chacón

El dragón europeo

«Que quede patente que Europa no es sólo un dragón en su capacidad económica sino también en la defensa de nuestros principios democráticos»

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El dragón europeo

MICHEL EULER | AP Images

El europeísmo ha perdido en estos días a uno de sus grandes prohombres. Valéry Giscard d’Estaing fue un político de honda influencia en la construcción de la arquitectura actual de la Unión Europea. Su trabajo y esfuerzo forman parte ya de un legado imborrable en nuestra historia.

Hay una anécdota no muy conocida pero que representa bien el funcionamiento de la Unión Europea. Giscard d’Estaing, nombrado Presidente de la Convención sobre el futuro de Europa, tenía como misión redactar el borrador del tratado por el que se establecía una Constitución para Europa. En las sesiones de la Convención, el expresidente francés situaba en la mesa una curiosa figura de cerámica: una tortuga con cabeza de dragón china. Preguntado por los periodistas por el significado, d’Estaing respondió que simbolizaba lo que tenía que ser la Unión Europea: la tenacidad de la tortuga que, aunque lenta, siempre llega a su destino pero con la fuerza y la potencia de un dragón.

A lo largo de estos duros meses de pandemia, las instituciones europeas han sido el ejemplo perfecto de la tortuga dragón. En los primeros momentos, con la lentitud propia de lo que suponía poner en común a países cuya máxima atención estaba en frenar el contagio entre sus ciudadanos; más despacio pero firmes en el objetivo de la solidaridad. El resultado ha sido la articulación de un mecanismo para hacer frente a los desafíos económicos y sanitarios de los Estados miembros.

La respuesta europea es el mayor paquete de estímulo jamás financiado a través del presupuesto propio de la Unión. El plan de recuperación NextGenerationEU tiene la potencia de un dragón: 750.000 millones de euros para restañar los daños económicos que ha dejado la Covid-19 y a los que España le corresponderán 140.000 millones.

Dentro de unos años, cuando se analice como respondió la Unión Europea, se hablará de una historia de éxito gracias, precisamente, a este mecanismo y a quienes lo han hecho posible. Sin embargo, no todos los países de la Unión Europea podrán sentir el mismo orgullo. Hungría y Polonia, con el apoyo de Eslovenia, están bloqueando el presupuesto a largo plazo de la Unión Europea, lo que supone, en efecto, el veto al fondo de recuperación.

Resulta habitual que los acuerdos europeos que deben ser tomados por unanimidad vengan siempre precedidos por posiciones maximalistas que se van posteriormente relajando para llegar al consenso. Por norma general, estas posiciones están fundadas en intereses nacionales que acaban siempre conjugados con los intereses generales del conjunto de la Unión. En esta ocasión, la novedad radica en que el punto de conflicto son los valores de las democracias liberales de tolerancia, libertad y pluralidad política.

La vinculación del fondo Europeo de Recuperación con el mantenimiento del Estado de Derecho es un hito histórico de primera magnitud del que debemos sentirnos orgullosos. Por primera vez en nuestra historia, la ayuda económica que se presta a los Estados miembros se condiciona al acatamiento de los valores que forman parte de nuestro acervo político y que nunca deberían ser objeto de cuestionamiento como es la independencia judicial o el respeto a los derechos fundamentales.

Con este movimiento la UE se convierte no sólo en el principal motor de recuperación económica y social sino también en el garante de los valores que son la médula espinal de nuestro cuerpo moral.

Por tanto, este Consejo Europeo de diciembre será clave en la historia de nuestras instituciones en tanto en cuanto haya capacidad para mantener la defensa del Estado de Derecho al mismo tiempo que se pone en marcha el plan más ambicioso que se ha realizado nunca.

En la historia quedará que, en esta crisis, la Unión Europea ha estado a la altura de las expectativas de los ciudadanos. Ha respondido con toda su potencia con un nivel de solidaridad, cooperación y generosidad impensable hace unas décadas. Pero también con gran altura de miras.

Espero que el Consejo Europeo apruebe el presupuesto sin mirar para otro lado a lo que está pasando en Hungría y Polonia. El Presupuesto que contiene el Fondo de Recuperación debe salir adelante sin renunciar a la defensa de los valores fundacionales de la Unión Europea. Que quede patente que Europa no es sólo un dragón en su capacidad económica sino también en la defensa de nuestros principios democráticos. Ese será el mejor homenaje que se pueda rendir a Giscard d’Estaing.

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