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Ignacio Ruiz-Jarabo

¿Y por qué no un Consejo de Ministros diario?

«Ni la frecuencia semanal del Consejo de Ministros constituye el problema, ni duplicarla supone la solución»

Opinión
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¿Y por qué no un Consejo de Ministros diario?

Eduardo Parra | Europa Press

Desde que se constituyó, el actual Gobierno ha dado numerosas demostraciones de su inoperancia. Siendo muchos lo ejemplos que podrían evidenciar lo anterior, basta con recordar las innumerables ocasiones en las que se han anunciado sucesivos acuerdos de nuevas ayudas a los ciudadanos de La Palma afectados por la erupción volcánica, y confrontarlas con las constantes manifestaciones de los interesados proclamando que nada les ha llegado.

Cualquiera que conozca el funcionamiento de un Gobierno sabe que el factor que cataliza su eficacia radica en los respectivos engranajes de cada Ministerio -directores Generales, secretarios generales, asesores-, pues son estos los que deben alimentar los futuros acuerdos que, tras ser filtrados por la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios, llegan en el famoso «índice verde» a la mesa del Consejo de Ministros. Y, sobre todo, porque los citados equipos ministeriales son también los responsables de implementar con rapidez y eficacia lo acordado en cada reunión semanal del Gabinete.

Con independencia de la mejor o peor valoración que pueda hacerse de los acuerdos que vienen adoptando Pedro Sánchez y sus ministros, resulta evidente que la maquinaria de su Gobierno no funciona, está absolutamente gripada. Y pareciera que así lo han percibido ellos mismos, pues así lo han confesado cuando han anunciado que desean agilizar la acción del Gobierno.

Sin embargo, la medida que nos han anunciado para lograr la necesaria agilización resulta esperpéntica. En efecto, como al Consejo de Ministros le tardan en llegar los proyectos de acuerdos que ha de adoptar y la ejecución de sus decisiones se demora en exceso, Pedro Sánchez ha decidido ¡reunir al Gobierno dos veces a la semana!

Es inevitable preguntarse qué efecto positivo vislumbra el presidente del Gobierno que pueda tener la sainetesca medida anunciada sobre la lacerante ineptitud que adorna el funcionamiento de sus Ministerios. Si aplicamos un razonamiento lógico, el citado «índice verde» llegará a la mesa de cada Consejo de Ministros con la mitad del contenido con el que llega ahora. Y, en todo caso, si la duplicación de la frecuencia con la que reúne el Gobierno provocara un aumento de los acuerdos que adopte, la inoperancia de los Departamentos ministeriales haría que se retrasara aún más su implementación.

No, señor presidente. Ni la frecuencia semanal del Consejo de Ministros constituye el problema, ni duplicarla supone la solución. El problema es la general debilidad profesional e intelectual de los respectivos equipos ministeriales de su Gobierno. Y la solución sería sustituirlos por otros mejor preparados, más experimentados y con mayor sentido de la responsabilidad. No debiera resultar esto difícil en el ámbito del Partido Socialista pues, cuestiones ideológicas al margen, es obvio que cuenta con cuadros propios y con grupos de funcionarios próximos con capacidad suficiente. Menos sencillo parece en la órbita de Podemos, pues en este caso no dispone ni de una cosa ni de la otra.

En función de lo descrito es obligado preguntarse: ¿por qué y para qué se van a celebrar dos Consejos de Ministros cada semana? La respuesta no puede ser más que una: Lo que realmente pretende Pedro Sánchez es que se celebren semanalmente dos ruedas de prensa de la portavoz del Gobierno.

Es evidentemente así. El show post-Consejo en la sala de prensa del Palacio de la Moncloa constituye una inmejorable ocasión para la propaganda política, y un impagable acto para que las terminales mediáticas del Gobierno se conviertan en múltiples ecos de sus bondades. No hay más. Ni menos. A lo que se ve, el despido de Iván Redondo no ha acabado con la impúdica utilización de las más descaradas fórmulas del marketing político. Incluso utilizando instituciones e instalaciones públicas.

Sucede que, vista la desvergüenza que calzan los actores, uno se atreve a preguntarse ¿y por qué no?, y a proponerles que no se corten un pelo, que con cinco Consejos de Ministros semanales y sus cinco ruedas de prensa posteriores, el efecto eco sería todavía mayor que con dos. Entonces, ¿por qué no un Consejo de Ministros diario?

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