THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Instrucciones para no convertirte en un propagandista ruso

«La propaganda rusa intenta ‘desconvencerte’, extender la sospecha sobre lo establecido y promover un relativismo epistémico absoluto»

Opinión
9 comentarios
Instrucciones para no convertirte en un propagandista ruso

Vladimir Putin. | Sputnik (Reuters)

El otro día discutí sobre la guerra de Ucrania con un individuo formado, con credenciales, que había estudiado en universidades de élite y vivía entre Milán y Londres. Yo estaba hablando de la matanza en Bucha y de un reportaje de Associated Press sobre el asedio de Mariúpol. Él me preguntó cómo sabía que todo eso había ocurrido así realmente. Quizá era un montaje y, en el mejor de los casos, no podíamos saber exactamente qué pasó. Para él, la desconfianza y escepticismo absolutos eran sinónimo de sabiduría. Creía en una especie de empirismo cínico basado en el «si no lo veo no lo creo», o al menos no puedo opinar. Sin ser consciente, estaba actuando exactamente igual que la propaganda rusa

Lo explican muy bien Edward Lucas y Peter Pomerantsev en un documento del Center for European Policy Analysis: «El uso que hace el Gobierno ruso de la guerra de la información –la ‘desinformación’– difiere de las formas tradicionales de propaganda. Su objetivo no es convencer o persuadir, sino desautorizar. En lugar de agitar al público para que actúe, busca mantenerlo enganchado y distraído, pasivo y paranoico». Es decir: en vez de convencerte y persuadirte de algo, la propaganda rusa intenta desconvencerte, extender la sospecha sobre lo establecido o relativamente obvio y promover un relativismo epistémico absoluto. La propaganda rusa contemporánea no ofrece un modelo alternativo al occidental como ocurría durante la URSS. Simplemente agita las aguas del descontento y explota las contradicciones del modelo occidental.  Es una estrategia, en principio, inteligente. Busca explotar el escepticismo liberal de los ciudadanos occidentales, que se sienten orgullosos de su pensamiento crítico y de su libertad para formarse un criterio de manera independiente. Si te lo cuestionas todo, acabas paralizado. 

Lo que mi interlocutor rechazaba, con su relativismo cínico, es lo que los filósofos denominan «conocimiento testimonial»: sabemos algo porque alguien que ya lo sabe, o que lo ha visto, nos lo ha dicho. Es la base de la confianza en las instituciones (entendidas estas no solo como el Estado sino como cualquier instancia de autoridad en la que depositamos nuestra confianza). Si tenemos dudas de que nuestro cardiólogo está haciendo lo correcto, es como si creyéramos realmente que no está haciendo lo correcto. Las dudas empañan todo. Si tenemos dudas de que los corresponsales de Associated Press no están diciendo la verdad, que la matanza de Bucha es un montaje, estamos en cierto modo promoviendo la idea de que están mintiendo. 

Ante la imposibilidad de ir a Bucha a recabar pruebas, parecen decir estos empiristas cínicos, lo mejor es abstenerse de opinar. A veces esta abstención es puro relativismo o escepticismo posmoderno; es, en esencia, la mente conspiranoica. En otras es una excusa para no tener que denunciar a Rusia. Nadie hoy defiende a Rusia abiertamente, pero hay maneras laterales. Por ejemplo, señalando intereses espurios detrás de las acusaciones contra ella, matando al mensajero o respondiendo que «es muy complicado». Algo así respondió la semana pasado el teórico de las relaciones internacionales John Mearsheimer, muy criticado en este conflicto por su postura realista con respecto a Rusia. En una conferencia online, y preguntado por las matanzas de civiles, dijo que «es obviamente muy difícil decir lo que ha pasado exactamente». 

En Twitter se hizo viral una serie de comentarios, explícitamente falsos y satíricos, sobre la muerte del presentador de podcast Joe Rogan. Un usuario respondió a la falsa noticia burlándose de los supuestos escépticos que están por encima del bien y del mal y solo se fían de lo que pueden comprobar ellos mismos: «Oigo a mucha gente decir que Joe Rogan está obviamente vivo, pero también veo informes contradictorios, y es importante escuchar ambos lados de la historia. Lo que quiero decir es que deberíamos hacer nuestra propia investigación». La broma define perfectamente a los que dicen que no está claro lo que pasó en Bucha o Mariúpol y que «todo es muy complicado». 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D