THE OBJECTIVE
Koldo Salazar López

La yihad caribeña

«Desde hace décadas el islamismo radical tiene en América un santuario que ahora DAESH está aprovechando: Trinidad y Tobago».

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La yihad caribeña

Tenemos la impresión de que a las guerras de Irak y Siria, aparte de los terroristas de países musulmanes, sólo iban voluntarios europeos; si acaso algún estadounidense o hispanoamericano como aquel famoso islamista llamado Abu Hudaifa “Al meksiki” (el mexicano), sin embargo si les digo que uno de los países cuyos más islamistas, per cápita ha enviado a estos países ha sido la pequeña isla caribeña de Trinidad y Tobago ¿me creerían?.

Esta isla está situada en la zona exterior del Mar Caribe, cerca de las costas de Venezuela, y con 1.363.985 habitantes ha sido uno de los países que, per cápita, más islamistas ha mandado a estas guerras en el hemisferio occidental. Su constitución social es inter étnica e interreligiosa, de hecho la religión mayoritaria es el cristianismo católico seguido del hinduismo y el Islam, que ocupa un 5,6€ de la población.

La presencia de yihadistas de este país caribeño se estimó en 130 terroristas, algunos de ellos con sus familias por lo que el número podría aumentar, sin embargo lo importante de esto es que tras la derrota del Estado Islámico y la salida paulatina de islamistas supervivientes de la guerra, muchos de ellos están volviendo a la isla.

Sin embargo Trinidad y Tobago no es ajena a la presencia islamista radical ya que el grupo Jamaat al Muslimeen de ese país incluso llevó a cabo un golpe de estado el 27 de julio de 1990, que acabó con la victoria del gobierno el día 1 de agosto y este grupo ha sido capaz de crear redes de apoyo social en forma de escuelas y centros de ayuda para pobres desde donde capitalizan a una comunidad que acude a muchas mezquitas con mensaje salafista que, con el historial sangriento y violento de este grupo en la isla no es de extrañar que muchos se vayan.

Sin embargo dentro de DAESH las familias de Trinidad y Tobago son especialmente mimadas por varias razones: hablan inglés y son americanos, viven cerca de las costas de Venezuela, un enemigo por su relación con Irán y, al mismo tiempo, están a tres horas en avión de Estados Unidos y, por si fuera poco, muchos de estos trinitenses es que conocen la idiosincrasia de Hispanoamérica y pueden moverse dentro del país y a través de las comunidades emigradas por lo que son un valor importante siendo que, además, están cerca de lugares estratégicos como pozos petrolíferos y una zona especialmente sensible para Estados Unidos. Además los trinitenses no necesitan visado para casi ninguna isla del Caribe por lo que además tienen una gran capacidad de movimientos tanto para predicar como para lanzar campañas de reclutamiento, entrenamiento y atacar.

Si para Washington los misiles de Cuba fueron un problema porque la presencia de la URSS en el hemisferio occidental iba contra los principios de la Doctrina Monroe y, además, amenazaba su seguridad, la presencia de tantos islamistas y redes locales en la isla es una amenaza comparable a esta.

Una de las particularidades, sin embargo, en esta ida hacia Siria tiene que ver con el factor comunitario y familiar, en este caso el foco de radicalización no venía de reclutadores encubiertos que dirigían acciones a través de grupos de mezquitas, de imames especialmente radicales o de captadores por internet sino que se detectó que todos los terroristas trinitenses  tenían vínculos personales o familiares descubriendo que el factor de radicalización partía de las propias familias ya radicalizadas en tres núcleos claves:

Río claro, al sureste; chaguanas en el centro y Diego Martín en el norte y cuyo eje es el asentamiento de Río Claro, donde hay un centro islámico bastante grande dirigido por Nazim Mohamed, un anciano de 78 años que ya participó en el golpe de estado de 1990 y que esgrime un discurso muy peligroso frente a la pobre comunidad islámica del país y es que en su discurso los musulmanes trinitenses están despojados de su honor y son humillados al estar subyugados por los no creyentes.

Tanto la CIA como el gobierno de Trinidad y Tobago lo tienen claro: si todos los yihadistas se conocían en mayor o menor grado, se han ido familias enteras ya radicalizadas y un 70% de ellas formaban parte de la comunidad de Nazim Mohamed antes de irse a Siria e Irak es sospechoso sin embargo este hombre, interrogado hasta la saciedad por estos hechos y porque quince de sus familiares, hijos incluidos, se fueron en su día a estos países.

De hecho incluso un islamista trinitenses: Shane Crawford (Abu Sa´adt al Trinidadi) hacía un llamamiento a sus compatriotas para que llevaran la yihad a su país al considerar que vivían en un estado de dominación por parte de los “kuffar” y es que para el DAESH la sociedad caribeña, multireligiosa, no tiene cabida en su programa político por lo que este discurso de odio al diferente y de necesidad de controlar la situación para una comunidad pobre pero radicalizada es muy tentadora.

Sobre todo por la confluencia de esta población (unos 104.000 musulmanes), pobres, con una red asistencial islámica fuerte que fideliza contactos y redes sociales, con una población radicalizada mediante la conversión (hay muchas conversiones desde el Cristianismo) pero también a través de la propaganda ya que tras el alzamiento de 1990 llamaron la atención de diversas organizaciones y países. En 1990 islamistas tomaron el parlamento, dispararon al Primer Ministro y tomaron la televisión pública anunciando el derrocamiento del gobierno.

Arabia Saudí se vio especialmente conmovida por este acto y comenzó a enviar misioneros a fin de fidelizar a los trinitenses y sacarlos de la vía radical propia que se habían creado temiendo que representaran una nueva vía que pudiera rivalizar con ellos saltando al continente o que, de una forma u otra, cayeran bajo la influencia de Irán por sus movimientos geopolíticos en Venezuela, Cuba o Nicaragua: Arabia Saudí venció e inyectó el veneno wahabista que se ha hecho ver con la aparición de niqabs, pronunciadas barbas y demás.

Si embargo el componente es curioso ya que dentro del Jemaat al Muslimen de Trinidad y Tobago existen dos grandes grupos raciales: los de origen indio llevado a esta isla del Imperio Británico en el siglo XIX como trabajadores y los de origen africano cuyo Islam puede ser de nacimiento o por conversión.

Sin contar con aquellos que vienen de ambientes delincuenciales reconvertidos a través de una epifanía personal, por conversión en la cárcel o por contacto personal ya sea por amistades, en el barrio o por relaciones amorosas…lo cierto es que en las islas hay un problema que ha atraído la atención de los Estados Unidos de una forma muy seria y eso no es una cuestión baladí. La yihad caribeña es una realidad.

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