THE OBJECTIVE
Rosa Cullell

El nuevo 'procés' de Junqueras

«Ha empezado un tiempo nuevo, el del presidente de ERC. Habla en voz baja, sin gritos, pero se propone llegar, solo y triunfante, al mismo sitio: la secesión»

Opinión
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El nuevo ‘procés’ de Junqueras

El líder de ERC, Oriol Junqueras. | Europa Press

En los anales de la historieta de Cataluña figurará algún día el harakiri del partido de Carles Puigdemont y el triunfo, no menos en la sombra, de Oriol Junqueras, el líder de Esquerra Republicana (ERC). Con solo 33 diputados de los 135 del Parlament y sin pactar con nadie se ha hecho con el Gobierno catalán. Para redondear la jugada ha ido a pescar consejeros entre los díscolos de la antigua Convergència, los rebotados del PSC y los más soberanistas de Podemos. Junqueras ha empezado a edificar su casa gran del independentismo, donde solo manda Esquerra.

La espantada de JuntsXCat le ha venido de perlas al jesuítico líder, que sigue dictando la doctrina a sus fieles, incluyendo, por supuesto, al presidente de la Generalitat, Pere Aragonés. ERC no precisa de unas elecciones autonómicas adelantadas, tampoco de unos presupuestos aprobados; se prorrogan los anteriores, dejándole claro al socialismo catalán que es prescindible. Lo  importante, ahora, es Barcelona. Tienen como objetivo ocupar los dos grandes despachos de la plaza de Sant Jaume, el de la Alcaldía y el de la Generalitat. Con ese poder, piensa el líder republicano, será más fácil avanzar hacia la independencia. Comienza el nuevo procés.

«Junqueras ha reiventado la rueda política: pactar con el socialismo español y renegar del catalán»

El presidente de ERC se sube al púlpito para dar bendiciones urbi et orbi. Al PSC, vencedor de las últimas autonómicas, ni se acerca ni quiere su ayuda. Junqueras ha reinventado la rueda política: pactar con el socialismo español y renegar del catalán. A Pedro Sánchez le va bien -aprueba sus presupuestos-, pero reducen el peso del socialismo en las decisiones de Cataluña. Maniobra redonda del independentista.

Durante los últimos 15 años, Junqueras se ha dedicado a reconstruir el viejo partido de izquierda republicana que ocupó la Generalitat restaurada de 1931 a 1939. Se enorgullece de los 88 años que ha cumplido ya su partido frente al advenizo, pero triunfal, CiU de Jordi Pujol. Josep Tarradellas, al regresar a Cataluña en 1977, creía que ERC podía y debía ganar las primeras elecciones autonómicas. Esquerra, explicaba, merecía una reparación al daño sufrido por sus militantes, por el asesinato del President Lluís Companys, por el largo exilio. No pudo ser.  El banquero Pujol, a quien Tarradellas despreciaba, arrasó y se colocó por delante del PSC. ERC obtuvo un triste cuarto lugar. 

Desde que conocí a Junqueras, durante la campaña a favor del al Estatut de Pasqual Maragall, pensé que emanaba una fe inquebrantable, no solo en el Dios de los católicos (como asegura cuando sale de gira) sino también en la independencia de Cataluña y en su capacidad de llegar hasta el final, pero a su hora. En una tertulia de 2006, la seguridad de aquel treintañero me dejó boquiabierta: «No estoy en ERC  para modificar el Estatuto», advertía, «sino para conseguir la independencia que piden las tietes catalanas, para gobernar una nación separada de España». Salió del estudio y otro tertuliano comentó: «Éste se cree que va a presidir la República Catalana». Algunos se rieron. Yo pensé que fe no le iba a faltar. 

A este profesor de instituto, bizco, amable, aunque no simpático, es difícil  alterarle; no insulta, aunque a veces se muestra despreciativo, sobre todo con el socialismo catalán. Tampoco olvida que, durante décadas, su partido ha sido  la muleta de CiU. Su paso por la prisión, mientras el vivales de Puigdemont se fugaba, le dio aún más fuerzas y apoyos. Tras serle concedido el indulto, salió de la cárcel como de un retiro espiritual, dispuesto a seguir denunciando a España ante los tribunales europeos por ser un «Estado represor». 

Pensar que estás en lo cierto, que tu causa es la buena y que todo los otros se equivocan, te lleva a aceptar las consecuencias que acarrean tus actos por malas que sean. Incluso a mentir, cuando crees que tu sublime causa lo necesita. Para arrullar a los bienpensantes, a Oriol le gusta declarar que ama a España y al español. Ante las cámaras de las televisiones, en bien preparados encuentros con andaluces y castellanos del pueblo llano, siempre se muestra dialogante. 

«El líder de ERC comparte pensamientos y tácticas con su amigo Arnaldo Otegui»

Pere Aragonés, el presidente de este nuevo Govern -hecho con pedacitos de catalanistas reconvertidos en indepes y junqueristas fieles- repite incansable la doctrina oficial: «Vamos a luchar y representar a todos los ciudadanos de Catalunya».  El nuevo mantra es que ellos, los republicanos, no son «partidistas». Hartos del ala dura de Junts -de Laura Borrás, de Puigdemont y del resto- los catalanes decididos a decretar la muerte del procés baten palmas. Olvidan que ha empezado un tiempo nuevo, el de Junqueras. Habla en voz baja, sin gritos, pero se propone llegar, solo y triunfante, al mismo sitio: a la secesión.  

Oriol Junqueras comparte  pensamientos y tácticas con su amigo Arnaldo Otegui. Ambos apoyan los presupuestos de Pedro Sánchez, convirtiendo a ERC y Bildu en partidos imprescindibles para el Gobierno español. No sabemos cuánto durará el intercambio de cromos, pero ERC ya ha pillado los mejores, descabalgando a Junts. 

El tiempo que el socialismo gana en Madrid puede perderlo el PSC en Cataluña. El actual presidente de ERC no es astuto, como apodaban irónicamente al jubilado Artur Mas. Oriol Junqueras es peligroso. Paso a paso, sin prisa, ha comenzado su procés.

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