THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

Chapapote contra Ayuso

«La izquierda piensa que si no le organizan otro ‘prestige’ con la excusa del problema de la sanidad madrileña, Ayuso arrasará en las próximas elecciones»

Opinión
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Chapapote contra Ayuso

Erich Gordon

Los años veinte del siglo pasado vieron la aparición en Europa de los regímenes más totalitarios y criminales de la Historia: el comunismo y el nazismo.

El nacimiento y la expansión de las ideas en que estos regímenes se sustentaban estuvieron unidos a unas muy pensadas políticas de comunicación, a través de unos eficaces aparatos de propaganda, que lograron que muchos ciudadanos creyeran que la solución de sus problemas y la satisfacción de sus aspiraciones les llegarían gracias a esos regímenes absolutamente totalitarios.

Ya en los orígenes de la Unión Soviética, con Lenin al frente, se creó allí un departamento para la agitación y propaganda, que, para simplificar, llamaron agitprop. Departamentos similares fueron creados por todos los partidos comunistas del mundo. Y está meridianamente clara cuál era su finalidad: propagar las supuestas bondades del comunismo para provocar así la agitación de las masas para implantarlo.

Para trasladar a los países occidentales esa propaganda y esa agitación, ya Lenin contó con el trabajo y la inteligencia de un comunista alemán, Willi Münzenberg, que demostró ser un auténtico genio en la tarea que le había sido encomendada: la de convencer a los intelectuales de esos países libres de la superioridad moral y política del comunismo. Lo hizo tan bien, que, ahora, cien años después, todavía es difícil encontrar en Occidente a intelectuales que abiertamente se enfrenten al comunismo, que ahora se presenta disfrazado de «socialismo del siglo XXI» o de chavismo o de sanchismo.

«La tragedia del ‘Prestige’, de la que se cumplen 20 años, fue aprovechada por la propaganda socialista contra Aznar»

Pues bien, cuando Hitler inicia su camino para hacerse con el poder, también comprende que necesita un departamento similar al soviético para hacer propaganda de sus ideas y, en definitiva, para engañar a esas masas a las que quiere hacer cómplices y víctimas de su proyecto totalitario. Y aquí encuentra a otro alemán, también bastante genial a la hora de manipular la verdad: Joseph Goebbels. Más tosco que Münzenberg, pero durante unos años increíblemente eficaz.

Goebbels, quizás por esa tosquedad, llegó a expresar, sin eufemismos y en una frase lapidaria, cuál es la clave de todos los departamentos de propaganda de los partidos totalitarios: «Una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad indiscutible».

De todo esto me he acordado cuando se cumplen 20 años de la tragedia del Prestige, un petrolero que, bajo bandera de las Bahamas, se hundió a 250 kilómetros de las costas de Galicia, provocando una marea negra que ensució de manera atroz todo el litoral gallego y cantábrico.

Aquel malhadado accidente, en el que, como cualquiera puede comprender, nada tenía que ver el Gobierno de España, fue aprovechado inmediatamente por el aparato de propaganda socialista para movilizar a grandes capas de la sociedad española contra ese Gobierno, que no podía entender por qué se le responsabilizaba de que el mal estado de un barco, los errores de su tripulación y un temporal lo hubieran hundido.

Hay que recordar cuál era el panorama político de aquel noviembre de 2002: gobernaba con mayoría absoluta José María Aznar, la economía española iba viento en popa después del éxito de las medidas tomadas para conseguir la entrada en el euro, y la oposición, con un Zapatero que no conseguía encontrar puntos débiles en la gestión del Gobierno, veía aterrorizada cómo el PP se encaminaba a una tercera victoria electoral consecutiva.

El Prestige hizo que se encendieran las antenas de los aprendices de Münzenberg y Goebbels, que siempre pululan en las filas de la izquierda, y pensaron que había llegado su hora. La verdad es que aquella tragedia era muy fotogénica: playas totalmente negras, aves y peces llenos de petróleo, pescadores desolados. Es inolvidable la ilusión con que algunos presentadores de televisión exclamaban desde las playas gallegas: ¡llega el chapapote!

«Los manipuladores de siempre pretenden convertir el problema de la sanidad en una descalificación total de Ayuso»

Pues bien, toda esa fotogenia, que provocaba lógicamente la tristeza de cualquier espectador al ver la magnitud de la tragedia, fue aprovechada hábilmente por esos manipuladores para, a base de repetirlo mil veces, meter en la cabeza de los españoles la idea de que todo aquello lo habían provocado el PP y su presidente Aznar. Parece absurdo, pero la ley de Goebbels se cumplió entonces con precisión milimétrica, y aquella rotunda mentira se convirtió en una verdad absoluta para todas esas víctimas de los departamentos de agitprop. Y así, el panorama, que el día antes del hundimiento del buque era negro para la izquierda, empezó a cambiar y Zapatero comenzó a abrigar esperanzas.

Y de todo esto me he acordado cuando he visto la movilización de toda la izquierda contra Isabel Díaz Ayuso con la excusa de un problema que ha surgido en la puesta en marcha de una iniciativa, impulsada por ella, para mejorar la asistencia de las urgencias extrahospitalarias en la Comunidad de Madrid. Ese problema, que cualquiera comprende que es menor en comparación con toda la actividad de la Consejería de Sanidad, los manipuladores de siempre pretenden convertirlo en una descalificación total de Ayuso, de la que piensan que, si no le organizan un prestige, va a arrasar en las elecciones de dentro de seis meses. Algo parecido a lo que veían hace 20 años con aquel PP que gobernaba a satisfacción de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

Les da igual que la sanidad madrileña sea, sin discusión, la mejor de España y que eso lo reconozcan los médicos y los pacientes, porque, cuando se tiene fe en un proyecto totalitario, ya lo decía Lenin, la mentira se convierte en un arma revolucionaria. Y en eso están.

Espero que los madrileños no sólo no pierdan la confianza que le dieron a Ayuso el año pasado, sino que, como reacción a esta burda operación de agitprop, se la aumenten.

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