THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

Feijóo y sus oxígenos

«No se le reconoce al líder del PP una gran capacidad de improvisación. Le faltan años de práctica para llegar a su paisano Mariano Rajoy»

Opinión
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Feijóo y sus oxígenos

El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. | Europa Press

Tiene Alberto Núñez Feijóo cierta tendencia a regalar de vez en cuando, y sin venir a cuento, botellas de oxígeno a Pedro Sánchez. Son botellas pequeñas que permiten al presidente Sánchez poder criticar con cierto fundamento al líder popular. Suelen proceder de concesiones que tienen su origen en frases mal escogidas, o dichas por el político gallego cuando improvisa una respuesta rápida o una réplica directa. 

Ocurrió hace unas semanas en el Senado cuando Feijóo se dirigió a Sánchez sobre la ley trans y en un momento dado le soltó aquello de «deje ya de molestar a la gente de bien. Deje ya de meterse en las vidas de los demás». La expresión «gente de bien» acababa de convertirse en un bumerán explosivo que no tardó ni un minuto en ser activado por Pedro Sánchez. «Nunca imaginé, señorías», dijo el presidente del Gobierno, «que el reconocer derechos a minorías, en este caso al colectivo trans, fuera molestar a la gente de bien, señor Feijóo». 

Toda la argumentación estructurada que había realizado el líder del PP sobre los riesgos y peligros que generaba la ley trans quedaron enterradas por esa frase. Pudiendo incluso usar la munición que le facilitaban las masivas críticas feministas contra la ley, incluidas las más famosas y activas feministas socialistas, Feijóo soltó gratuitamente esa frase. Sánchez, y tras él, todos los ministros, en especial las podemitas, se ciñeron a la maniobra de distracción para obviar el resto del debate y convertirlo en un supuesto enfrentamiento entre progreso y avance contra «gente de bien».

No era la primera botella de oxígeno que regalaba Feijóo. Semanas antes y ante la noticia de que un hombre de origen marroquí había asesinado a un sacerdote y herido a otras tres personas en Algeciras, Feijóo había proclamado la superioridad de la religión católica, porque según comentó, los católicos o cristianos no matan desde hace siglos en nombre de su religión. Ante el aluvión de críticas tuvo que salir a matizar sus palabras reconociendo que no se podía criminalizar a una religión por ese suceso que era solo obra de un fanático. El hecho es que Feijóo había elevado a categoría de toda una religión un lamentable suceso, dando otra vez oxígeno a sus críticos, que no tardaron en situarlo en las posiciones extremistas de Vox. 

Dos declaraciones improvisadas, que habían sido muy mal verbalizadas por el líder de los populares. No se le reconoce a Feijóo una gran capacidad de improvisación. Le faltan años de práctica para llegar a su paisano Mariano Rajoy. Con Rajoy éramos muchos los que pensábamos que cuando improvisaba creaba adrede un jardín en el que nadie sabía muy bien lo que acababa de decir. Esa era justo la intención del expresidente. Creaba mitos que se convertían en virales como aquello de los alcaldes, los vecinos y todo lo demás. Sin embargo, Rajoy tenía un autocontrol lingüístico insuperable. Quedará para la historia esa rueda de prensa en la que le preguntaron por Bárcenas, no una, sino varias veces. Y ni una sola vez dio el titular e inventó el antológico «ese hombre del que usted me habla». Un político tiene que saber lo que dice y cómo lo dice. Una buena idea y argumentación mal expresada puede ser suicida. La práctica y los años ayudan. 

«Hay que tener mucho cuidado con empezar a dar protagonismo a estos evangelistas: aunque tengan ya casi medio millón de seguidores en España, se trata de una religión con mucho dinero y poder»

Extraña por eso más, que en un acto cerrado, preparado con tiempo, y con un discurso leído como el que realizó Feijóo en «Europa es hispana» se mostrara «muy orgulloso» de «no rendir pleitesía a gobernantes aprendices de autócratas y realmente autócratas… Unos dirigentes que utilizan a sus pueblos no para mejorar y prosperar, sino para mejorar y prosperar ellos». Una frase dicha en un acto con hispanos el mismo día que se inauguraba la Cumbre Iberoamericana en Santo Domingo con la presencia del presidente del Gobierno Pedro Sánchez y también del rey Felipe VI.

Poco ha importado que desde el PP se niegue relación con la Cumbre, porque se dijo cuando se dijo y en un acto que parecía coincidir con la cumbre dominicana para poner más énfasis en la búsqueda del voto hispano para los populares. De nuevo Feijóo daba oxígeno al Gobierno, que la ha convertido en monotema y que le ha servido para tapar los escasos, por no decir, nulos resultados de esta Cumbre que Sánchez ha aprovechado para vender su próxima presidencia europea. 

Resulta estremecedor que esta vez no solo fuera el oxígeno de Feijóo, sino también del organizador del evento, que no tuvo mejor idea que invitar a una pastora evangelista con unos antecedentes negacionistas, homófoba, con supuestas curaciones milagrosas y con un tono histérico en el que acusa a los políticos de estar poseídos por Satanás. Hay que tener mucho cuidado con empezar a dar protagonismo a estos evangelistas: aunque tengan ya casi medio millón de seguidores en España, se trata de una religión con mucho dinero y mucho poder y que en algunos países como Brasil, ha radicalizado toda la vida política.

Feijóo tiene las encuestas a su favor y si todo transcurre como anuncian, puede empezar a materializar su estilo el 28 de mayo. Hizo bien en evitar la trampa de Vox con la moción de censura de Tamames, que como se preveía, se convirtió en un mitin de Sánchez y Díaz. No parece que esa moción-mitin vaya a cambiar esas encuestas que dan al PP excelentes resultados en muchas comunidades y municipios. Pero Feijóo y el PP deben ser especialmente cuidadosos tanto con el mensaje como con los «artistas invitados».

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