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Guadalupe Sánchez

El sanchismo, a segunda vuelta

«Puede que sea la primera vez que el centroderecha no gana unas elecciones por causa del deterioro económico, sino de la degradación democrática, institucional y legislativa»

Opinión
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El sanchismo, a segunda vuelta

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | EP

A estas alturas resulta incuestionable que los españoles no votaron en los comicios del 28-M en clave autonómica o municipal, sino plebiscitaria. Los ciudadanos reprobaron este domingo a Pedro Sánchez y al Frankenstein a través de personas interpuestas: alcaldes, concejales, consejeros y líderes autonómicos de izquierdas han recibido el tortazo electoral en representación del Presidente y de sus ministros.

España votó antisanchismo y se tiñó de azul. Y esto es más importante de lo que parece, porque puede que sea la primera vez que el centroderecha no gana unas elecciones por causa del deterioro económico, sino de la degradación democrática, institucional y legislativa: el pueblo ha censurado los pactos de Sánchez con los radicales de izquierdas, los etarras y los golpistas, la colonización de las instituciones y su instrumentalización con fines propagandísticos, los indultos políticos e ideológicos a sus socios sediciosos y a las madres protectoras, las rebajas de penas y liberación de violadores gracias a la ley del sólo sí es sí, la derogación de la sedición y la rebaja de la malversación para procurar impunidad a los independentistas, los ataques al poder judicial y la deslegitimación de los contrapoderes, los señalamientos a ciudadanos privados y a empresas por parte de cargos públicos o la inseguridad jurídica generada por los constantes ataques a la propiedad privada.

El descalabro electoral ha sido tal que la situación del Gobierno de coalición era insostenible. Había que cortar alguna cabeza, pero seguramente los ministros socialistas no estaban dispuestos a comerse el marrón y los de Podemos rechazaban una salida pacífica que no pasara por una conducta desleal hacia el Ejecutivo del que formaron parte y una actitud incendiaria en las calles hasta diciembre, rearmándose tras la marca blanca de Yolanda Díaz.

«El descalabro electoral ha sido tal que la situación del Gobierno de coalición era insostenible»

Por otro lado, a un ególatra narcisista como Pedro le resultará imposible asumir la magnitud del rechazo hacia su persona, entender que se ha convertido en un lastre para los intereses de su propio partido. Él, que tantas veces ha demostrado, tanto en público como en privado, estar obsesionado por cómo pasará a la historia de nuestro país, será recordado como un gran mentiroso que hundió al PSOE, blanqueó y legitimó a los etarras en las urnas, benefició a violadores, favoreció a los okupas y gobernó asociado con delincuentes. Su figura quedará vinculada para siempre al eslogan: ‘Que te vote Txapote’.

Alguien en Moncloa ha convencido a Sánchez de que no está todo perdido y que, una vez tocado fondo, ya sólo puede remontar. Que en lugar de desgastarse de aquí a diciembre en un gobierno en descomposición que confiera tiempo a la izquierda chavista para construir una alternativa, es mejor convocar unas elecciones generales que actúen a modo de segunda vuelta, donde ya no se tendrá que batir el cobre con aquélla que los ha derrotado en todas las refriegas en las que se han enfrentado: Isabel Díaz Ayuso.

«El 23 de Julio será una segunda vuelta que confirmará quién es más resistente, si Sánchez o la voluntad de los españoles de mostrarle la puerta de salida de la Moncloa»

Efectivamente, con los gobiernos autonómicos y municipales recién conformados, el rival del presidente ya no será la madrileña, que le tiene bien tomada la medida y a la que sabe que no puede vencer, sino Alberto Núñez Feijóo. Los cocineros monclovitas creen que un cara a cara con el gallego no sólo le permitiría salvar los muebles, sino incluso hasta ganar. Al popular lo creen más inseguro y con menos margen de maniobra en una campaña electoral que, como la que acabamos de dejar atrás, no va a girar en torno a la economía, sino a la calidad institucional y democrática. Si a ello le sumamos que, por las fechas escogidas, los ciudadanos estarán menos movilizados y la participación es muy posible que baje, ya tendríamos todos los ingredientes que permitirían a Sánchez recuperar terreno y, si no vencer, al menos salir dignamente del lance.

Así que lo que tenemos por delante son unas semanas de campaña electoral preñadas de propaganda de altísima intensidad, en la que ‘su persona’ se erigirá como la única alternativa viable y plausible para frenar la mayoría absoluta de la ‘extrema derecha fascista’ cuyo advenimiento ha propiciado los pasados comicios. Nos quieren hastiados, agotados y desmovilizados. El 23 de Julio será una segunda vuelta que confirmará quién es más resistente, si Sánchez o la voluntad de los españoles de mostrarle la puerta de salida de la Moncloa.

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