THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

La ley del embudo

«Ahora tenemos gobernantes que buscan levantar muros y no tienen reparos morales en usar la ley del embudo como un arma arrojadiza más»

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La ley del embudo

Ilustración de Alejandra Svriz.

Arrancamos un año que lleva añadido una pegatina inquietante: «2024, el año que viviremos peligrosamente». El año en que el gobierno de nuestro país continuará con su política apisonadora del Estado de derecho. Ya nos demostró su afición con algunas medidas muy inquietantes como los indultos como la derogación del delito de sedición y la rebaja de las penas del de malversación. Por no hablar de esos indultos legales, pero en contra de todos los informes pertinentes, incluido el del mismísimo Tribunal Supremo. 

Pareciera que a nuestro presidente Sánchez le encantará retar a sus socios indepes y comunistas a que le pidan a cambio de sus votos las cosas más antidemocráticas, más rompedoras con el orden constitucional, aquellas que más atentan contra la igualdad de los españoles ante la ley, para poder decirles que él lo hará. El prófugo de Waterloo es el que tiene el récord más alto en el ranking de chantajes. No pidió. Exigió a Sánchez una ley de amnistía que rompe el poder judicial y el equilibrio de poderes, y Sánchez ni pestañeó. En 24 horas se convirtió en el mayor defensor de la amnistía. Y este año 24 estaremos paralizados por la amnistía. Peligrosamente centrados en defender y atacar la amnistía. Que más da que nuestra renta per cápita vuelva a tener la misma diferencia con la media europea que en los setenta o que seamos el país con más paro. Recordar eso es de ultraderechistas, de reaccionarios. 

Lo importante es sobrevivir al escándalo que tapa todo lo demás. Recordemos que el escándalo de las mentiras sobre los indultos lo tapó con el escándalo de que nunca pactaría con Bildu. Este a su vez pasó al olvido cuando llegó el escándalo de la sedición y de la malversación. Todos ellos quedaron enterrados con el escándalo de la ley de amnistía que por unos días ha sido silenciado por el escándalo de los votos a Bildu para regalarles Pamplona. Por eso les viene tan bien las ocasiones que siempre brinda Vox al aparato de propaganda socialista.

No es una simple cadena de escándalos. Se trata de ir sobreviviendo a los chantajes de los independentistas y mantener vivas las ansias egocéntricas de poder de Pedro Sánchez. Y para ello han elaborado una metodología única que se basa en el conocimiento de los tiempos con el fin de conseguir un objetivo más permanente y desolador. 

El primer punto es la negación de cualquier acercamiento o pacto con el PP. Se les niega hasta el diálogo y así quedan aislados y obligados a solo poder pactar con Vox. Luego se les unifica como si fueran un todo coordinado. Todos son ultraderecha. Da igual que sean moderados, conservadores, liberales o centristas. El libro de estilo dice que todos tienen que ser acusados de ser ultraderecha. El segundo punto es la negación de todos los chantajes a los que van a ceder. Son capaces de armar una campaña electoral en base a principios que serán negados y enterrados en menos de 48 horas. Ejemplos, muchos. Desde afirmar Sánchez que no podría dormir si pactara con Podemos a afirmar que él traerá ante la justicia a Puigdemont. Desde negar incluso con insolencia que se vaya a pactar con Bildu a decir que no habrá comunidades beneficiadas en la financiación.

La tercera fase entra en acción cuando finalmente se confirma que van a hacer lo que no podían hacer. Aquí aparece por primera vez el equipo sincronizado. En este caso para argumentar, si es necesario con falsedades, la necesidad histórica de que se haga la aberración que se vaya a hacer. Tampoco les tiembla el labio al mentir con afirmaciones como que la eliminación de la sedición y la malversación era para equipararlo con las legislaciones europeas o que en otros países europeos se conceden amnistías, obviando que nunca cuando se trata de ataques a la unidad o a la constitución del país. 

«Esa marabunta de ruido es la que oculta el gran objetivo que están consiguiendo de forma unilateral, fuera de debate y solo para ser utilizado por ellos»

En la cuarta fase el equipo sincronizado desde Moncloa pasa al ataque con el fin de desviar el tema concreto del debate y reconvertirlo todo en una lucha contra la ultraderecha reaccionaria e inmovilista en que se convierten todos los partidos que hayan criticado sus medidas. El mismo mensaje repetido sale de las bocas de todos los cargos socialistas que dependan del dedo de Pedro Sánchez. 

Esa marabunta de ruido es la que oculta el gran objetivo que poco a poco están consiguiendo de forma unilateral, fuera de debate y solo para ser utilizado por ellos. Se trata de una ley que ataca, no ya el Código Penal, ni la Constitución, ataca el sentido común y a la coherencia. Ataca el corazón del diálogo y de la convivencia. Es la ley del embudo.

La ley del embudo tiene unos efectos perversos en cualquier situación, pero son terribles en una sociedad democrática cuando se aplican de forma inmoral, irresponsable y demagógica desde el poder. Y desgraciadamente Pedro Sánchez, la mayoría de sus ministros, la mayoría de sus diputados y senadores y en general de sus cargos, con el uso permanente de la ley del embudo en sus declaraciones y actos hacen crecer la polarización hasta extremos impensables hace poco tiempo. No son, sin embargo, los socialistas los únicos que dominan esta ley. Comunistas, nacionalistas e independentistas son también auténticos maestros. 

Lo vivimos todos los días. El último ejemplo es revelador. Están intentado, para asombro e indignación de la Europol, despenalizar el enaltecimiento del terrorismo (lo que afecta a ETA pero también a la Yihad Islámica) y piden a la vez que se detenga y juzgue a los autores de la mamarrachada de Ferraz en la que se daban golpes a un muñeco ahorcado que representaba a Sánchez. Es el mismo PSOE que durante años fue comprensivo con la quema de imágenes del rey o con la presencia de muñecos ahorcados representando a Felipe VI en protestas independentistas o podemitas. Era feo, pero era, decían y así lo manifestaban también los jueces, libertad de opinión. Ahora no. Ahora es Sánchez y piden para los estúpidos autores casi la permanente revisable. Y si algún jurista les explica el error, pues también es acusado de ultraderecha.

La ley del embudo sirve para todo. Para acusar a la Constitución de antigua y sin embargo defender los derechos forales de vascos y navarros de hace siglos que están en ella. Para pedir una financiación única por encima de la del resto de comunidades autónomas y luego que Cataluña exija la solidaridad hídrica del resto de España. Sirve para exigir la independencia y que los mismos que lo hacen exijan al gobierno central que limite la autonomía fiscal de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

La ley del embudo es tan vieja como la vida misma. Antes el que la usaba no abusaba de ella, ni legislaba por ella.  O al menos lo hacía con reparos. Ahora tenemos gobernantes que buscan levantar muros y no tienen reparos morales en usar la ley del embudo como un arma arrojadiza más. 

Muros y embudos. Un año peligroso el 2024. Feliz Año.

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