Además de los siete diputados catalanes del PSC, otros ocho diputados no acataron la decisión de la dirección socialista, entre ellos las independientes Margarita Robles y Zaida Cantera, además de Odón Elorza o Susana Sumelzo, pesos pesados del partido y del equipo de Sánchez.
El debate fue muy similar al del martes, con un Rajoy dispuesto a tender la mano al resto de los partidos para lograr un gobierno “fuerte y estable” aunque también dispuesto a no renunciar a los principios de su programa. De nuevo, también los partidos de la oposición coincidieron en augurarle un gobierno “débil”, mientras que Ciudadanos y Coalición Canaria, con los que el PP firmó un acuerdo de investidura, le advirtieron de que estarán “vigilantes”. Incluso el socialista Antonio Hernando reiteró que su grupo “hará oposición desde el lunes». Pero fueron éstos, los miembros del PSOE los que recibieron los reproches más duros por parte de los representantes de la oposición de izquierdas y de los nacionalistas e independentista. Hernando se quejó y pidió la palabra para defender “el honor de los socialistas” que, según dijo, había sido mancillado por el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, al preguntarles si “no les da vergüenza dar el poder a uno de los partidos más reaccionarios de Europa» y otras acusaciones que llevaron a varios diputados socialistas a abandonar el hemiciclo hasta que acabó la intervención del diputado independentista catalán.
En la calle, al mismo tiempo que se celebraba el pleno del Congreso, miles de personas se manifestaban en los alrededores, en medio de fuertes medidas de seguridad, para protestar por la investidura de Rajoy, calificada por los participantes, de «golpe de la oligarquía» a la democracia. Numerosos diputados de Unidos-Podemos, entre ellos, los principales líderes, se acercaron para saludar a los manifestantes antes de que comenzara el debate de investidura.