A mi amiga Carlota le diagnosticaron cáncer de mama hace unas semanas, con treinta y un años. Comienza su particular camino a través de la enfermedad, del que no me cabe duda que saldrá reforzada y feliz. Por desgracia, me he enterado de la historia por esa arma cargada de nostalgia que son las redes sociales, y ni siquiera por ese medio tan impersonal he tenido el arrojo para animarla en su travesía. Pero más allá de este detalle intrascendente, lo que más me gusta de las fotos que deja que observemos es que afronta este camino consciente del punto en que se encuentra. Este detalle sí es trascendente, diría que es incluso vital: el desconocimiento implica miedo, y es evidente, lo sé porque los años me han enseñado a detectárselo, que ella observa con valentía el futuro que le ha tocado lidiar.