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Extraños refugiados
Realmente se mueven sobre todo varones jóvenes. Alemania los necesita para su colosal ímpetu económico. En su virtud va a seleccionar el mejor plantel de trabajadores huéspedes
Realmente se mueven sobre todo varones jóvenes. Alemania los necesita para su colosal ímpetu económico. En su virtud va a seleccionar el mejor plantel de trabajadores huéspedes
Es posible que haya algún personajillo, además de xenófobo, que diga que esta es la imagen que se buscaba para poner a todo el mundo a favor de la inmigración y en contra de los gobiernos, que están tardando demasiado en tomar decisiones.
Durante los últimos meses otros muchos aylanes han muerto en nuestras costas, familias enteras ahogadas y zarandeadas hasta nuestras orillas, pero no hemos sido capaces de ver los mensajes que venían con ellas. Son relatos que nos hablan de un Damasco en escombros, de ciudades perdidas entre las bombas y la destrucción total, de cadáveres hacinados en las calles, de locos decapitando a vecinos, de hambruna y abatimiento, de huidas nocturnas sin mirar atrás.
Cuando centenares de cuerpos yacen en el fondo del Mediterráneo, cuando decenas se asfixian hacinados en camiones en Austria, cuando tantos caen rendidos en el paso por los Balcanes, los valores democráticos sobre los que se asienta Europa deberían resplandecer, ahora más que nunca, como una luminaria, como un faro que guíe con su luz a aquellos que esquivaron la muerte de dictaduras crueles y del espanto del ISIS, abriendo así sus puertas a una emigración que busca refugio, anhelante de vida y libertad.
Incomprensible. Y más aún cuando en primera línea de combate contra el ISIS están los hombres y mujeres kurdos esta vez viejos y jóvenes, madres e hijas. Defendiendo su tierra y acosados desde la retaguardia por el cobarde y vomitivo régimen turco.
Me pregunto a menudo dónde quedó la solidaridad, la generosidad, la ayuda al prójimo Da igual por qué religión reces, da igual si eres ateo, se trata de ser persona, de ser humano, de empatizar, de entender que quizá podías ser tú, tu hijo, tu nieto o tu primo el que viviera esa situación.
Si me lo permitieran yo emigraría a los Estados Unidos y al llegar allí viviría en Maine, en cualquiera de sus ciudades y exigiría de paso casa gratis, sanidad gratis, educación gratis, trabajo y subvenciones, porque son mis derechos.
Estados Unidos, Rusia, Alemania, China, Francia, Reino Unido, España, Italia, Ucrania e Israel son los diez principales países exportadores de armas.
Hágame caso: no se deje boicotear por el hábito; lo repetido sucede de nuevas aunque creamos haberlo visto antes.
Ni el frío, ni el mar. Ni las montañas, ni las cuchillas de la valla. Nada. Nada puede interponerse en el camino de una persona que lucha por su vida. No tiene nada que perder, nada.
Una vez más los medios de comunicación, todos, prensa, radio y televisión vuelven a hablarnos de los nuevos intentos de saltar la valla de Melilla. La misma imagen de siempre.
España necesita inmigrantes, porque sin ellos esta sociedad egoísta, solipsista y hedonista, incapaz de regenerarse físicamente, está condenada a la decadencia, precariedad, pobreza y agonía.
Si la adherencia al cargo de ciertos políticos en España se ha convertido en una lacra de tarjetas negras y uso indiscriminado de dinero público, en otros países esa ambición por el poder y el dinero se paga con palabras mayores.
Bergoglio, el Papa Francisco, me inspira confianza. Soy creyente. Llevo años muy distanciado de la jerarquía de la Iglesia, a quien percibo en otro mundo, mortal, humano, mundano, e inmensamente lejano de lo que mis padres.
A punta de pistola. Así terminó su viaje. Cualquiera sabe los días que habrá pasado caminando hacia lo desconocido. Si habrá visto las huellas de quienes lo intentaron antes que él. O sus restos.
Son las mismas aguas cristalinas en las que algunos afortunados se bañan en vacaciones. Las mismas aguas con las que todos soñamos para nuestro verano perfecto. Las aguas de un Mediterráneo que sólo se transparentan en unas pocas playas de ensueño.
La han llamado Princesa. Nadie se explica como ha sobrevivido. Yo os lo diré. Cruzó cada minuto de aquellos insalvables 14 km sostenida en brazos de La Muerte.
Cuando el agua traga, no mira el color. Cuando el fondo reclama a la superficie lo que hará suyo para siempre, no escucha el idioma de los gritos. Cuando el oleaje azota y destruye, no lee la matrícula de las embarcaciones.
Los nadie de Galeano cada día son más. Más nadie y más en número. Más seres humanos que conforman una mayoría de la humanidad. Que no tienen casi nada, y están en vísperas de nada. Y nosotros a lo nuestro, a nuestras cosas. Y no puede ser.
Los pobres, en la calle, protestan por la llegada de otros más pobres con quienes tendrán que compartir el mercado laboral no cualificado. Lo hacen con carteles contra la ilegalidad. Lo hacen enarbolando la ley porque saben que a ellos los pobres solo la ley los protege.
Si no cabes, te vas. Este país se nos ha quedado pequeño. Y viejo. Y orondo. Repleto de dinosaurios sebosos. Ya no hay sitio para todos y los poderosos no están dispuestos a mover ni un milímetro sus gordos culos para dejar sitio a los que vienen.
Muchas veces son los padres los que los animan o conminan al largo viaje. Otras veces se escapan ellos solos, algunos con seis y siete años, muchísimos con ocho, diez o doce, dispuestos a jugarse la vida por un poco de esperanza. Con frecuencia no llegan a ninguna parte.
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