Es mítica la visita que en El Padrino II hace el abogado de la familia Corleone, Tom Hagen, a un pentito Frank Pentangelli apunto de hablar ante el tribunal que investiga a la Mafia siciliana en Estados Unidos. Pentangelli es un hombre protegido por las autoridades, por lo que sólo cabe apelar a su (mala) conciencia.
El 22 de julio de 1934, John Dillinger fue tiroteado por agentes del FBI en las inmediaciones del cine Biograph de Lincoln Park (Illinois). Salía de ver una de gánsteres: El enemigo público número uno. En aquellos años paupérrimos, en plena Gran Depresión, el gánster todavía gozaba de un aura justiciera, romántica, atractiva y fatal. El cuerpo agujereado de Dillinger, junto a la aplicación del censor Código Hays, acabaron con la mitología cinematográfica del fuera de la ley con causa. El forajido bondadoso.
Aquella niña tenía que llorar, tenía que darnos pena para que les diéramos unas rupias. Esos niños que reían a carcajadas mientras les bañábamos bajo la lluvia llenando toda la calle de jabón, eran invisibles para su país.
Tiene gracia que el mal llamado «quinto poder» ande en proceso de disolución o de extinción, como un amargo azucarillo. Esa prensa muere de soberbia y gracias al talento de unos pocos, nace un periodismo que no es nuevo, sino genuino.
Cuba fue paraíso de la Mafia hasta el triunfo de la revolución. El bloqueo actual es una cuestión de negocios, nada personal