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Los Secretos, tras 40 años en el escenario: «Que sigamos aquí es decisión del público»

Aprovechamos la nueva gira del mítico grupo para charlar sobre su trayectoria,la evolución de la cultura musical en España, y tantas otras cosas

Los Secretos, tras 40 años en el escenario: «Que sigamos aquí es decisión del público»

Los Secretos | Cedida

Los Secretos fueron «el resultado de una onda expansiva musical que bañó el planeta». Entonces –en 1978– ni siquiera eran Los Secretos. Los tres hermanos Urquijo –Enrique, Álvaro y Javier–, junto con José Enrique Cano, alias ‘Canito’, a la batería eran Tos y venían cargados de Dylan, de Los Eagles, de música ranchera, en fin, de todo un poco dentro de esta onda expansiva. Ahora Álvaro, el único de los hermanos que queda en el grupo tras la muerte de Enrique Urquijo en 1999, define así a su yo de 40 años atrás, con la perspectiva que da la suela desgastada de escenarios y las ruedas de carretera.

Llevan desde que acabó el confinamiento, el pasado marzo, sin parar de dar conciertos. La pandemia los pilló de gira por su último disco, ‘Mi Paraíso’, el primero con canciones originales en ocho años. «No es fácil buscar tiempo para componer cuando estás viajando 300 días al año para conseguir la fuente de ingresos de todo el grupo. La música grabada se ha devaluado, lo que da dinero es el directo», me explica cuando le pregunto por estos años sin nuevo material. «También tuvimos que dedicarnos a labrarnos un presente, porque veníamos de un pasado quebrado por la muerte de mi hermano».

Lo cierto es que la historia de este grupo está marcada por la muerte. En enero de 1980, cuando Tos apenas llevaba dos años tocando en garitos, Canito, el batería, murió en un accidente de tráfico. Un mes después se celebró un concierto para homenajear su muerte en la Escuela de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid. El evento, en el que tocaron junto a grupos como Nacha Pop, Mamá, Alaska y los Pegamoides o Los Bólidos, entonces conocidos sólo en sus pequeños círculos, ha pasado a la historia como el acto de inauguración de La Movida madrileña. Tos, sin Canito, se convirtió en Los Secretos, y ellos en paladines de este movimiento cultural.

Como en tantas otras historias, la realidad difiere del mito. «Éramos muy jóvenes y no teníamos un manager que nos dijera cómo hacer las cosas. Fuimos poco ambiciosos y no sentimos que fuésemos resultado de algo cultural llamado La Movida. Ese nombre vino mucho después», reconoce Álvaro.

El pequeño de los Urquijo siente que España llegó tarde a esa onda expansiva musical de la que hablábamos antes; tan tarde como llegó a la democracia. «Cuando todo explotó tras 40 años de dictadura, vino muy deprisa, muy de golpe, muy mercantilizado».  A los grupos que tocaban por aquel entonces en Madrid los cogió «muy verdecillos», y no tuvieron tiempo de experimentar, pues para entonces las multinacionales ya se habían dado cuenta de que las bandas de ese tipo llenaban estadios y de que «podían pillar chacho». Cuenta Álvaro que los años 70 fueron un campo de experimento para grupos como Los Eagles, Neil Young o Bob Dylan –«que hacían música, por la música, para gente a la que le gustaba la música»–, porque caminaban de la mano de discográficas que compartían esa visión. Los Secretos firmaron su primer contrato con Polydor, una discográfica holandesa que, al muy poco tiempo, se fusionó con otras grandes firmas en un holding. «Rehicimos el contrato y dejamos de ser un grupo de música para ser un producto de venta al público. Un señor de promoción venía de Skip, otro de Danone. Las técnicas de marketing pudieron frente a los gustos musicales».

No hubo tiempo suficiente entre la rigidez de la dictadura y el fenómeno de masas. «En los 80 en España se abrió una etapa de aprendizaje. No por un partido político, una intención ministerial o el alcalde de turno; fue algo espontáneo. Al no existir Internet ni las redes sociales la gente compraba discos e iba a conciertos porque era lo que se hacía en ese momento. Los programas de TV llevaban a grupos a tocar en directo. Nosotros tocamos en la primera noche de Antena 3, cuando nació, en un programa con Nieves Herrero». Durante la década, la cultura musical en España corrió para adaptarse a lo que ya pasaba en otros países desde hacía casi dos décadas. Y entonces llegó Internet y, con él, todos esos nuevos estímulos y formas de entretenimiento. «Esa onda expansiva musical no llegó a dejar poso», afirma Álvaro.

Los Secretos siempre fueron, en comparación con otros grupos contemporáneos, muy ‘normales’. Su estilo era sobrio y su estética, poco llamativa. Su música no necesitaba una cierta pose. «De hecho, nuestro tercer disco nos costó que nos echasen de la compañía. Supuestamente éramos los paladines de La Movida y la propia Movida nos echó fuera. Nos tacharon de aburridos, de poco modernos, nos quitaron de las radios», rememora; y tira de ese hilo: «Recuerdo un programa con muchos grupos y el regidor por el micrófono dijo ‘A ver, por favor, Los Secretos, que no se han vestido todavía’. Lo recuerdo a fuego. Yo pensaba: ‘Si voy vestidísimo, tengo mis vaqueros, mis zapatillas, mi camiseta…».

Entonces –en 1999– llegó la otra muerte: la de Enrique Urquijo. Los Secretos, huérfanos de su vocalista principal, volvieron al escenario tras este golpe para hacer la gira del disco homenaje, ‘A tu lado’. «Una vez terminada esta gira, nos preguntaban si seguiríamos tocando y yo contestaba que no. Pero mi manager me convenció de que querían vernos en directo, aunque fuese sin Enrique. Nos decía: ‘Saben que ya no es homenaje, que ya no hay invitados, y quieren veros igual’. Y yo decidí probar a ver si gustábamos tal y como éramos, como nos habíamos quedado. Empezamos yendo a sitios pequeños, cobrando una entrada simbólica y a probar. Si la gente no se va, no te pita, no te tira lechugas, buena señal será».

Así es como empezaron las siguientes dos décadas de su trayectoria, y así hasta el día de hoy, sin bajarse del escenario por muy feas que se pongan las cosas. «Esta ha sido una gira S.O.S.», explica Álvaro, refiriéndose a los conciertos que han dado durante la pandemia. «No era un año para hacer caja ni para promocionar disco, pero, si parábamos la actividad al 100%, todo el equipo se quedaría en el paro».

Se queja, como otros tantos artistas, de lo poco que se protege y promociona aquí a la cultura nacional. «Creo que este país es soberbiamente prolífico, levantas una piedra y te salen cien artistas muy buenos; arte hay por un tubo, pero no hay una política cultural de protección a los artistas y tampoco se hace llegar el arte a la gente en general, a la calle». Como ejemplo por contraste, habla de Francia: «Allí protegen la cultura como un bien de primerísima necesidad. Si quieres poner Star Wars en un cine te obligan después a poner cine francés en una cuota mayor de lo normal, protegen la música francesa en las radios… hay otro rasero que obliga a que la gente tenga un nivel cultural alto–y no me refiero al académico–. Aquí la gente se ha acostumbrado a un ocio muy superficial». De modo que apostaron, desde marzo, por demostrar que la cultura es segura a través de una gira distinta, en acústico. «Apostamos por demostrar que pese a todo lo que estaba cayendo, la cultura seguía siendo necesaria».

Para Álvaro, la última palabra respecto al futuro de Los Secretos la tuvo siempre el público. De ahí que su último tema, una versión de la mítica ‘Eres tú’, vaya dedicado a ellos, a sus fans de siempre y a los nuevos. «Si un grupo se mantiene durante 40 años no es porque tome la decisión de hacerlo, es porque el público quiere. Porque la música cierra el círculo al llegar a la gente».

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Los Secretos en concierto, este año. | Foto: cedida.
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