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Camino de Santiago, una leyenda al alcance de todos

El Camino de Santiago es leyenda viva de una tradición medieval, milenaria, en la que confluyen todas las nacionalidades, donde los peregrinos entran a formar parte de la historia de la humanidad. Más allá de su origen religioso, el camino es cultura, es esfuerzo, es amistad, es turismo, es diversión, es superación. En definitiva, es sentimiento.

Camino de Santiago, una leyenda al alcance de todos

Hablar de Santiago de Compostela es hablar de turismo y peregrinaje. Dos conceptos que se unen en esta ancestral ciudad de calles empedradas donde se respira historia por los cuatro costados. La plaza del Obradoiro como punto de encuentro de peregrinos y turistas, el acceso a la catedral por las escalinatas medievales que dan al Pórtico de la Gloria, el rito de abrazar al Santo y la misa del peregrino no son sino actos de hermanamiento de los miles de ciudadanos de todas las nacionalidades que terminan en este templo el largo camino, unidos por una misma experiencia que va más allá del carácter puramente religioso. Y es que hacer el Camino de Santiago es mucho más que una cuestión de fe, es hacer turismo, es cultura, sentimiento, amistad, superación, diversión, compañerismo, deporte y, sí, es religión también. Pero, sobre todo, es una experiencia única.

Antes de llegar a Santiago para admirar la imponente catedral y recoger la Compostela, el preciado documento que nos convierte en peregrinos oficiales, hay que recorrer andando, a caballo, en bicicleta, en barco o en silla de ruedas y bicicletas adaptadas, unos caminos convertidos en leyenda viva. Es importante al iniciar este viaje recoger la Credencial para mostrarla en los albergues y sellarla en cada etapa para demostrar, al llegar a Santiago, que somos merecedores de la Compostela y que hemos recorrido los kilómetros necesarios para ello. En el caso de los caminantes, 100 kilómetros bastan para convertirse en peregrino oficial.

La leyenda del campo de estrellas

No importa qué nos lleve a hacer el Camino de Santiago, pero no está de más conocer la leyenda que rodea el origen de uno de los mayores lugares de peregrinación del planeta, junto con Jerusalén y Roma.

La tradición cuenta que el apóstol Santiago predicó el cristianismo por la península Ibérica y que tras morir en Jerusalén, sus discípulos decidieron que sus restos reposaran en el norte de España donde había hecho apostolado. Según parece, una barca de piedra los condujo hasta Galicia.

Tiempo después, en el siglo IX, un ermitaño llamado Pelayo descubrió su tumba en un paraje conocido como Campus Stellae (Campo de Estrellas), la actual ciudad de Compostela, donde se construyó la primitiva iglesia que, después se convirtió en la catedral actual. Las peregrinaciones comenzaron en los siglos X y XI.

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Botas desgastadas por el esfuerzo del caminante. | Foto: Luis Álvarez Real.

Millones de personas han recorrido el Camino desde entonces, convirtiéndolo en encuentro e intercambio cultural y en un medio para propagar corrientes artísticas, económicas, culturales y arquitectónicas. El viaje permite admirar el románico o el gótico en todo su esplendor, como también conocer la rica y variada gastronomía de los lugares por donde transcurre esta vía única, por no hablar de los maravillosos paisajes por los que atraviesa el camino.

El creciente número de peregrinos llegados desde lejanos lugares llevó a las órdenes mendicantes y a las familias ricas emparentadas con los reyes a plantearse la necesidad de ayudar a quienes se dirigían a Santiago de Compostela y comenzaron a erigirse los primeros albergues y hospitales. En la actualidad, todos los caminos cuentan con numerosos albergues, públicos y privados. Instalaciones que permiten al peregrino el merecido descanso por un módico precio de entre 6 y 10 euros. Los hay parroquiales en los que sólo hay que pagar la voluntad.

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Los albergues, lugares de descanso y para resguardarse del mal tiempo. | Foto: Luis Álvarez Real

Los peregrinos solían llevar una capa, sombrero de ala ancha y unos buenos zapatos. Portaban un pequeño cesto de mimbre donde llevaban la comida y se ayudaban de un palo largo, conocido como bordón, que les servía también para alejar a los animales salvajes. Para el agua llevaban una calabaza vacía y para identificarse, cosían en sus ropas una concha de vieira que pasó a llamarse concha de Santiago. Originariamente, la concha, dada su forma cóncava también se utilizaba para recoger agua de los arroyos y riachuelos. Símbolos todos ellos que han perdurado con el paso de los siglos como emblemas de este viaje único.

13CAMINO las vieiras identifican a los peregrinos Villafranca del Bierzo-O Cebreiro (78)
Las conchas de vieiras siguen siendo el distintivo de los peregrinos. | Foto: Luis Álvarez Real.

Un viaje largo y duro, en el que las inclemencias del tiempo  – desde el sol abrasador hasta el frío, pasando por las lluvias y las nevadas – y la orografía de algunas partes del Camino hacían del mismo una experiencia penosa que tenía como recompensa la llegada a Santiago. Muchos no lograban acabarlo y morían o enfermaban sin poder continuar.

 

Designado por el Parlamento Europeo ‘Primer Itinerario Cultural Europeo’ y declarado ‘Patrimonio de la Humanidad’ por la UNESCO

 

Llegar a Santiago era la recompensa a meses e incluso años de esfuerzo, de calamidades, porque suponía ganar una indulgencia y ser perdonado de todos los pecados.

En la actualidad, son muchas las motivaciones que llevan a miles de personas a realizar cada año el Camino de Santiago. En verano, gentes procedentes de todas las partes del mundo coinciden en los bosques, las carreteras, las callejuelas o las ciudades, y los albergues se convierten en encuentros fortuitos y en intercambio de experiencias y de consejos para cuidar unos pies doloridos, llagados a veces. Se habla del esfuerzo realizado durante la etapa, se cuentan historias, anécdotas y experiencias únicas.

Encuentros que permanecen en el tiempo. Amigos del camino que quedan en la memoria de cada uno como el de un joven francés que hizo el Camino Primitivo desde Oviedo, en Asturias, junto con un par de amigos y se encontró con una gata pequeña, abandonada y medio moribunda. La cogió y se la llevó no sin antes ponerle de nombre Peregrina. Para cuando llegaron a Santiago, la nueva amiga del  joven francés había recuperado peso y estaba feliz junto a su nuevo compañero.

Hay historias solidarias también, como la que protagonizó el oso Roy hace un par de años. Un peluche enorme que recorrió el Camino, desde León, a hombros de dos alemanes y un canadiense que, tras encontrarse con un grupo de chicas australianas, conocieron el proyecto contra la prostitución infantil en Camboya y decidieron ayudar de esta original manera. Hay tantas historias como peregrinos recorriendo los caminos. Grupos de personas con discapacidades físicas o psíquicas, ejemplo de superación, o grupos escolares que junto con sus profesores aprovechan unos tramos del Camino para seguir aprendiendo historia y cultura del país.

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La gata Peregrina, salvada de una muerte segura, con su nuevo amigo francés, a su paso por Melide, Galicia. | Foto: Luis Álvarez Real
Peregrinas con sus mascotas O Cebreiro-Samos (60)
Es frecuente encontrar peregrinos que hacen el Camino con sus mascotas, como éstas en la etapa que une O Cebreiro con Samos, Galicia. | Foto: Luis Álvarez Real

 

Los caminos del Camino

El Camino de Santiago son muchos caminos en uno. Todos, excepto el de Finisterre, acaban en la capital de Galicia. Cada uno tiene su propia historia, su orografía, su dificultad. Para seguir el camino, el peregrino encuentra a su paso flechas amarillas y mojones kilométricos, además de señales institucionales en las distintas regiones, como simbólicas conchas encrustadas en edificios emblemáticos o sobre la calzada de ciudades históricas.

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Señales del Camino para llegar a Santiago. | Foto: Luis Álvarez Real.

Todos los caminos conducen a Santiago de Compostela. Por el Norte, por el Sur, por el Este y por el Oeste. El Camino Francés, el Portugués, el Primitivo, el del Norte o el Inglés. Son los más transitados, pero no los únicos, como se aprecia en este mapa.

 

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Salvo el de Finisterre, todos los caminos terminan en Santiago de Compostela. | Gráfico: todoloscaminos.org

 

El Camino Francés, que viene desde el país vecino, es el más transitado. Ya lo era en la Edad Media. Tiene dos variantes. Una, que llega a España por Roncesvalles desde Saint Jean Pied de Port, en Francia. Los peregrinos recorren en España 774 kilómetros atravesando las provincias de Navarra, La Rioja, Burgos, Palencia, León, Lugo y A Coruña. Es el recorrido por excelencia, con 37 etapas. Su señalización, con las famosas flechas amarillas que se dirigen a Santiago, comenzó en los años 80 gracias al esfuerzo del párroco de O Cebreiro, Elías Valiña, y de la Asociación de Amigos del Camino de Navarra. La otra variante entra por Somport, en Aragón, y continúa por las provincias de Huesca, Zaragoza y Navarra. Tras 167 kilómetros llega a Puente La Reina, donde se une al Camino Francés.

El Camino Portugués tiene varias rutas pero el itinerario más conocido empieza en Oporto y se entra a España por Tui, desde donde hay que recorrer 116 kilómetros hasta llegar a Santiago.

El Camino del Norte comenzó a ser frecuentado tras la Reconquista. En la actualidad, hasta hace unos pocos años, había quedado en el olvido pero parece haber recuperado el interés de muchos peregrinos que llegan a Santiago después de 32 etapas desde Hendaya o Irún, atravesando la cornisa cantábrica.

El Camino Primitivo, comienza en Oviedo y termina en Santiago, a través de 13 etapas y fue itinerario seguro y frecuentado hasta bien entrado el siglo X.

El Camino Inglés fue la vía elegida por peregrinos europeos que llegaban por mar hasta las costas del norte peninsular. Especialmente fue utilizado por ingleses, de ahí su nombre, que desembarcaban en A Coruña o Ferrol para dirigirse a Compostela.

La Vía de la Plata es la ruta más larga y recorre la calzada romana que cruzaba de Sur a Norte el Oeste peninsular para comunicar las ciudades de Mérida, en Extremadura, con la ciudad leonesa de Astorga.

El único recorrido que empieza en Santiago de Compostela es el Camino a Finisterre y a Muxía conocido antiguamente como el fin del mundo (Finis Terrae). Finisterre es el punto más occidental de Europa y en Muxía está el Santuario Da Virxe da Barca. Desde Santiago se va a Negreira. Olveiroa, Finisterre, o también de Olveiroa a Muxía y a Finisterre. Es, sin duda, uno de los caminos más impresionantes y con más leyendas de todos.

Hay otros caminos, pero éstos son los que todo peregrino que se precie recorre al menos una vez en su vida.

Peregrinos de camino a Santiago. | Foto: Luis Álvarez Real

 

 

13CAMINOVillafranca del Bierzo-O Cebreiro (70)
Las cruces del Camino son una constante. | Foto: Luis Álvarez Real

 

«El Camino tiene algo especial», «no deja indiferente a nadie», «es una experiencia única y cuando lo haces una vez quieres repetir», «el camino es el camino de cada uno». Estas son frases pronunciadas por quienes lo han hecho. Para saber qué es ese algo, para sentir esa sensación especial, lo mejor es coger una mochila, unos buenos zapatos y comenzar a recorrer alguno de los numerosos caminos que llevan a Santiago de Compostela. Merece la pena.

OTRA FORMA DE PEDIR LIMOSNAO Pedrouzo-Santiago (36)
En Santiago de Compostela, un hombre vestido de peregrino antiguo, vende recuerdos del Camino. | Foto: Luis Álvarez Real

 

 

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