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Polaroid, elepés y libros: las drogas analógicas del boom digital

“Tarde o temprano todo lo viejo es nuevo otra vez”, una frase convertida en premisa para entender fenómenos y dispositivos analógicos en el mundo digital.

Polaroid, elepés y libros: las drogas analógicas del boom digital

No es casual que series ambientadas en décadas anteriores como Mad Men o Stranger Things hayan tenido éxito en pleno auge de la era digital. En 2005, Stephen King escribía: “tarde o temprano todo lo viejo es nuevo otra vez”. Hoy esta frase se convierte en premisa para entender fenómenos y dispositivos analógicos dentro del mundo digital.

En el libro The Revenge of Analog (2016), el periodista David Sax afirma que los productos analógicos no se van a ningún lado, ya que este nuevo fenómeno de revival no es solo un simple caso de nostalgia o algo inventado en las calles por el esnobismo hipster; es algo más complejo. Según Sax, lo analógico aporta experiencias placenteras que difícilmente la era digital, como actualmente la conocemos, puede llegar a crear.

 

La experiencia física de lo analógico

La premisa de Sax nos recuerda que el ser humano actúa por sensaciones y pulsiones, cosa que el mundo digital nos da a cada rato en cápsulas de información que, sin embargo, no podemos sentir ni poseer físicamente.

Un ejemplo básico es que con la era digital hemos podido sacar miles de fotografías o guardar cientos de mp3 sin necesidad de tocar lo que producimos y poseemos almacenado, está simplemente encerrado en una caja o en un chip dentro del móvil o el ordenador. Joan Fontcuberta afirma en La Caja de Pandora que las fotografías analógicas de papel, las de toda la vida, “tienden a significar fenómenos”; no es de extrañar que el nuevo deseo de realizar fotografías con una cámara, Polaroid, por ejemplo, se le una el aumento de ventas de elepés y libros en España y, a esto se le llame “fenómeno de ventas”.

 

«La elección que enfrentamos no es entre digital y analógico»

 

Podríamos pensar que es el mercado quien nos ha convertido en unos seres que lo único que anhelamos es poseer; sin embargo, estas voracidades van más allá del sistema económico. «La elección que enfrentamos no es entre digital y analógico,» afirma Sax. «Esa dualidad simplista es en realidad el lenguaje a lo que la era digital nos ha condicionado: una elección binaria falsa entre 1 y 0, blanco y negro, Samsung y Apple. El mundo real no es blanco o negro. Ni siquiera es gris. La realidad es multicolor, con textura infinita y con capas emocionales.»

Posiblemente es lo análogo la representación de nuestra naturaleza como seres humanos: esa menos eficiente, imperfecta y más lenta que la digital, esa conexión con el mundo, esa naturaleza que crea y que posee, esa satisfacción. Las tradiciones no se acaban de un día para otro, es el caso de los que leen en papel o los que ven cómo se revela una foto en sus manos.

Foto: Dave Bleasdale via Flickr bajo Creative Commons.
Foto: Dave Bleasdale via Flickr bajo Creative Commons.

Polaroid, elepés y libros, tres casos

Polaroid dejó de fabricar cámaras en 2008 y fue gracias a Impossible Project, una compañía con financiamiento de Kickstarter, que se pudo comprar la última Polaroid. Sin embargo, la fábrica de Impossible Project se convirtió en un centro de innovación y lanzó en 2016 la Polaroid que irrumpía en el siglo XXI. Oskar Smolokowski, CEO de Impossible Project, con sus tan solo 26 años aseguraba al Financial Times: “Empezamos con salvar de la extinción la película instantánea. Pero realmente creemos que el formato análogo tiene sentido en 2016. Queríamos una nueva cámara para darle empuje al formato y también un futuro”.

Ya el futuro se adueñaba de jóvenes empresarios que creían en darle continuidad a formatos exitosos del pasado. En el caso de la música y los libros de papel el caso se ratifica con los usos y ventas.

 

“Tarde o temprano todo lo viejo es nuevo otra vez”

 

Según Global Music Report  que provee PROMUSICAE en español, en la península ibérica se lanzaron 1,1 millones de elepés en 2015, lo que implica un crecimiento del 54% con respecto al 2014. Aunque es una cifra que sigue siendo modesta si pensamos en los 67,6 millones de euros generados por las ventas digitales, nos recuerda que los melómanos exigentes siguen vivos apoyando lo analógico por cuestiones de calidad, más que de comodidad e inmediatez, claras características de la música en streaming.

Respecto a la lectura en dispositivos digitales, el Global Web Index en Readmagine 2016 diagnostica a España como líder mundial en consumo de e-readers y tabletas; sin embargo, el informe de lectura en España 2017 creado por la Federación de Gremios de Editores de España ve al soporte libro imbatible, el papel se resiste al ebook. En 2015, según el informe anual de la distribuidora barcelonesa Libranda, la venta de textos para pantallas generó en España alrededor de 30 millones de euros, pero, el negocio del libro en papel se elevó a 900 millones de euros, pese a que el coste medio del libro electrónico se redujo de los 9,6 euros en 2010 a los 6,2 euros en 2015.

El 2016 fue el año del Pokemón Go. La sutileza que encontramos en esta app es que reivindica la nostalgia de la interacción de los juegos de mesa al tener que salir a la calle para poder ganar puntos y “cazar pokemones”. A eso se le suma que su personaje principal es un animé de 1997 que solo conocen los treintañeros de hoy en día.

Quizás este deseo de interacción humana y lograr un sentido de comunidad es uno de los anzuelos que atraen a la gente a las librerías de barrio o a las pocas tiendas de venta de discos, donde los usuarios pueden obtener recomendaciones de expertos de carne y hueso, más allá de un algoritmo. Apegándonos al pensamiento de David Sax, no es de extrañar que cuanto más tiempo pasamos en un mundo digital, lleno de clics, bots y fake news, más personas han comenzado a reconocer el valor de las interacciones cara a cara. ¿Será así por siempre o debemos esperar al encuentro de la realidad virtual? El tiempo decidirá. Por los momentos, disfrutemos de ese reencuentro con el pasado, de lo que conocemos.

 

 

 

 

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