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¿Por qué tenemos que seguir llevando mascarilla aunque estemos vacunados?

Las vacunas son nuestra esperanza, sí, pero aún queda un poco para poder deshacernos de las mascarillas y poder dar todos los abrazos que no hemos dado estos meses

¿Por qué tenemos que seguir llevando mascarilla aunque estemos vacunados?

EMILIO MORENATTI | AP

La vacuna, que parecía tan lejana cuando el coronavirus empezó a poner nuestra vida del revés, ya está aquí. Las imágenes de las primeras personas vacunadas dieron la vuelta al mundo como un símbolo de esperanza, una pequeña luz al final del túnel que nos hace soñar con el fin de la pandemia.

Y sí, las vacunas son nuestra esperanza, pero aún queda un poco para poder deshacernos de las mascarillas y poder dar todos los abrazos que no hemos dado estos meses. Sentimos ser aguafiestas, pero las personas vacunadas van a tener que seguir llevando mascarilla, al menos durante un tiempo.

Hablamos con varios expertos para explicar por qué esto es así y cuándo podremos descansar por fin de todas estas medidas.

¿Cómo funciona la vacuna?

Para entender por qué tenemos que seguir tomando medidas un tiempo después de la vacunación, es útil saber cómo funcionan las nuevas vacunas contra el coronavirus[contexto id=»460724″].

«El principio de esta vacuna es distinto, porque aquí lo que se te inyecta es el material genético del virus, el que usa el virus para producir sus proteínas», explica Pablo Barreiro, profesor del Área de CC. de la Salud de la UNIR y médico adjunto del Servicio de Medicina Interna del Hospital Carlos III de Madrid. «Se inyecta el material genético, tus células absorben el RNA mensajero y producen las proteínas».

Son estas proteínas que produce nuestro propio cuerpo las que generan una respuesta inmunológica, señala Barreiro. «Tiene la ventaja de que en general se responde tanto contra la proteína como contra toda la inflamación que se produce en el músculo, por lo que se potencia tanto una respuesta de anticuerpos como una respuesta de células, que también es importante para ganar eficacia en la vacuna y para que tenga más duración su efecto», añade.

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Foto: Gerald Herbert | AP

«Yo creo que en principio son vacunas francamente limpias, desde el punto de vista teórico, el principio activo es muy limpio, no hay mucha sustancia química, es un RNA que en principio no debería producir grandes problemas de toxicidad», defiende Barreiro.

Además, insiste en que no existe la posibilidad de que el RNA se meta en nuestro genoma, como afirman varios bulos que corren por las redes sociales. «No es posible que este material pueda modificarnos genéticamente a los humanos, no es biológicamente posible», asegura.

¿Por qué no podemos dejar las medidas de seguridad?

Si sabemos que nuestro organismo generará anticuerpos contra el virus una vez vacunados, ¿por qué tenemos que seguir llevando mascarilla?

Principalmente, porque no ha dado tiempo a saber cómo es la inmunidad que generamos al ser vacunados, es decir, no se sabe si podemos infectarnos pero no desarrollar síntomas o síntomas más leves, por lo que seguiríamos pudiendo contagiar, o si el virus moriría al entrar en nuestro cuerpo y, por tanto, no lo podríamos expandir.

«La experiencia es que la vacuna es francamente eficaz, con una eficacia del 90%, está por ver un poco qué se supone que es esa eficacia, si lo que evita es la infección o lo que está evitando más es los síntomas pero sigues pudiendo infectarte, eso no está del todo claro y será importante de conocer», dice Barreiro.

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Foto: Elise Amendola | AP

«La verdad es que los resultados preliminares dicen que se da una inmunidad bastante alta y bastante eficaz, pero no sabemos si es lo suficiente como para lo que se llama esterilizar, es decir, que tú te infectes del virus tras haberte inmunizado y lo dejes de transmitir porque el virus muere en tu cuerpo», explica, por su parte, Francisco Javier Gutiérrez Álvarez, investigador postdoctoral en el laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC).

«El hecho de ir muy rápido lo que no nos ha permitido es estudiar cómo evoluciona la infección en personas que se han vacunado», añade Gutiérrez. «Si tuviéramos más tiempo, después de la fase 3 vendría una fase 4 en la que se estudiaría eso. Realmente, no ha habido tiempo suficiente a lo largo de este año para conseguir esos datos».

Esta fase 4, como explica la investigadora del CSIC Patricia Pérez en este artículo, se da normalmente cuando un medicamento o vacuna ya ha salido al mercado y se desarrolla durante años, incluso cuando el uso del producto ya está generalizado. Lo mismo se hará con estas vacunas, que tendrán un seguimiento durante un largo periodo de tiempo.

¿Cuándo podremos dejar las mascarillas?

Dado que todavía no se sabe el tipo de inmunidad que genera la vacuna, serán necesarios unos meses hasta poder estudiar exactamente cómo actúa nuestro cuerpo tras recibir la vacuna o a que haya un porcentaje de la población vacunado suficiente como para no temer que desarrollemos síntomas ante la enfermedad.

«Ya simplemente con una inmunidad funcional, que lo que consigo es reducir los síntomas, ya tendríamos bastante ganado, porque lo que hacemos es que la gente que se inmunice no desarrolla síntomas graves, y es gente que no va a ir a las urgencias y no se va a colapsar el sistema sanitario», apunta Gutiérrez.

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Foto: Paul White | AP

Por eso es importante que se vacune un gran porcentaje de la población. De esta manera, aunque podamos seguir contagiando, si nadie puede desarrollar síntomas al contraer el coronavirus, se podrían relajar las medidas de seguridad y recuperar poco a poco la normalidad.

«En realidad las medidas de protección una vez vacunados son un poco curarse en salud», dice Patricia Pérez, que explica que son una manera de seguir siendo precavidos hasta que se sepa con seguridad si la vacuna hace que no contagiemos el virus o simplemente que no desarrollemos síntomas.

¿Cuánta gente se tiene que vacunar?

Para que esto ocurra, no sirve con que se vacunen solo los grupos de riesgo o un porcentaje pequeño de la población. «En nivel de inmunidad estamos globalmente en un 10% en España, después de casi un año no hemos llegado a más de un 15%. Eso quiere decir que si no nos ponemos la vacuna vamos a estar con esto dos o tres años más», señala Barreiro.

«La idea habitual de las estrategias de vacunación es proteger al que vacunas. Pero claro, si solo hacemos eso, el virus va a seguir circulando entre el resto, la población vulnerable es un segmento pero eso no alcanza la inmunidad de grupo», explica.

Las estimaciones de los expertos dicen que, para alcanzar la inmunidad de grupo y, por tanto, recuperar poco a poco la normalidad, es necesario que se vacune en torno al 80% de la población.

«Si el 80% de la población está vacunada, hay un 20% no vacunado, pero ese 20% es un número muy pequeño como para que una persona que introduzca la infección en España se encuentre con una persona no vacunada y se la transmita, y que eso siga la cadena», argumenta Barreiro.

«Esta es la única manera de acabar con la pandemia y volver a tener una vida normal, es que es así. Mientras que sigamos sin alcanzar esa inmunidad de grupo, bien por vía natural bien por la vacunación, vamos a seguir contando casos, vamos a tener que seguir con medidas de distanciamiento y con una vida muy alterada», concluye.

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