Cómo sacar tajada del recrudecimiento de la guerra entre Nike y Adidas
El ‘robo’ de la selección alemana por los americanos anima a Laporta a pedir más dinero por vestir al Barça
La prensa inglesa celebra el penúltimo gran negocio del Liverpool F.C. Adidas está dispuesto a pagarles un «mega-money deal», o sea, un buen pelotazo, por poner su logo en la equipación. Empezarían en la temporada 2025-26, cuando caduque el acuerdo con… Nike. Hasta ahora el Liverpool sacaba unos 50 millones de libras al año por el asunto, lejos de los 90 que cobra el Manchester United, lo más listos de la clase. Pero Adidas está de caza. Así que, clubes del mundo: atentos al chollo.
Porque la competición entre Nike y Adidas puede dejar mucho dinero a terceros dispuestos a servir de terreno de juego. ¿Se imagina quién ha sido de los primeros en lanzar la caña? Efectivamente. El mes pasado, SportBusiness aseguraba que el presidente del F.C. Barcelona, Joan Laporta había «aumentado la presión sobre el proveedor de equipaciones Nike para que renuncie o pague más al endeudado club de LaLiga».
La rivalidad de la que Laporta quiere beneficiarse se recrudeció hasta tomar aires de auténtica guerra cuando los americanos de Nike tocaron la joya de la corona de los alemanes de Adidas: la selección nacional. SportsProMedia contó con escabroso detalle la audaz maniobra. Tras 70 años de patrocinio de Adidas, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) anunció que Die Mannschaft vestirá de Nike al menos desde 2027 a 2034. ¡El Escándalo! El logo de Adidas había estado en las camisetas nacionales en sus cuatro victorias en los Mundiales, la primera de ellas en 1954, cuando los alemanes celebraron una suerte de simbólico fin de la posguerra.
Holger Brask, director general de la DFB, se limitó a afirmar en un comunicado: «La adjudicación de un contrato a nuestro futuro proveedor de equipaciones, Nike, es el resultado de un procedimiento de licitación transparente y no discriminatorio». A lo que siguió una lógica de lo más mercantil: «Nike hizo, con diferencia, la mejor oferta económica». Sentencia a la que siguió la inevitable coletilla políticamente correcta: «Y, además, impresionó con el contenido de su visión, que también incluía un claro compromiso de apoyar el deporte amateur y de base, así como el desarrollo sostenible del fútbol femenino en Alemania».
Pues eso.
¿Y el aspecto sentimental? ¿Tienen de eso los alemanes? Parece que sí. El mismísimo vicecanciller y ministro de Economía, Robert Habeck, se rasgó las vestiduras ante la DPA, la mayor agencia de prensa del país: «No puedo imaginar la camiseta alemana sin las tres franjas. Para mí, Adidas y el negro, rojo y dorado siempre estuvieron juntos, una pieza de identidad alemana. Me hubiera gustado un poco más de patriotismo».
Por su parte, el CEO Nike, John Donahoe, rascaba sutilmente en un hipotético estancamiento provinciano al asegurar que su compañía tiene la capacidad de convertir al equipo alemán en una «marca global» y a sus jugadores en «héroes globales». Zas, en toda la boca de Adidas.
Donahoe, nacido en Evanston, Illinois, hizo carrera en multinacionales como Bain, Bridgespan y PayPal. Su contraparte en Adidas, Bjørn Gulden, noruego nacido en Zúrich, ejerció de futbolista en su tierra hasta llegar a la segunda división alemana y, tras retirarse, trabajó en sitios como Puma (empresa alemana) y el Borussia de Dortmund (club de fútbol alemán).
En su análisis del zarpazo, The Economist reconoció que se trata de «una victoria de marketing para Nike», pero matizó que también es «una victoria comercial para Adidas». Bajo el sugerente subtítulo «La contienda de los gigantes de la ropa deportiva se calienta«, los ingleses hurgaron en las cifras de fondo. Parece que los americanos ofrecieron unos 100 millones de euros… el doble que los alemanes. «Para el mayor fabricante de ropa deportiva del mundo, con una ganancia operativa anual de 6.000 millones de dólares, es calderilla. Para Adidas, el distante número dos, que obtuvo sólo 268 millones de euros de sus operaciones en 2023, igualar a Nike le habría hecho un agujero en el bolsillo».
Calderilla, por otra parte, más que necesaria para engrasar las alas de la diosa Nike. En el tercer trimestre, la multinacional estadounidense tuvo un beneficio neto de solo 1.172 millones de dólares. A usted y a mí nos daría para llegar a fin de mes, pero para ellos significa una caída del 5% respecto del mismo periodo del ejercicio anterior. Y en esa liga todo lo que no sea mirar para arriba huele a abismo. Sus acciones bajaron un 6,63% al conocerse la noticia, y los directivos admitieron que la cosa no va lo bien que debería ir.
Alemanes e ingleses ya saben cómo se ponen las pilas esta gente. habrá que poner la mano. Laporta, decíamos, está en ello. Poco después de la filtración de sus primeros movimientos, anunció en su propio podcast en Spotify que había rescindido el contrato con Nike tras 24 años de feliz convivencia. Ahora busca patrocinio en el nuevo orden, más beligerante.
La excusa ha sido «unos incumplimientos que para nosotros eran flagrantes», en palabras de Laporta, que reconocía: «Han intentado mejorar el contrato, pero han hecho esfuerzos que no son suficientes porque sabemos que el mercado paga más”. El astuto president, no obstante, tampoco cierra la puerta a los americanos, tan dados a gastar «calderilla» multimillonaria en momentos de zozobra: «Estamos abiertos a todo, pero no podemos tener un contrato muy inferior a lo que paga el mercado. Es nuestra responsabilidad como directivos ejecutivos del club conseguir el mejor contrato».
Pues eso.