THE OBJECTIVE
La otra cara del dinero

Los árabes ahora quieren nuestras suecas y nuestra prensa

«Arabia Saudí ha sobrepasado las expectativas de su estrategia turística»

Los árabes ahora quieren nuestras suecas y nuestra prensa

Bandera Arabia Saudí. | EP

Continúa el serial «Los árabes quieren nuestro…» La política de diversificación de los petroestados acelera (será que no le ven mucho recorrido al chollo) hasta tocarnos ya un par de asuntos muy sensibles. Por un lado, van a por el turismo, nuestra gran (¿única?) industria nacional; por otro, apuntan a la prensa, nuestro cuarto (más o menos) poder. Y mi fuente de (también más o menos) sustento. 

Ya explicamos por aquí los detalles del Proyecto Vision 2030, por el que el Gobierno saudí «pretende mejorar la vida de sus ciudadanos y mantener su lugar en la escena mundial». Una «hoja de ruta», que «ha desarrollado ya una apuesta por la innovación y proyectos de gran envergadura que buscan atraer a visitantes de todo el mundo».

Vinieron a Fitur a presentarlo con toda la fanfarria y el lujo del que son capaces. Ya habían demostrado lo que pueden hacer cuando se ponen comprando a buena parte de los mejores futbolistas y golfistas y demás atractores de atención del mundo contemporáneo y sus alrededores. 

Y en esto del turismo también están arrasando. El año pasado superaron la cifra mágica de los 100 millones de turistas, superando con creces el objetivo que fijó el país para 2030. Así que el Reino ha subido la apuesta para ese año de los prodigios todos: 150 millones. 

Desde el ministerio de Turismo saudí dicen que su invento ha demostrado ser un gran impulsor de la economía nacional. El gasto de los turistas nacionales e internacionales superó en 2023 los 250.000 millones de riales (unos 61.000 millones de euros), más del 4% del PIB y el 7% del PIB no petrolero. El ministro Ahmed Al Khateeb presume, con razón, de que «estas cifras demuestran la magnitud de nuestra transformación desde que hace cinco años pusiéramos en marcha la Estrategia Nacional de Turismo».

Atención al titular de septiembre de 2019, hace nada como quien dice (y más, o sea, menos, con el paréntesis del Covid): «Arabia Saudí abre sus puertas al turismo extranjero: nuevo visado electrónico y mujeres sin velo». Sí. De ahí venían. «Por primera vez, Arabia Saudí concede visados de turismo y contempla cierta flexibilidad con el atuendo de las turistas para que puedan visitar ‘la cuna del islam».

Porque Arabia Saudí es algo distinto, la madre del cordero geopolítico-cultural árabe. Que estas cosas pasaran en Catar o los emiratos, vale, pero los saudíes… ¿Propiciará la diversificación de marras los sutiles cambios que operó en nuestra dictadura franquista la llegada de las suecas? ¿Tienen los árabes sus propios José Luis López Vázquez y Alfredo Landa a las puertas? Veremos.   

De momento, el Gobierno de Riad no quiere parar. Acaba de anunciar un bombazo de más de 10.000 millones de euros para nuevas inversiones en el sector hotelero.

También es cierto que nuestro franquismo no tenía un departamento tan expeditivo como la Policía Religiosa Islámica, también conocido como el escuadrón anti-vicio. Pero no se puede estar siempre poniéndole puertas al campo. Hay senderos que ni la represión más organizada y tenaz puede recorrer: recuerden lo que pasó con la cerveza en el Mundial de Catar. Se bebió. Con dificultades, pero se bebió. Estamos hablando de fútbol… 

Claro que la monarquía saudí puede intentar arrimar el ascua turístico extranjero a su Sharía vendiéndola con más mano izquierda. Curiosamente estos días ha saltado en Gran Bretaña una alarma roja, muy roja. Paradójicamente, porque se refiere a la empresa periodística conservadora por antonomasia por aquellos lares: los Emiratos Árabes han sondeado la posibilidad de hacerse con una participación (de momento minoritaria) de la revista The Spectator y el diario The Daily Telegraph.

Finalmente, se elaboró a toda prisa una propuesta de ley para descartar cualquier propiedad emiratí, total o parcial, de ambos. Así lo celebra The Spectator: «El Parlamento británico ha protegido la libertad de prensa». La semana pasada se confirmó la ley, y el conspicuo Fraser Nelson, editor de la revista (y no sabemos si descendiente del almirante que le paró los pies a Napoleón), afirmó orgulloso que «la tradición de 300 años de libertad de prensa en Gran Bretaña continuará por algún tiempo más». 

Por algún tiempo. El hombre tampoco se deja llevar por el optimismo: estos conservadores, ya se sabe… 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D