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Broncano, Ignatius y Quequé asumen el fin de 'La vida moderna': "Puto honor"

Los cómicos del último gran fenómeno de la comedia en la radio lamentan su promesa de marcharse si bajaba su audiencia

Broncano, Ignatius y Quequé asumen el fin de ‘La vida moderna’: «Puto honor»

Los seguidores de La vida moderna, el último gran fenómeno de la comedia en la radio, esperaban los datos del último Estudio General de Medios con un temor: que David Broncano, Ignatius Farray y Quequé cumplieran con su promesa de abandonar el programa si la audiencia descendía. Los resultados han sido devastadores: sus 40.000 oyentes diarios son 29.000 menos que seis meses antes. Hay que recordar que La vida moderna llegó a tener –además de un estado propio, Moderdonia– 300.000 oyentes diarios. Eso sí, cuando se emitía en horas menos intempestivas: Cadena Ser les ha relegado a las 4 de la madrugada.

La caída interanual del 50% ha provocado que los tres humoristas se vean obligados a cumplir con su palabra y han titulado su última emisión como Penúltimo programa. Ya venían bromeando con la historia desde hace tiempo. “En unos días sabremos si el programa sigue, como deseamos, o si presentamos nuestra dimisión”, comentó Broncano la semana pasada. «Intentamos ser gente honesta y si decimos una cosa…». Esta noche de jueves se emitiría por última vez La vida moderna en la Ser.

 

En este –presunto– penúltimo programa han bromeado con que se les calentó la boca –»no pensamos en las consecuencias»–, han hablado sobre la posibilidad de rodar Divertidas consecuencias –la sitcom que propuso hace tiempo Ignatius en la que los tres cómicos, caídos en desgracia, se mudan juntos– y han comentado que, claro, tienen que presentar su dimisión, pero que existen compromisos comerciales en vigor hasta el 18 de diciembre. Que a ver qué hacen, sobre todo porque todavía no han avisado del adiós a los jefes. A estas horas, Cadena Ser no ha confirmado la muerte del programa.

También se han lamentado los divertidos tertulianos de tener que marcharse de esta manera, cuando más están disfrutando y sin siquiera la presión de la emisora. «Puto honor», ha manifestado un afligido Quequé. «En España, donde no ha dimitido ni el tato, donde han pillado robando mil millones de euros y no dimite ni Dios, llegamos los tres subnormales de la radio y dimitimos. Estamos dando clases de dignidad a la nada».

Ignatius le ha acompañado en el sentimiento: «Estamos tristes, pero es gracioso».

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