Clara Sanchis desafía a Juan José Millás en una obra teatral que combina humor y reflexión
‘Miércoles que parecen jueves’, dirigida por Mario Gas, es una pieza sobre el poder transformador que algunos textos y autores generan en sus lectores
Clara Sanchis | Teatro Quique San Francisco
Varios espectadores se ilusionan. Tras atravesar el patio que conduce a la sala del Teatro Quique San Francisco un amplio cartel, con el rostro del autor cuya obra acuden a presenciar, anuncia: «Hoy conferencia de Juan José Millás donde nos hablará sobre realidad y ficción». El público pregunta en boletería, pregunta a la acomodadora y al personal del espacio cuándo tendrá lugar ese encuentro. La respuesta no será desvelada en esta reseña.
Clara Sanchis, actriz de gran trayectoria, comanda este unipersonal vertiginoso y complejo con una dicción perfecta en un texto filosófico, literario, hondo y humano, sin pretensiones académicas. La intérprete compone a un personaje inestable que asegura ser Juan José Millás mientras toma como rehenes, a punta de pistola, a los espectadores del teatro. El director Mario Gas es el responsable de esta puesta; juntos han trabajado en Las troyanas y Salomé, entre otras piezas.
¿Acaso lo irreal tiene el mismo peso que lo real en nuestras vidas? Millás, el autor de, entre otras obras, El desorden de tu nombre, La mujer loca, No mires debajo de la cama y Desde la sombra (novela cuya adaptación, a cargo de Félix Viscarret, acaba de ser presentada en la edición número 67 de la Seminci, en Valladolid) indaga entre los límites de la realidad y la ficción a lo largo de su extensa producción. En Miércoles que parecen jueves Millás lleva los grandes interrogantes de su universo a la dramaturgia y Sanchis, a los escenarios. ¿Por qué le brindamos más importancia a los hechos y a la realidad empírica que a nuestra imaginación? ¿Cuánto conocemos de nuestra psiquis? ¿Por qué desestimamos el valor crucial que la fantasía tiene en nuestra existencia?
Sanchis interpela al espectador y lo arrincona con un texto poético («La palabra es un órgano de la visión», dice la estrambótica criatura que compone) y una interpretación, que son puro deleite. Millás explora el poder que algunos textos de ficción (e incluso personajes) tienen sobre sus lectores. Roland Barthes desarrolló su teoría –aún vigente– sobre la muerte del autor y en esta sintonía crea Millás un homenaje y un ejemplo de estos postulados. En Miércoles que parecen jueves muere el autor (pero no del todo) y escuchamos la voz de una lectora que cobra corporalidad y magia.
