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Cultura

Pol Monen: «El rechazo es una parte de nuestra profesión, aprendes a llevarlo»

El joven actor, nominado al Goya por ‘Amar’, ejerce de coprotagonista en el último fenómeno adolescente de Netflix, la serie ‘Alma’

Pol Monen: «El rechazo es una parte de nuestra profesión, aprendes a llevarlo»

El actor Pol Monen. | Jesús Isnard

Pol Monen pasó su infancia acudiendo con frecuencia al cine y a la librería de su barrio, empezó a dar clases de teatro a los ocho años, y pisó su primer plató de rodaje a los diez, después de que Pedro Almodóvar le escogiera para aparecer como figurante en La mala educación. Ahí le picó el gusanillo de dedicarse a la interpretación, y desde entonces no le ha ido nada mal como actor: ha rodado una docena de películas, ha estado nominado al Goya (por Amar) y hace poco estuvo de gira con su primera obra de teatro (La casa del dolor, de Víctor Sánchez Rodríguez). Aunque él evita creérselo demasiado.

«Estoy muy agradecido, porque sé lo complicado que es este trabajo, pero no doy por hecho nada. Si haces diez castings, igual te cogen en uno. Ese es nuestro día a día. El rechazo forma parte de nuestra profesión, y en el fondo aprendes a llevarlo de una forma poco personal», confiesa el barcelonés, que ejerce de coprotagonista en el último fenómeno adolescente de Netflix (la serie Alma), y próximamente estrenará La novia de América, donde da vida a un joven que recibe la llamada de su padre para decirle que se va a casar en México con una mujer treinta años más joven que él que conoció por internet.

P.- Comenta que tiene poco en común con su personaje en Alma, pero que sí se identifica con su nobleza…

R.- Sí, tengo poco en común con él porque hemos vivido en sitios distintos. Yo no vivo en medio de la montaña, y el personaje tiene una forma de socializar muy concreta. También por la historia vital, porque sus padres murieron cuando era niño, y eso es algo que te cambia mucho la manera de relacionarte con la gente y a la hora de recibir cariño. Mi vida no ha sido tan dura, gracias a Dios, pero Bruno es un personaje muy noble. Me gustaba el que fuera alguien que se había tenido que hacer cargo de su familia desde muy pronto, que tenía una madurez que quizás no se correspondía con su edad, y que era una persona totalmente volcada hacia el otro. No sé si yo soy tan de volcarme al otro. Me parece algo bonito, pero no tengo la sensación de ser un cuidador nato. Bruno es alguien que ha renunciado a casi todo en su vida, y yo creo que no he renunciado a muchas cosas sino que he hecho lo que he querido hasta el momento.

«Lo que se ve de nuestra profesión es algo más bien frívolo, porque te quedas con la parte de la alfombra roja, pero ser actor te pone a prueba muchas veces»

P.- El director y creador de la serie, Sergio G. Sánchez, fue también guionista de El orfanato, en cuyos créditos aparece una de sus manos arrancando los títulos. ¿Es este el trabajo más peculiar que ha realizado?

R.- Eso fue bastante loco, sí. Yo hacía teatro en una escuela de Barcelona que se llama Eolia, y mi profesora en aquel momento, Laura Jou, que además era la coach de los niños de la película, me lo pidió como favor. Le dije que sí, y la verdad es que fue bonito todo lo que pasó después, el ver que una persona a la que has conocido tiene luego de pronto un éxito rotundo y absoluto. Pero yo he hecho cosas muy raras en mi vida. Fui figurante en La mala educación, de Almodóvar, donde yo era uno de los niños que hacía gimnasia en el patio. Eso fue bastante marciano también. Y luego hay otras cosas que he hecho y que, como son más recientes, prefiero no contar [ríe].

P.- Alma aborda temas como la identidad propia y la aceptación de uno mismo. ¿Qué tal llevó usted este asunto durante su pubertad?

R.- Creo que no tuve una adolescencia muy complicada. La adolescencia es un momento de mucho cambio, de rebeldía y de cuestionar muchas cosas que has aprendido hasta el momento. Eso fue así en mi caso, pero no diría que tuve una adolescencia traumática.

P.- Creo que, cuando cumplió dieciocho años, su madre le escribió una carta en la que le instaba a no pasar por la vida de puntillas y a poner el corazón en lo que hiciese. ¿Le está haciendo caso?

R.- Intento hacerlo. Lo que pasa con esta carta, que he leído varias veces, es que el tiempo pasa muy rápido, y por eso es un muy buen consejo. Hace diez años que llegué a Madrid, y los diez años que ya han pasado se han esfumado superrápido. Cuando uno quiere hacer algo desde niño, y es un sueño para él, es bonito ver cómo empiezas a conseguir cosas que soñaste, y cómo empiezas a trabajar con gente a la que admiras. Por un lado, creo que es verdad que el tiempo pasa muy rápido, pero también creo que, en esta profesión, la paciencia es una virtud. Con el tiempo he aprendido que la incertidumbre forma parte del camino y que dudas todos tenemos. Pero pienso que hay que ser valiente. Muchas de las cosas que he hecho no las habría hecho si no hubiera sido valiente. Hay un momento en la vida en el que uno tiene que aprender a decir ‘Aquí estoy yo’.

P.- ¿Cree que hay actores más enamorados de la fama que del oficio?

R.- Pues habrá alguno, claro que sí. Mi entorno cercano de actores está compuesto por gente sensible y con una parte muy artística. A veces, lo que se ve de nuestra profesión es algo más bien frívolo, porque te quedas con la parte de la alfombra roja, pero la profesión te pone a prueba muchas veces. Si tu motor principal es eso, estás jodido.

«Te pasan cosas, como que te nominen al Goya, que están muy bien, pero al final aprendes que esta es una profesión como cualquier otra»

P.- ¿Y usted, de ego cómo anda?

R.- Intento llevarlo a raya. Nunca he tenido la sensación de estar desbordadísimo. Cuando empecé, mi principal miedo era volverme loco o ser un estúpido o un gilipollas, pero siempre me he sorprendido positivamente. Te pasan cosas, como que te nominen al Goya, que están muy bien, pero al final aprendes que esta es una profesión como cualquier otra. Aprendes a relativizar cosas a las que antes dabas mucha importancia.

P.- La escena que abre su primera película (Amar) es una secuencia de sexo en la que se cuestionan los roles y estereotipos de género. ¿Alguna vez sufrió de masculinidad frágil?

R.- Yo he recibido una educación muy liberal y abierta en mi casa. Tengo la sensación de haberme criado en un entorno que me ha permitido hacer teatro desde niño. Hice ballet durante muchos años, hasta los doce o así, y eso ya cuestiona mucho los roles. He tenido oportunidad de cuestionarme muchas cosas. Pienso que vivimos un momento delicado. Me da la impresión de que, en general, todo el mundo se muestra muy perfectito y reformado en redes, con el guion aprendido. Creo que es bueno saber que estamos en construcción. No creo en esta ola de cultura de cancelación porque de pronto alguien haga un mal comentario o un comentario fuera de contexto. Hay que ser paciente con los demás, pero también con uno mismo. Saber que todos somos torpes y que a veces, sin querer hacer daño a nadie, te equivocas. Faltan paciencia y sosiego en este debate. Creo que somos un país de blancos y negros.

El actor Pol Monen. | Jesús Isnard

P.- Ha dicho que le encantaría trabajar con Javier Bardem. ¿Qué tipo de película le gustaría rodar con él?

R.- Prefiero que la vida me sorprenda, si alguna vez tiene que pasar eso. Lo que me gusta de la carrera de Javier es que todo lo que hizo en España antes de lo que ha hecho en Hollywood ya era superinteresante. He visto todas sus películas, y no tiene película mala. Realmente, creo que es un tío que elige por personajes. Ahora, obviamente, está ya en un sitio donde puede elegir cosas muy concretas, pero siempre ha elegido muy bien.

P.- De momento, tiene menos detractores que él. ¿Piensa que significarse políticamente en nuestro país conlleva un peaje?

R.- Yo creo que si uno tiene una ideología, o unas convicciones políticas importantes, también como artista está bien que se posicione. A mí por ejemplo me gusta mucho el tenis. Creo que, seas tú de derechas o izquierdas, vas a reconocer que lo que Nadal ha hecho es grande. Lo que ha hecho Javier [Bardem] en el mundo del cine a nivel internacional es un equivalente bastante parecido. Javier está considerado uno de los mejores actores del mundo, y los mejores directores quieren trabajar con él. Siempre ha sido muy cuidadoso a la hora de llevar su vida privada, y nunca la ha vendido. Me molesta que el debate nos nuble para apreciar lo que está haciendo como actor. Lo mismo puedo decir en el caso de Penélope Cruz. Javier se ha criado en una casa donde la política era importante, porque su madre estaba muy comprometida y tenía unas convicciones políticas muy fuertes. Me parece que lo que él ha hecho es respetar eso. Al final, si uno como ciudadano tiene unas opiniones es totalmente libre de expresarlas. Pero es el ciudadano el que las expresa. Lo que hace como actor, debería ser juzgado aparte.

«Yo creo que si uno tiene una ideología, o unas convicciones políticas importantes, también como artista está bien que se posicione»

P.- Paco Plaza cuestionaba el otro día esa corriente que ensalza o destruye una película en base a si lo que cuenta coincide o no con nuestras convicciones morales o ideológicas. ¿Lo comparte? 

R.- Lo que más me preocupa de esta nueva corriente de opinión es que creo que el cine puede sugerir pero no tiene que adoctrinar. Creo, por ejemplo, que el hecho de que ahora haya muchas más directoras está enriqueciendo mucho más una visión que había sido prácticamente siempre masculina. La diversidad es muy importante, y no es una tontería que, cuando una niña negra ve que La Sirenita también es negra, se siente incluida y piensa que entonces ella también está bien. Los referentes son importantes, y no son una cosa tonta. De alguna manera, está habiendo una legitimación de la diversidad que me parece muy positiva. Ahora bien, creo que la función del cine no siempre tiene que ser pedagógica. Mantícora es una película fortísima, que te perturba en muchos momentos. También Tu hijo, la película que hice con Miguel Ángel Vivas, te puede hacer cuestionar muchas cosas, pero no veo la moralina en ella. A mí esa cosa como de parvulario y maniquea que te dice cómo tienes que ser no me interesa nada. Si el cine termina siendo solo un espacio de lo políticamente correcto corre el riesgo de perder esa parte de riesgo necesaria para hacer buenas películas.

P.- ¿Hay algo que le guste más que ponerse frente a una cámara?

R.- Lo sigo buscando a día de hoy. La cámara me encanta, pero este año he hecho teatro por primera vez y también hay muchas cosas del teatro que me han gustado mucho: la libertad que te da el no tener que ceñirte a unas marcas, que lo que estás haciendo en ese momento está vivo y no hay repeticiones… Como persona, no soy solo actor. Me gusta mucho leer y escribir, y tengo la intuición de que en mi vida haré otras cosas que quiero explorar. Sergio G. Sánchez, que es uno de los mejores guionistas de España, me ha dicho: ‘Pol, yo creo que se te daría bien escribir’, pero creo que mi foco está ahora mismo en otro sitio.

P.- La meditación y el ejercicio físico forman parte de su rutina diaria. ¿También lo hacen las aplicaciones para ligar?

R.- No, no, y eso es algo que me turba bastante, porque nunca he tenido una aplicación para ligar. A veces he tenido perfiles falsos, pero sentir que alguien tiene mi imagen y que puede pensar que soy yo me da rabia. Al principio me frustraba mucho, porque siento que pierdo el control sobre estas cosas.

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