THE OBJECTIVE
Marta Parreño Gala

El universo en 3,5 pulgadas

Cada vez nos lo ponen más fácil. Los móviles se adaptan tanto a las personas que ahora ya podremos caminar y escribir a la vez sin preocuparnos por la farola o la caca de perro que nos esperan en el siguiente paso.

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El universo en 3,5 pulgadas

Cada vez nos lo ponen más fácil. Los móviles se adaptan tanto a las personas que ahora ya podremos caminar y escribir a la vez sin preocuparnos por la farola o la caca de perro que nos esperan en el siguiente paso.

Cada vez nos lo ponen más fácil. Los móviles se adaptan tanto a las personas que ahora ya podremos caminar y escribir a la vez sin preocuparnos por la farola o la caca de perro que nos esperan en el siguiente paso. El mundo en una pantalla, el universo en 3,5 pulgadas. No será necesario mirar a los lados. Y al cielo ya ni te cuento. ¿Para qué? Con observar el rectángulo cristalino que nos abduce minuto a minuto ya lo tendremos todo. Ya lo tenemos todo.

Sinceramente creo que no hace falta que nos metan en la pantalla el mundo que tenemos delante. De hecho muchos ya hemos dejado de verlo. De hecho muchos ya hemos desarrollado la capacidad de caminar escribiendo sin chocarnos con nada, o de mantener dos o más conversaciones paralelas (una o más en el móvil y otra en persona). Y lo digo con cierto pesar. Pero ése no es mi mayor motivo.

En realidad es una pena porque pisar excrementos y chocarse con farolas son experiencias necesarias. Y aunque parezca sorna estoy escribiendo completamente en serio. Son piedras con las que tenemos que tropezar para enderezar nuestro camino y seguir hacia delante sin distraernos. Está bien que los avances se adapten a las necesidades de las personas, pero ¿es necesario que nos faciliten la tarea de escribir mientras caminamos?

Llegados a este punto yo voto por el comportamiento de “Una acción, un tiempo”, es decir, hacer una sola cosa al mismo tiempo. Centrarse en ella. Profundizar. Acariciarla. Reflexionarla. Digerirla. Y dedicarse sólo a caminar. O sólo a escribir. O a conversar con una sola persona. O a mirar a los lados -y al cielo-. O a leer un artículo. O simplemente a pararse y no hacer nada. De nada.

De nada.

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