THE OBJECTIVE
Leopoldo Abadia

¡A por el Nobel!

Lo sospechaba, pero no tenía datos. Hoy se sufre más que nunca, desde la Segunda Guerra Mundial. Hoy. Increíble. Ban Ki-moon, preocupado, convoca por primera vez la Conferencia Humanitaria Mundial.

Opinión
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¡A por el Nobel!

Lo sospechaba, pero no tenía datos. Hoy se sufre más que nunca, desde la Segunda Guerra Mundial. Hoy. Increíble.
Ban Ki-moon, preocupado, convoca por primera vez la Conferencia Humanitaria Mundial.

Debe ser que uno ya ha visto muchas conferencias, muchos compromisos no cumplidos, mucho hablar, hablar y hablar y no se fía de que esto vaya en serio. No digo que los asistentes tengan mala voluntad. Digo que dudo de la efectividad del trabajo de los señores que se van a reunir dos días en Estambul.

Veo los temas: prevenir los conflictos y ponerles fin; respetar las normas de la guerra; no dejar a nadie atrás; trabajar de manera diferente para poner fin a las necesidades; invertir en humanidad.

Y me preocupo porque con generalidades no se va a ninguna parte y temo que, un año después de la Conferencia, la humanidad siga igual.

No me gusta hablar de la humanidad. Me parece más serio hablar de cada uno de los que sufren. Las cifras son tan altas y tan terribles que podemos ver masas y no personas individuales.

Veo la foto y no veo masa. Veo una señora, dos hombres y dos niños. Sufren. Mucho. No saben que, sumados a otros como ellos, llegan a 60 millones que han tenido que huir de su casa y a 125 millones que necesitan asistencia.

Los países avanzados (¡?) han de definir sus prioridades. Y en esas prioridades tiene que estar la ayuda al prójimo. Y juraría que no está. Oigo a gobernantes y a candidatos a gobernantes y me parece que de eso se olvidan.

El prójimo está sufriendo. Unos -los que aparecen en la foto- sufren de manera «espectacular». Están lejos, aunque en avión llegaríamos en dos o tres horas. Pero hoy, en España, hay personas que sufren, y, aunque se les ve menos, también suman en las estadísticas.

Me gustaría mucho que Ban Ki-moon me informara de los resultados de la conferencia. Y si, en el informe, pusiera una foto de esa señora, esos niños y esos señores, sonrientes, duchados y acompañados de alguien de alguna ONG honrada que también sonriera, y viviendo en un sitio decente, y comiendo bien, me emocionaría, pensando que los 60 millones y los 125 millones han disminuido en 5.

¡Ánimo, Ban Ki-moon, que solo con esos 5 ya habrías dado un paso importante para el premio Nobel de la Paz!

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