THE OBJECTIVE
Víctor de la Serna

Trump: punto de inflexión... ¿o no?

Quizá haya sido el momento definitorio de la presidencia de Donald Trump, o al menos el inicio de un desenlace accidentado: le denuncian directamente por actividades delictivas desde su cargo, y su cacareada cumbre con el apestado dictador norcoreano se rompe en unos minutos cuando Kim le exige el fin de las sanciones sin aceptar la liquidación total de su programa nuclear.

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Trump: punto de inflexión… ¿o no?

Quizá haya sido el momento definitorio de la presidencia de Donald Trump[contexto id=»381723″], o al menos el inicio de un desenlace accidentado: le denuncian directamente por actividades delictivas desde su cargo, y su cacareada cumbre con el apestado dictador norcoreano se rompe en unos minutos cuando Kim[contexto id=»382852″] le exige el fin de las sanciones sin aceptar la liquidación total de su programa nuclear. Todo ello, que se produjo prácticamente de forma simultánea, nos da una idea de lo que está siendo este episodio trumpiano sin precedentes en la Historia de Estados Unidos.

Naturalmente que todo puede quedar en agua de borrajas. El testimonio de su ex abogado Michael Cohen, con cheque supuestamente pagado a la estrella porno de turno para acallarla, convenció a unos congresistas y fue rechazado por otros que consideran –no sin razón– a Cohen como otro mentiroso compulsivo, un turbio correveidile de Trump que puede estar buscando algún trato de favor. Claro que como ha sido expulsado del Colegio de Abogados y parece que va directo a chirona, tampoco se ven muchas ventajas que pueda sacar, salvo la de la venganza. Veremos, porque a partir de ahora habrá modo de separar la verdad de la mentira, y algunas verdades quedarán.

Trump, por su parte, sale algo trasquilado pero no en exceso de su segundo encuentro con uno de los dictadores más odiados por los norteamericanos, al que la víspera había calificado de «gran líder». Políticamente, sus partidarios no pierden la fe, aunque un día de éstos tenga una cumbre con el diablo mismo: es fe, justamente, fe ciega, lo que esa América blanca y que se siente preterida tiene en su líder.

Con todo, estos episodios van marcándose entre la capa de la población que no está visceralmente en contra ni a favor del personaje, y que puede ser decisiva. Como puede serlo, con los demócratas al fin al mando de una de las dos Cámaras, el aspecto político-judicial que va a continuar posiblemente con la comparecencia del special counsel Robert Mueller, cuya credibilidad es muy superior a la de un Cohen, y que viene investigando la conexión rusa con paciencia y detalle.

Ahí sí que podrían empezar a colocarse los elementos previos a esa arma termonuclear que acabó con Nixon y desprestigió a Clinton: el «impeachment», o juicio político. Para ello será necesario que más senadores y congresistas republicanos den la espalda a Trump, y hasta que no estén muy convencidos de que puede arrastrarles en su caída, no serán muy numerosos.

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