THE OBJECTIVE
Álvaro Nieto

Montero, Bandini y esa terrible obsesión por politizarlo todo

La injerencia de Podemos en Eurovisión acabó con el sueño de la gran favorita

Opinión
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Montero, Bandini y esa terrible obsesión por politizarlo todo

Rigoberta Bandini durante su actuación en el Benidorm Fest. | EFE

Como es bien sabido, las sociedades occidentales están inmersas en un progresivo deterioro de sus sistemas democráticos como consecuencia, entre otros motivos, de un exceso de polarización política. España, obviamente, no es una excepción en esa tendencia y sufre desde hace años un permanente estado de agitación, propaganda y sectarismo, hasta el punto de que la política ha terminado por contaminarlo casi todo.

El primer episodio de la politización de nuestras vidas tuvo lugar con el asalto a la Justicia, cuyo primer guionista fue Felipe González pero que luego tuvo muy dignos sucesores, hasta llegar a Pedro Sánchez, que rizó el rizo al poner al frente de la Fiscalía a una de sus ministras.

Después se politizaron los medios de comunicación, las asociaciones de consumidores, los sindicatos agrarios y hasta los colectivos de víctimas del terrorismo. Incluso el deporte acabó contaminado, trasladándose la idea de que el Barcelona es independentismo, el Madrid es puro franquismo y los de izquierdas son del Atleti.

El mundo de la cultura tampoco ha estado exento de esta politización, y ahí está el reciente ejemplo de Almudena Grandes o el tantas veces manoseado Federico García Lorca con la intención de transformarlo en lo que nunca fue en vida.

La teta de Bandini

El último caso lo hemos visto estos días, cuando Podemos ha utilizado burdamente el éxito de una cantante, Rigoberta Bandini, para convertir una de sus canciones en una especie de himno feminista contra el ‘heteropatriarcado’.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, usó en un mitin la letra de la canción con la que Bandini pretendía competir por España en Eurovisión apenas un día antes de que se decidiese si ella sería la elegida. Y su partido, Unidas Podemos, lanzó la misma mañana del concurso una campaña en redes en el mismo sentido. «No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas», rezaba el cartel diseñado por los morados usando parte del tema ‘Ay mama’.

Lo que en principio había sido interpretado como un alegato a favor de la maternidad y en contra de la censura de los pezones femeninos en las redes sociales, acabó transmutado en manos de Montero en una canción-denuncia contra la opresión de las mujeres en España. Y claro, luego pasó lo que pasó, que Bandini se quedó fuera de Eurovisión.

Sin entrar en la polémica sobre el chusco sistema de voto de Televisión Española, lo cierto es que todo hace indicar que la injerencia de Podemos en el concurso perjudicó el sueño de la gran favorita. El ansia de Montero y de Podemos por apropiarse de su triunfo truncó lo que la mayoría de entendidos esperaban esa noche.

El victimismo de siempre

Y lo peor de todo es que, consumada la derrota, el podemismo no encontró mejor argumento que la denuncia del sistema y el victimismo clásico, llevando el caso hasta el mismísimo Congreso de los Diputados. Es la traslación al festival de Eurovisión de su ya tradicional posición sobre las decisiones judiciales: cuando les favorecen, sacan pecho y las utilizan a su favor; cuando les quitan la razón, hablan de Justicia franquista. Es decir, el sistema solo vale cuando dice lo que ellos quieren oír.

La canción finalmente elegida para ir a Eurovisión también está interpretada por una mujer, de nombre Chanel y orígenes cubanos. Es la viva demostración de que los españoles no tienen nada contra las «tetas». Pero lo triste es que, para la ministra de Igualdad y para su partido, esa mujer vale menos que Bandini, porque su canción no se puede usar políticamente.

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