THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Philip Roth contra la clase media

«Leyendo la biografía de Roth, uno se convierte en el tipo de lector que odiaba»

Opinión
Comentarios
Philip Roth contra la clase media

Philip Roth.

En 1993, poco antes de la publicación de su novela Operación Shylock, donde un narrador llamado Philip Roth viaja a Israel durante la primera Intifada y colabora con el servicio secreto israelí, Philip Roth mandó una carta a su editor en Simon & Schuster: «Sabes por nuestras conversaciones –y, por supuesto, por el propio libro– que creo que Operación Shylock es el informe más preciso que pude escribir sobre mis experiencias en Israel en 1988. Por otro lado, el Mossad ha solicitado, por razones propias, que publique el libro como ficción. Creo que a estas alturas ya conoces todas mis razones para decidir hacer lo que ellos desean. Espero que tú y Simon and Schuster hagáis todo lo posible para facilitar mi decisión. El todopoderoso servicio de inteligencia israelí no es una agencia que ni tú ni yo queramos tratar caprichosamente» (La traducción es mía desde el original de Philip Roth: The biography, no de la versión española que acaba de publicar Debate, con traducción de Teófilo de Lozoya). 

La editorial no supo muy bien qué hacer. El libro fue clasificado como ficción pero luego cambió a no ficción ante la insistencia de Roth, que estaba promocionando el libro como si fuera completamente real. En una entrevista en el New York Times, se quejó de que sus lectores siempre habían pensado, equivocadamente, que lo que contaba en las novelas de Zuckerman y en El lamento de Portnoy era real: «Y ahora que cuento la verdad, todos insisten en que es inventado. Y yo pregunto: ¿Cómo me lo voy a inventar si siempre habéis dicho que soy incapaz de inventar nada?». La anécdota es un perfecto ejemplo, quizá el más amable de todos, del Roth obsesionado con los juegos de espejos, los doppelganger, pero sobre todo con irritar a la opinión pública biempensante.

Roth defendía la novela como un espacio de libertad y ensoñación. La literatura, pensaba, «no es un concurso de belleza moral». Pero durante décadas, probablemente hasta su Trilogía americana (donde se olvidó completamente de los juegos de espejos) que lo encumbró definitivamente como el american master que es, la mayoría de sus lectores leyó sus libros como confesiones: juzgando moralmente las acciones de sus personajes y exigiendo al autor que respondiera por ellos. Aunque lo trascendió con creces (es una de sus mejores novelas pero no la mejor), Portnoy’s complaint y su recepción lo esclavizaron durante mucho tiempo: cuando lo publicó la gente lo paraba en la calle y le preguntaba sobre sus prácticas masturbatorias, como si el personaje de Alexander Portnoy fuera un trasunto exacto de él. 

Pero en vez de ceder y hacer más claras las diferencias entre ficción y realidad, Roth profundizó en su venganza contra la mente literal y el puritanismo que juzgaba el arte siempre desde la moral imperante. A veces se le fue de las manos. Engaño es un ejemplo de ello. Es una buena novela y, al mismo tiempo, una provocación innecesaria, al menos para su pareja de entonces, Claire Bloom, a la que describe con su propio nombre y llorando todo el día por culpa de su marido adúltero, llamado Philip Roth. Roth se esconde tras la ficción para contar algo real, o al menos juega con la ambigüedad. En su afán por meter el dedo en la yaga y criticar la moral burguesa y su actitud hipócrita con respecto al adulterio, acaba siendo cruel. «La forma más astuta de disfrazarse es llevar una máscara que lleve la imagen del propio rostro», escribió.

Para Roth, la literatura estaba por encima de sus repercusiones. De nuevo, el enfoque moralista, chismoso no es la manera de analizar su literatura. ¿Qué importa si en su vida personal es cruel, si la novela funciona? Pero en cierto modo es inevitable esta psicologización tras leer la excelente biografía de Blake Bailey sobre Roth, que acaba de salir en español. Es apasionante a veces por los motivos correctos, otras por los incorrectos. A veces es una gran novela americana, la obra sobre alguien con mil caras capaz de ser tremendamente generoso y valiente (con los disidentes checos, por ejemplo, o con autores jóvenes, o con amigos y amigas que sufrían a su alrededor) y la historia de un defensor de la alta cultura frente al filisteísmo y la burguesía. Otras, en cambio, es demasiado chismosa y voyeurista (no hace falta saber que tal amante de Roth tenía vaginismo o si Roth se mandaba con el pintor Ronald Kitaj dibujos de una conocida haciendo felaciones). Experimento un placer culpable con los chismorreos de dinner party que hay en muchos segmentos del libro. Leyendo esta biografía, uno se convierte en el tipo de lector que odiaba Roth, el que busca en sus novelas claves de su vida personal. Quizá por eso es una lectura tan absorbente y entretenida, a pesar de sus más de mil páginas en español.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D