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Malena Contestí

Los señores de la verdad que no me quieren en el Pride

«Estos pocos ideologizados y aborrecibles jefazos de la nueva izquierda se creen con el derecho de echar a cualquier persona que ellos consideren non grata»

Opinión
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Los señores de la verdad que no me quieren en el Pride

Zuma Press

Si aquellos manifestantes del difícil Orgullo Gay de las últimas tres décadas del siglo XX levantaran la cabeza o alzaran la voz, tendrían mucho que decir contra la ideologización de un evento tan significativo y tan importante como es el originario Pride de Stonewall

Me imagino que aquí el amigo lector conoce la historia de cómo una serie de violentas redadas contra un grupo de homosexuales en el Village de Nueva York dio lugar a una marcha en 1970 que acabó convirtiéndose en el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+, y en el inicio de una intensa lucha por la igualdad y la libertad

Antes de los sucesos de Stonewall, y costosamente años después, la mayoría de los estados norteamericanos penalizaban el sexo homosexual consentido entre adultos en el ámbito privado. Siendo considerado un crimen, y penado con cárcel y con maravillosas recetas como la castración, las terapias de reconversión, la hipnosis, el electrochoque o las lobotomías. Todo con la buena intención del Gobierno y de muchas de las familias que aún pensaban que podían ayudar a curar a sus hijos de tales deseos y desviaciones.

No sé si alguna de estas recetas les suena. Mala noticia. Pero continuemos.

Es España, hace no muchos telediarios, allá por inicios de la democracia, se modificó la ley franquista de Peligrosidad y Rehabilitación Social que supuso que formar parte del colectivo LGBTI dejara de ser delito en España. 

Recordemos también que las primeras marchas estaban prohibidas, y si ustedes quieres asombrarse con algo que parece olvidado, pueden incluso encontrar imágenes donde se les pegaba, escupía e insultaba mientras intentaban manifestarse pacíficamente.

Es curioso que ahora se pegue, se escupa, se insulte o se cancele a los que quieren asistir para compartir y reivindicar los derechos, como le sucedió a Ciudadanos en aquel Pride 2019, y lo mismo que le hubiera sucedido al Partido Popular de haberlo hecho, puesto que inicialmente pudiera haber sido su intención. Pero se ve que los nuevos señores de la verdad, organizadores o valedores de tal importante fecha, se creyeron y se creen monarcas absolutistas con la guillotina de la no aceptación. Ya no comparten aquellos lemas de los que sí se partían la cara décadas atrás por sus derechos y gritaban al aire: «no nos mires, únete» o «libertad». 

Lemas que yo este año sí hubiera pronunciado en el Pride Palma 2022, puesto que los organizadores del Ella Global Community contactaron conmigo para ese menester. Inicialmente dije que sí, pero por cuestiones de agenda, al cabo de 48 horas les comuniqué mi imposibilidad. En cualquier caso, se ve que el primer plan del evento fue publicado semanas atrás, y olvidaron quitar mi nombre.

Bendita la hora en que eso sucedió, porque hemos podido asistir a otro escandaloso manifiesto de sectarismo, ignorancia y odio por parte de algunos integrantes de la extrema izquierda, o del (supongo mal informado) cantante ‘putochinomaricón’.

Da igual, por lo visto, que el orgullo deba ser un festejo y un acto de reivindicación abierto a todas las personas posibles, pertenezcan o no al colectivo. Da igual que una servidora siempre haya defendido los derechos LGTBI, o que se marchara de Vox estando en el Congreso de los Diputados con un duro comunicado en el que expresaba no estar de acuerdo con algunas de las ideas del partido, especialmente con ciertas propuestas homófobas o poco respetuosas con las personas homosexuales. Qué más les dará a estos pocos ideologizados y aborrecibles jefazos de la nueva izquierda, que se creen con el derecho de echarnos a Ciudadanos, al PP o a mí o a cualquier persona que ellos consideren non grata por sus santos bemoles inquisitoriales. O incluso de insultar a los últimos organizadores del Palma Pride por pretender una asistencia inclusiva de verdad.

Es una pena, porque luego justos pagan por pecadores. Y ya tenemos servido el monopolio de unos y el rechazo de otros. Menuda lucha. De esta forma nos olvidamos de unirnos y centrarnos en los derechos, la libertad y la visibilidad del colectivo. Y así poder celebrar los magníficos avances y reivindicar todo lo que prosiga en esta noble causa. 

Desde aquí animo a todas esas personas bien intencionadas y tolerantes de la izquierda y de la derecha española a no señalar al otro, a no ideologizar la causa, y a asistir al Orgullo de sus respectivas ciudades precisamente con ese ánimo. 

Y les informo, ya vaya por delante, que en Mallorca la nueva organización del Pride de la mano de Ella Global Festival sí estará encantada de recibirles sin importar el color de sus votos. Porque de eso debe ir, señoras y señores, de libertad, de igualdad, de visibilidad, de reivindicación, y de orgullo. 

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