THE OBJECTIVE
Victoria Carvajal

Crisis energética: la tentación del sálvese quien pueda frente a la solidaridad

«La unión, la colaboración, han salvado a la UE de dos crisis colosales. ¿Sabremos hacer lo mismo con la que se avecina cuando empiece a escasear el suministro energético?»

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Crisis energética: la tentación del sálvese quien pueda frente a la solidaridad

Yves Herman (Reuters)

Si la unidad mantenida hasta ahora por la Unión Europea en su apoyo a la invadida Ucrania y castigo al agresor ruso estaba ya amenazada por varios frentes, el resultado de las elecciones en Italia favorable a una coalición de derecha y extrema derecha en la que participan partidos simpatizantes con Putin y más renuentes a cooperar en el seno de la Unión Europea sólo los amplía. En juego está la capacidad de lograr los pactos necesarios para aliviar los efectos negativos de la invasión rusa de Ucrania, especialmente en lo que concierne a una política energética común que esté por encima de los intereses nacionales de cada Estado miembro. Porque a medida que se extienda el malestar social debido al imparable aumento de la inflación y al freno que las subidas de tipos de interés van a suponer sobre el crecimiento, sin que ya sea descartable la recesión, es probable que crezca la tentación de actuar de forma egoísta para resolver la emergencia energética. ¿Optará Europa por el sálvese quien pueda o mantendrá la solidaridad? 

¿Se acuerdan cómo los gobiernos europeos se boicotearon los unos a los otros para hacerse con un cargamento de mascarillas o de respiradores al inicio de la crisis del covid-19? Aquello fue el salvaje Oeste. La solidaridad, la cooperación, la unidad, todo eso que está en los valores fundacionales de la Unión, saltaron por los aires cuando la emergencia sanitaria desató el pánico en los momentos iniciales de la pandemia. La eficaz coordinación para adquirir y distribuir vacunas entre los 27 países miembros ayudó, poco más de un año después, a olvidar el feo episodio. Y la fe en la fuerza de la solidaridad de la Unión se reestableció. Una unión y una solidaridad que van a ser otra vez puestas a prueba cuando la llegada del frío obligue a los socios europeos a repartir los efectos de la escasez energética que supone la interrupción del suministro de combustible ruso. Una dependencia que afecta de forma muy desigual a los socios europeos. ¿Cómo evitar que cada país miembro sólo defienda su propio suministro y quiera desentenderse del país vecino?

Que la gestión de la crisis energética acabe dividiendo a Europa es precisamente la gran apuesta del genocida Putin para avanzar en sus propósitos expansionistas. El frío, confía, acabará enfrentando a los 27 socios que querrán proteger su propia seguridad energética. Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de la Energía, advertía hace pocos días del peligro de que cada Estado miembro defienda sus intereses y renuncie a colaborar para hacer frente la escasez de combustibles. En su opinión, la ruptura de la unidad europea tendrá dañinas consecuencias no sólo en los precios de la energía y en el crecimiento de la economía sino, sobre todo, en la estabilidad social y política del continente. «Si Europa fracasa en la cuestión energética, los efectos irán más allá de la crisis del suministro de combustibles». 

«Puede que hoy Moscú tenga algún poder de chantaje pero en el medio plazo el boicot a su mejor cliente es una estrategia que inevitablemente debilitará al régimen de Putin»

Hay datos sobre las medidas tomadas hasta ahora por la UE que invitan al optimismo. No sólo las reservas de gas europeas se sitúan por encima del objetivo del 80% fijado para este otoño, sino que el continente ha sabido diversificar las fuentes de energía y ampliar su red de suministradores para suplir el combustible de procedencia rusa. De depender en un 40% de Rusia para satisfacer su consumo de gas (en el caso de Alemania esa cifra se elevaba al 60%), hoy esa cifra se sitúa por debajo del 15%. Y su objetivo de reducirlo a cero a finales de 2023. La cara B de esta conquista es que se ha recuperado el uso del carbón en Alemania, también en Austria y Holanda, y puesto en pausa la deseada transición verde. 

Puede que hoy Moscú tenga algún poder de chantaje pero en el medio plazo el boicot a su mejor cliente es una estrategia que inevitablemente debilitará al régimen de Putin. Y eso es una buena noticia. Moscú ha encontrado mercados alternativos para exportar su petróleo, como India y China, pero la comercialización a gran escala de su gas depende de los gaseoductos. Y Rusia tardará años en construir una infraestructura alternativa a la que tiene hoy con Alemania. 

A pesar de todos estos esfuerzos, las medidas de ahorro energético serán inevitables. Aún está pendiente de ser aprobada la propuesta de reducir el consumo del gas en un 15% en toda la UE lanzada por la Comisión Europea. España, uno de los países que más fondos de cohesión o estructurales ha recibido desde su ingreso en la Unión en 1986, y el segundo país más beneficiado por el plan de estímulo NextGen, con la asignación de 140.000 millones de euros, ha mostrado reticencias y negociado rebajar esa cifra a menos de la mitad. De momento Bruselas está de acuerdo pero las reservas de gas cubren las necesidades hasta enero. Después vendrán medidas más drásticas de ahorro energético y la probable interrupción de la algunas actividades industriales.Toca arrimar el hombro y compartir el coste de la escasez energética. Tocará estar a la altura.

Tanto las propuestas de ahorro de la Comisión, como las referidas a poner topesunos  en la remuneración de la generación de electricidad y evitar así amplificar los vaivenes de la cotización del gas van en el buen sentido. Veremos si se logran los consensos necesarios en la cumbre del Consejo europeo que los ministros del ramo celebra el próximo día 30. Si en la crisis de la pandemia se puso el foco en el mantenimiento del empleo a través del fondo europeo React-EU que sirvió para financiar los ERTE, en esta crisis el foco debe ponerse en proteger a los hogares más vulnerables a la pobreza energética y a las industrias más intensivas en consumo energético. ¿Un nuevo apartado dentro de los planes de estímulo fiscal que suponen los fondos NextGen aún en plena fase de ejecución? Tal vez. 

Todo con tal de evitar la fragmentación de las política energética. Que se podría sumar al ya patente riesgo de fragmentación monetaria, como han demostrado las subidas de las primas de riesgo de los países periféricos, Italia, Grecia y España, a raíz del desigual impacto que tiene en los países menos y más endeudados el ineludible aumento de los tipos de interés del Banco Central Europeo para contener la inflación. La lección que dio Mario Draghi con su respuesta coordinada a la crisis financiera de 2008-13 que corrigió el enorme diferencial de los tipos de interés entre los estados miembros (España financiaba su deuda al 7% mientras Alemania lo hacía por debajo del 2%) evitó la ruptura del euro. La eficaz campaña de vacunación en la pandemia nos permitió salir de lo peor de la pandemia y salvar muchas vidas además de restablecer la actividad económica. La unión, la colaboración, han salvado a la UE de dos crisis colosales. ¿Sabremos hacer lo mismo con la que se avecina cuando empiece a escasear el suministro energético? 

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